El 18 de mayo, AES cumplirá 30 años de presencia en la Argentina. Martín Genesio, número uno de la multinacional que en Argentina puso foco en la generación de energía, asegura: Estos 30 años demuestran que la compañía ve el negocio en Argentina como de largo plano. En un escenario de noticias negativas, en el que se están yendo empresas multinacionales del sector, nosotros queremos quedarnos y ser una parte importante de la transición energética de este país que, desde nuestro punto de vista, va a ser un boom.
En Argentina, está presente en cuatro provincias. Tiene tres plantas de generación en Salta: la planta térmica TermoAndes (645 MW de capacidad instalada) y dos plantas hidroeléctricas, Cabra Corral y El Tunal, que suman 110 MW. En San Juan, poseen Central Térmica Sarmiento (una planta de 33 MQ) y Ullum (central hidroeléctrica de 45 MW). En Neuquén están la central hidroeléctrica Alicurá (1.050 MW de capacidad instalada) y el Parque Eólico Vientos Neuquinos, de 100 MW, el único de la provincia, que fue construido durante la pandemia en 2020. Y en la provincia de Buenos Aires tiene tres plantas: Central Térmica San Nicolás (la planta más versátil del sistema, porque puede quemar todos los combustibles, de 675 MW), AES Paraná (también en San Nicolás, de ciclo combinado y 845 MW), y en Tornquist posee su segundo parque eólico, de 100 MW. Para este, AES anunció una inversión de alrededor de US$ 80 millones para hacer una ampliación de 50 MW.
El balance es muy positivo. Lo que estamos haciendo en Argentina es replicar la estrategia global de AES: acelerar un futuro energético más sustentable. Nuestro crecimiento en Argentina está basado en energía de fuentes renovables no convencionales, resume Genesio.
- ¿Adaptan la estrategia a cada país?
- Sí. En Argentina, el marco regulatorio que corresponde a las fuentes de energía renovable no convencionales permitió inversiones fuertes tanto en eólica como en solar. Se construyeron unos 6.000 MW nuevos en los últimos cinco o seis años. Es cierto que no es suficiente, la macro también incide, igual que la realidad técnica. Hoy el sistema de transporte eléctrico en Argentina colapsó producto de estas inversiones y hay muy poco lugar nuevo para construir parques eólicos y solares, con lo cual las empresas estamos construyendo donde hay lugar y no donde se deberían hacer. Estamos atravesando un momento hipercomplejo en materia de acceso a divisas para poder importar insumos. Pero, sinceramente, creo que el Gobierno está haciéndolo de la mejor manera posible. Entiendo por qué sucede y pasa en todos los sectores, pero obviamente complejiza que las inversiones se hagan en tiempo y forma.
- Complejiza el negocio...
- Sí, pero la verdad es que vemos esto como un negocio a muy largo plazo, y que una SIRA se demore dos meses no nos va a afectar esa visión. Estimo que la macro en algún momento se va a acomodar y con esa mejora las inversiones en el sector van a ser más fuertes. Es uno de los sectores con mayor potencial. Argentina tiene uno de los factores eólicos y solares más grandes del mundo, hay un potencial enorme en materia de producción de hidrógeno y litio. El futuro es muy promisorio, pero tenemos que pasar el desafío de arreglar la macro, que va a ser muy complejo. Los próximos años la dirigencia política va a estar enfocada en eso y va a ser duro.
- ¿Hoy el mayor freno en la transición es la infraestructura de transporte?
- La transición a nivel global ya empezó. En Argentina también se está dando. Las principales trabas van a desaparecer rápido. Argentina tiene enormes potenciales en todos los aspectos de la transición (litio, eólico, solar, baterías, shale oil, shale gas), con lo cual estás parado con todo lo que tenés que tener en el momento exacto. La situación de la macro es una barrera, porque es muy difícil tener acceso al financiamiento y a las divisas para llevar adelante los proyectos. El tema técnico de la capacidad de transporte también, pero se pueden solucionar, porque son proyectos que se tienen que hacer y se hacen. Hoy no se están haciendo por la situación de la macro, pero si eso se soluciona va a empujar esto. De hecho, está pasando en Oil&Gas: Vaca Muerta llegó a su techo de producción por la capacidad de evacuación y se está construyendo el gasoducto Néstor Kirchner a pesar de esta macro. La capacidad técnica de la gente en Argentina es enorme. El país tiene un plus ahí. Estamos bien posicionados. Hay que solucionar los problemas de coyuntura, obviamente, pero el futuro es promisorio en el sector.
- Siempre decís que Argentina es el país con mayor potencial energético del mundo...
- Haciendo las cosas un poco bien, es un sector que tranquilamente puede igualar al agro en materia de representación dentro de la matriz. Es muy difícil encontrar un país que tenga tanto potencial en tantas cosas -eólico, solar, shale oil y gas, litio- y que encima todas son parte fundamental de la transición que el mundo está viviendo. Tenemos este potencial, esperemos estar a la altura. La gran duda es esa. Pero soy optimista por naturaleza y, si nos ponemos de acuerdo y hacemos las cosas un poquito bien, la explosión dentro de la matriz macroeconómica que puede darse en este sector es enorme.
- ¿El mayor desafío es ponernos de acuerdo?
- Sí, pero tampoco es tan difícil. Es trillado, pero hacen falta políticas de Estado. El ejemplo es Vaca Muerta, donde se generó una política de Estado casi sin quererlo. Hay un consenso entre la clase dirigente, los actores del sector privado y los del sector público respecto de que Vaca Muerta se tiene que desarrollar mirando el mercado de exportación. Antes no era consensuada esa visión. Pero hoy está claro que hay que desarrollarla, hay que hacer los caños, construir la planta de licuefacción y copar el mercado de LNG.
- Faltaría quizá un marco normativo para que realmente nadie lo cambie...
- Correcto. Ahora, como todo el mundo piensa lo mismo, el marco normativo se está escribiendo y salen resoluciones, como el Plan Gas. Ahí es cuando digo: no es tan difícil, es ponerse de acuerdo en la macro, ni siquiera en el detalle. El potencial es tan grande que no es muy difícil armar este tipo de cosas. Está pasando en el litio. Dando una señal tenés no sé cuántas decenas de proyectos que quieren venir a instalarse en la Puna.
- ¿Cómo ves 2023? ¿Es un año de wait and see?
- Es un año de transición, como todos los de elecciones presidenciales. La política toma pocos riesgos, eso genera que no haya demasiados cambios dentro de los mercados. Ojalá vayamos ordenando la macro, porque es muy necesario para arrancar 2024 y que eso te dé la posibilidad de hacer proyectos, invertir y generar fuentes de empleo. La macro ordenada es fundamental. Para eso van a tener que pasar cosas fuertes que, desde mi visión, deberían tener que pasar lo antes posible. Prorrogar las decisiones puede llegar a hacer que, cuando esas decisiones se tomen, los impactos sean más grandes. Entonces, si bien es un año de transición, después de las elecciones como mínimo, si no antes, Argentina tiene que encarar un rumbo de ordenamiento urgente que nos permita vivir en una macro más ordenada, con menos inflación, menos brecha cambiaria, con la posibilidad de acceder a las divisas y con incentivos a la inversión.
- O sea, más shock que gradualismo.
- No sé si la palabra es shock, no estoy tan de acuerdo con eso. Lo que digo es que hay que tomar decisiones en la macro y si esas decisiones se posponen... En algún momento hay que tomarlas, si las posponés, cuando se tomen, el impacto va a ser peor. No pasa por el shock o por el gradualismo, pasa por no retrasar las decisiones. Pueden ser graduales después, no estoy diciendo que hagamos todo de shock de una. Lamentablemente, cuando la macro se termine de ordenar, el impacto en el corto plazo va a ser negativo. Me cuesta mucho hablar de esto porque hay personas que vamos a ser impactadas. Pero mi sensación (puedo estar equivocado) es que, si retrasás esa toma de decisiones, el impacto va a ser peor.
- ¿Cómo es el manejo entre el corto y el largo plazo?
- Tengo la suerte de trabajar en una empresa que tiene una visión de largo plazo, con lo cual la coyuntura siempre importa, pero no tanto como el largo plazo. Los negocios en nuestro sector son por definición de largo plazo, con lo cual hay una alineación entre la visión de la compañía y la realidad del negocio. Con 30 años en el país, estamos acostumbrados a la realidad argentina, así como a la de otros países. La corporación conoce cómo funciona Argentina, que es un país cíclico. Es fácil trabajar en este tipo de ambiente cuando tenés una visión de muy largo plazo porque no te enfocás en la coyuntura. Tenés que resolverla, pero no estás 100% pensando en eso. Queremos ser un actor importante en el sector que va a ser el más relevante para el país en los próximos años.
- ¿La estabilidad es clave?
- Sí, obviamente que no se cambien las reglas cada 30 segundos es muy importante para que las inversiones vengan. Pero, siendo honesto, es muy difícil encontrar un marco regulatorio en cualquier país que dure 50 años sin ningún tipo de modificación. Los marcos regulatorios se aggiornan a las épocas y está bien que sea así. Cuando hablo de estabilidad, hablo de una estabilidad coherente, entendiendo que hay cambios, que los países viven crisis y los marcos se tienen que adaptar. Por ejemplo, Vaca Muerta, las empresas invierten porque se entendió que hay una visión de largo plazo y uno siente que hay estabilidad. No se necesita un marco regulatorio hiperestable que nadie toque, es más una cuestión de visión de largo plazo.
- ¿Cómo ves el tema de las tarifas hoy?
- Es un tema complejo. La realidad económica de muchos no permite que puedan acceder a un pago full del costo del sistema -generación, transporte, distribución-. En un sistema normal, sin subsidios, el usuario final paga el costo. En Argentina, producto de crisis económicas, se empezó a subsidiar parte de ese costo atendiendo la situación de buena parte de la sociedad que no podía afrontar la totalidad del costo. No estoy en contra de los subsidios, son una herramienta coherente dentro de un sistema que no puede ser abarcado en su totalidad para pagar el costo por parte del usuario final. El problema es que esta política de subsidios perpetuada en el tiempo llevó a que no se incentiven las inversiones. Eso llevó a que el sistema sea poco eficiente y, por ende, caro. Entonces tenemos un doble problema: una demanda subsidiada (o en parte subsidiada) subsidiando un sistema caro.
- ¿Cómo se puede solucionar?
- Desde mi lugar, no lo encararía en el corto plazo sacándoles los subsidios a los usuarios, sino con el foco en cómo hago para incentivar inversiones para que el costo de la tarifa sea más bajo y, de esa manera, empezás a eliminar subsidios más fácilmente. Hoy se está subsidiando un sistema caro. Si fuera más eficiente y más barato, los subsidios perderían razón de ser. Debemos ser el único país que hace 20 años discute tarifa en vez de cómo hacemos para que el sistema sea más eficiente para que la discusión de la tarifa se agote por sí misma. No es fácil, pero lo encararía para ese lado. Un ejemplo fue lo que se hizo con los parques eólicos y solares: se incentivó esa inversión, se llenó de parques eólicos y solares la red de transporte hasta que dio lugar y el costo final de la energía promedio bajó.