Detrás de la ejecución de obras emblemáticas como el Alvear Tower (la torre más alta de la Argentina, en Puerto Madero) y la Casa de Gobierno de la Ciudad de Criba, constructora especializada en obras privadas y públicas de arquitectura e ingeniería. Desde hace casi nueve años que su CEO y presidente es Santiago Tarasido, quien hace más de 19 años integra la compañía.
Desde su creación, la empresa creció, se posicionó y consolidó en el mercado. Actualmente, genera 3.000 empleos en forma indirecta. Pero, además de su expertise como constructores, en algunos proyectos Criba también se involucra en el desarrollo, como con el emprendimiento premium de la torre Le Parc III ubicado en Playa Brava, Punta del Este, para el que se asociaron con Raghsa. Dada su trayectoria, Tarasido es un referente autorizado para analizar la coyuntura que marca el paso del mercado de la construcción y del desarrollo inmobiliario.
¿Cómo atraviesan la compleja situación económica actual?
Criba es una compañía nacional que da mucho empleo, tiene 70 años de historia y siempre apostó por el país. Atravesamos muchas crisis, varios momentos complicados, pero siempre tuvimos una visión de muy largo plazo. Lo que nuestra industria necesita es estabilidad, que es lo que siempre pedimos pero nunca llega.
¿Cómo está hoy la compañía?
Estamos empleando a 3.000 personas en forma indirecta, por lo que generamos un gran impacto sobre la sociedad, la industria y la economía. Pero vemos un enorme desincentivo.
¿En qué sentido?
Así como decimos que las curvas de oferta y demanda de compradores y vendedores de inmuebles a veces no encuentran punto de contacto, actualmente sucede lo mismo entre quienes tienen que tomar empleos y quienes dan trabajo. Hay gran desincentivo para los empleadores y, a lo largo del tiempo, también se generó mucho desincentivo para los trabajadores. Ya sea por subsidios, planes u otras condiciones, a la gente le cuesta tener motivación para ir a trabajar. Este es el primer gran cambio que se debe lograr para empresas que, como la nuestra, emplean a mucha gente y que están en una actividad que es intensiva en el uso de mano de obra. Para ejemplificar, en la construcción de una vivienda el 50% de la inversión corresponde a mano de obra, entonces creo que sobre esto hay un tema importante que resolver hacia adelante.
Pero, ¿hay una recuperación de puestos de trabajo?
Recién ahora estamos llegando a los niveles de empleo prepandemia porque los puestos de trabajo se están recuperando un poco. No obstante, en cuanto a cantidad de empresas del sector, estamos en la cifra más baja. Hay que remitirse 10 años atrás para encontrar la misma cantidad de compañías registradas que den empleo oficial.
Este año se aprobó la ley 27.613, que estableció beneficios tributarios para quienes sinceraran (blanquearan) capitales para destinar a nuevos proyectos inmobiliarios.
¿Tuvo el efecto esperado? ¿Lograron captar inversores?
Realmente no tuvo el éxito que esperábamos. La causa fue, básicamente, por las demoras en su reglamentación y en los procedimientos. La verdad es que es un poco desgastante porque, además, el foco de esa iniciativa estaba puesto en salir de la pandemia generando reactivación económica y empleo.
¿Qué tipo de incentivos a la construcción considerás que pueden funcionar?
Desde hace varios años que también trabajamos en Uruguay, donde hay experiencia de buenos incentivos con relación al desarrollo inmobiliario y, sobre todo, promover viviendas para alquiler. Cuentan con dos leyes importantes: una de incentivo a las grandes inversiones y otra de vivienda promovida (como la denominan allá), y mucha de esta última termina siendo ofertada para alquiler.
Estas son experiencias empíricas concretas que tenemos disponibles sobre lo que sucedió en el país vecino. Son un buen ejemplo de cómo, a través de la propia legislación, fueron modificando y generando incentivos que con el paso del tiempo permitieron lograr el objetivo que se buscaba. En la Argentina, ahora, luego de haber dictado la actual ley de alquileres, surge preocupación por ver cómo podemos generar que exista vivienda en renta. Bueno, ya empezamos mal porque partimos de una legislación que no alienta al inversor a generar vivienda de alquiler. El incentivo tiene que estar alineado.
Ante el difícil panorama económico y la falta de crédito, ¿cómo hace el sector privado para financiar las obras y acercar opciones a los compradores?
Los desarrolladores buscan saltear el sistema y ofrecer al mercado lo que un mercado normal no ofrece. Son las herramientas de siempre, con las que venimos lidiando desde hace un montón de tiempo. Pero, a su vez, con esta situación vemos la potencialidad que se pierde en la Argentina por las posibilidades que tenemos y no podemos aprovechar debido a que no contamos con un contexto razonable y por tener que buscar alternativas que son parches. Cuando una persona que trabaja hace muchos años en un empleo estable y con recibo de sueldo no puede acceder a un crédito para comprar su vivienda, se sigue construyendo para un público reducido que es el que puede pagar gran parte al contado y al inicio. Por lo tanto, la potencialidad del mercado que se pierde es enorme.
¿Cómo es el perfil de los compradores que actualmente están activos? ¿Quién puede adquirir hoy un inmueble?
Todavía hay un gran público de inversores. Más allá de que durante los últimos tres años convivimos con un costo que, según el índice general de la construcción, era del 50% (incremento interanual), y la proyección para este año será todavía superior a la de 2020. Con lo cual el costo de construcción medido en dólares sigue siendo más eficiente que el de hace tres años, por lo que muchos inversores todavía piensan que se sigue construyendo más barato en dólares, lo cual es cierto, y apuestan a la recuperación del mercado. Hay mucha gente pensando en eso y, de hecho, hay numerosos proyectos en marcha.
¿Cómo visualizás que será el próximo año para el sector? ¿Qué oportunidades hay?
Quiero transmitir un poco de optimismo hacia adelante. Nosotros somos fanáticos de lo que hacemos. Se nota la pasión en lo que construimos y realizamos hace muchos años. Queremos continuar apostando al país, generando empleo y capacitación para nuestra gente. Y, a pesar de todo, lo seguiremos haciendo. Pero, con un contexto un poco mejor, las posibilidades de nuestro sector serían infinitas. Tenemos muchísimo por hacer y desarrollar en todos los sectores. Nos toca hacer obras de todo tipo en todos los sectores de la economía, y la verdad es que en cada uno de ellos existe una potencialidad enorme. ¡Hace falta de todo! Más rutas, aeropuertos, puertos, hospitales, escuelas y viviendas? Entonces, sostengo: simplemente con un marco un poquito más normal, todo se tiene que dar en la Argentina. En el fondo soy optimista, a pesar del contexto actual.