Desafiado por una empleada, un unicornio de software de San Francisco descubrió cómo contratar a ingenieras. ¿Puede la tecnología liderar los esfuerzos para potenciar a la mujer?
Un día de primavera de 2015, Julia Lee, una de las mejores desarrolladoras del equipo de ingenieros de Gusto ?una startup de software para nóminas de pagó, le solicitó a Edward Kim, el cofundador y ejecutivo principal de tecnología de la compañía, tener una entrevista individual. Sentada junto a su jefe en un sofá gris en el medio de su oficina integrada en el SoMa de San Francisco, Lee, una graduada de Stanford que había hecho pasantías en Google y Palantir, le dijo a Kim que amaba su trabajo, pero algo la preocupaba. De las 18 personas que integraban el equipo de ingenieros de Gusto, Lee, que entonces tenía 26 años, era la única mujer. Antes de entrar en Gusto, la gente solía dar por sentado que yo no sabía resolver un problema como ingeniera porque era mujer, le dijo a su jefe. Incluso en Gusto, era reacia a compartir sus sentimientos de inseguridad. Lee cuenta que Kim se mostró increíblemente receptivo. De hecho, asumió como un compromiso personal estudiar el desglose por género en los equipos de ingenieros de otras empresas de tecnología. Las cifras que descubrió fueron deprimentes.
Solo el 12% de los ingenieros empleados en 84 compañías de tecnología eran mujeres, según las estadísticas recogidas en un documento público de Google enviado en 2013 por Tracy Chou, que era en ese momento ingeniera en Pinterest. Kim leyó un informe del censo de Estados Unidos sobre disparidad racial y de género en empleos relacionados con ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por su sigla en inglés), y le preocupó una noticia que escuchó en la National Public Radio acerca de que el número de mujeres que se graduaban en informática se había incrementado a lo largo de los primeros años de la década de 1980 para luego caer de manera abrupta a partir de 1984. También leyó un estudio de McKinsey de 2015 donde se afirmaba que las compañías que tenían fuerzas de trabajo diversas conseguían mejores resultados financieros. El hecho de que ninguna compañía tecnológica hubiera sido capaz de superar el obstáculo de la diversidad de género y de resolverlo representaba una oportunidad para nosotros, dijo Kim. Si queremos reinventar lo que representa Recursos Humanos para las muy diversas fuerzas de trabajo de los pequeños negocios de nuestros clientes, nosotros mismos debemos construir una fuerza de trabajo diversa.
Después de una serie de reuniones con Kim y Lee, el equipo de Recursos Humanos de Gusto lanzó un plan para atraer a ingenieras. Los pasos iniciales incluían descartar términos masculinos como programador, ninja, estrella de rock en la descripción del puesto de trabajo. El paso más importante que dio Gusto fue que, por un período de seis meses a partir de septiembre de 2015, la compañía concentró el 100% de sus esfuerzos de contratación de ingenieros en las mujeres. Aunque Gusto solicitaba solo mujeres, consideró a los postulantes varones que se acercaban a la compañía y trató a todos los candidatos por igual, lo que evitó que chocara con las leyes en contra de la discriminación, apunta Liza Kostinskaya, abogada de Gusto. La propuesta para las mujeres incluía mails firmados por Lee donde invitaba a las candidatas a mantener una conversación inicial con ella y fue respaldada por US$ 60.000 que la compañía gastó para patrocinar durante dos años la conferencia Grace Hopper, el más importante cónclave tecnológico anual de mujeres.
Kim publicó además un posteo en un blog para difundir los porcentajes de diversidad de Gusto y anunció su objetivo de contratar a más ingenieras. Creemos que la diversidad es en sí misma una fuerza central que nos permitirá diseñar un mejor software y construir mejores productos, escribió.
En consonancia con más del 80% de las start-ups, de acuerdo con un estudio de 2017 de Crunchbase, los tres fundadores de Gusto son hombres. Kim y el CEO de Gusto, Joshua Reeves, ambos de 34 años, se conocieron como estudiantes en el departamento de Ingeniería Eléctrica de Stanford. Crearon Gusto en 2012, junto con Tomer London, de 33 años, que había conocido a Reeves mientras cursaba un doctorado en Stanford. Gusto vende software basado en la nube por suscripción de amplio alcance a pequeños negocios, para ayudarlos a manejar los registros de empleados, como nóminas y subsidios de salud. Para fines de 2015, había recaudado US$ 176 millones de firmas como CapitalG (anteriormente Google Capital) y General Catalyst, y de 75 inversores individuales elegidos por Reeves, como Ashton Kutcher y el cofundador de PayPal, Max Levchin. Ese año, superó la valuación de US$ 1.100 millones. FORBES US calcula que sus ingresos anuales rondan los US$ 100 millones.
Al principio, los fundadores reconocieron que la diversidad estaba en segundo plano y, a medida que crecían, descubrieron que no sucedía de manera orgánica. Cuando llegó el momento de contratar a un director ejecutivo de operaciones en 2015, priorizaron que fuera una mujer. Lexi Reese, veterana de Google y American Express, es una de las dos mujeres que integran el equipo de seis ejecutivos, y en toda la compañía las mujeres representan el 51% de los 525 empleados. Incluso después de que Gusto pusiera en marcha su iniciativa de diversidad, las postulaciones de mujeres no llegaron masivamente. Gusto designó a dos reclutadores internos para esta tarea, y contrató a TalentDash, una firma proveedora de talentos, para que buscara exclusivamente a mujeres.
Aunque contratar a ingenieras llevó más tiempo, Kim sostiene que Gusto nunca bajó sus estándares. Me molesta que la gente diga que al priorizar la diversidad se reducen las exigencias en términos del talento de alto calibre que uno puede contratar. Eso no es verdad. Tampoco hubo, dice, ningún retroceso desde adentro de la compañía.
Gusto también abordó su política de remuneraciones. Desde 2016, sus salarios son auditados por Mercer, que no encontró diferencias salariales en función del género. Los beneficios incluyen 16 semanas de licencia con goce de sueldo para el padre a cargo, además de US$ 100 semanales para comestibles y entregas de comida a domicilio, US$ 100 para la limpieza de la casa durante seis meses y hasta US$ 500 para asesoría en sueño infantil.
La iniciativa de Gusto de contratar solo a mujeres duró seis meses. Kim dice que se interrumpió porque superaron su objetivo. En 2015, la compañía pretendía alcanzar el 18% de ingenieras, el porcentaje de estudiantes universitarias especializadas en informática, y llegó al 21%. Ahora que 17 de los 70 ingenieros de Gusto son mujeres, está resultando un poco más fácil, según afirma la directora de Recursos Humanos de la compañía, Maryanne Brown Caughey: Es como un efecto dominó. Las mujeres saben que están ingresando en una comunidad que les da la bienvenida.