"Hay un patrón común en todas las empresas: la incertidumbre, la volatilidad del contexto, cómo hará el Gobierno para mantener una economía tan rota de acá al próximo periodo electoral, resume Mariana Camino, socia y CEO de Abeceb, el cuadro que preocupa a las organizaciones de todos los tamaños y sectores en el país. Pero, dentro de la cuota positiva, Camino asegura que las compañías, si bien ocupadas con la agenda del corto plazo, también están pensando en cómo prepararse para el nuevo mundo de los negocios, que exige otro tipo de innovación y dinámica.
En ese marco, el 1° de noviembre lideró el Foro de Abeceb, que contó con la presencia de figuras como los expresidentes Mauricio Macri, Mariano Rajoy (España), Álvaro Uribe (Colombia) y Sebastián Piñera (Chile).
-¿Cuáles son los temas que preocupan a las empresas?
La preocupación es la coyuntura y mucha incertidumbre. A la hora de tomar decisiones, la planificación es más corta. Tenés presión salarial, inflación de costos, importación… Un montón de situaciones de restricción macroeconómica que preocupan. Y después ese escenario para adelante, desde el punto de vista de si llega o no el gobierno, por la inflación que no baja, aumento de tasa de interés, el dólar…
-¿Y se están tomando decisiones?
Hay de todo. En el primer semestre hubo sectores que vivieron una especie de burbuja de consumo, porque los consumidores en muchos casos no pueden ahorrar y les quema, a lo que se sumó la salida de la pandemia. Lo vemos menos en el segundo semestre porque, cuando te acercás a un año en que la expectativa de cambio de gobierno también te genera una definición, empezás a ahorrar. Hay consumo reprimido y algunas decisiones más estructurales que se financian con la economía blue.
-¿Hay industrias mejor posicionadas?
Todas están haciendo cosas, pero depende de los grados de libertad. Hay una situación de las empresas que tienen rentabilidad en pesos y piensan cómo cubrirse del riesgo devaluatorio, invierten en otros sectores o tratan de compensar en el balance de exportaciones e importaciones. Los sectores que traccionan consumo interno, como autos o electrodomésticos, están más enfocados en tener oferta, entender la demanda y tratar de subirse a esta burbuja de consumo. Las que tienen más preocupación porque tienen cepos a la importación y problemas para hacerse de divisas tienen planeamientos más cortos. Las mejores posicionadas son las que forman parte de ecosistemas dinámicos que tienen demanda global, con competitividad genuina, como industria del conocimiento o algunas del sector alimenticio. Hay una agenda dual: empresas que están siendo adaptativas y tratando de defenderse de la coyuntura pero también preparándose para lo que viene.
-¿Cómo ves a las multinacionales en este escenario?
En pandemia vimos la primera reacción, que fue focalizarse en las unidades de negocio más rentables. Otras desarmaron posiciones o desinvirtieron. Hay distintas situaciones, Argentina tiene reglas de juego particulares pero también mucha rentabilidad en algunos negocios, y en ese caso las que no invierten en instrumentos financieros lo hacen en diversificación o en mejorar sus procesos. Hay un cambio cultural que está ocurriendo en todas las empresas, con la agenda de la nueva normalidad, y mucha mentalidad de startup, con preparación para lo que viene.
-Como metodologías ágiles…
Sí, e invertir en esa capacidad instalada que hacia adelante te va a dar algún potencial de competitividad. Por ejemplo, las automotrices están entendiendo que están en un ecosistema de movilidad, cambiando el paradigma. También hay una cultura de saber esperar el momento, de gestionar la crisis y capitalizarte, hacerte más dueño del mercado donde estás.
Doble agenda
-¿Qué impacta del contexto internacional?
Le suma más incertidumbre a un contexto local de por sí incierto. Por un lado, está la mirada positiva de la gran ventana de oportunidad para la Argentina, como desde lo energético y alimenticio. Es una posibilidad, no un presente augurio porque no tenés inversiones. La mala es que la posibilidad de recesión global desacelera la demanda, y al tener tan encepado el comercio exterior no hay tanta posibilidad de colocar más productos. El riesgo es que se pase esa ventana de oportunidad por falta de inversiones para colocarte como un proveedor sustituto de energías renovables y para cubrir la agenda de seguridad alimentaria. Hoy el riesgo está en que se aprecie el dólar y perdamos competitividad.
-¿Qué se necesita para que ese potencial se cumpla?
Reglas de juego para que esas inversiones se realicen. Si no tenés la macro estable, miremos la micro, hagamos política sectorial, incentivos.
-No implica que haya que hacer todo junto…
No. Argentina tiene una matriz sectorial muy heterogénea. Agrobusiness, por ejemplo, está en la frontera en innovación. Tiene problemas asociados a la micro, pero sigue siendo el sector ganador por excelencia. Hay otros, como la economía del conocimiento, que tienen la posibilidad de reemplazar a hubs de servicios. O energías renovables, minería y su agenda de industria 4.0. Argentina sigue teniendo la posibilidad de sortear crisis. Y tenés el talento. Hay un nuevo paradigma de cómo se genera valor, y el país tiene el talento, es un gran motor de crecimiento.
-Pero, con estos niveles de pobreza, el acceso a la educación no va a seguir el mismo ritmo…
Hay condiciones de deterioro, pero encontrás sectores que traccionan y compañías que invierten y forman. El sistema cambió, ahora estás formándote toda la vida. Con la macro tan complicada, se ve un esfuerzo desde la micro. Hay empresas que entendieron el ser resiliente después de la pandemia. Hay mucho aprendizaje y flexibilidad, y eso explica que las empresas sigan estando activas.
Hay una falta de ordenamiento y convivís con todas las excepciones, pero te falta la regla"
-¿La pandemia transformó el mundo de los negocios?
Veo un cambio que empezó, que sigue sucediendo y que es una constante. Primero, porque tenés una agenda digital. Está cambiando la agenda del board y hoy se preocupan por todos los stakeholders. El gran desafío que dejó la pandemia es entender qué le pasa al cliente y qué quiere. Te pide que seas una marca responsable, sustentable; el empleado te habla de propósito; el modelo asociativo. En el mindset, en la inversión en agendas tecnológicas y propósito y sustentabilidad hay una transformación. Lo que hay es una disociación según la industria y el tamaño en el nivel de impacto.
-¿Cuál es la agenda por fuera de la urgencia?
Reskilling y nuevos negocios. Es interesante, porque para la agenda de la coyuntura hablás con CFO o con Planeamiento. Para la del futuro, hablás con el board y con áreas de sustentabilidad, diversidad, innovación. Hoy, a pesar de la urgencia, hay equipos dedicados exclusivamente a traccionar lo que viene.
Urgencias
-¿Cuáles son los principales problemas y qué medidas se necesitarían para tratar de encauzarlos?
Con el cambio de estrategia de gobierno y la asunción de Sergio Massa, un ministro con un aval de la política, logró esta cuasiestabilización de la macroeconomía en el corto plazo, siempre teniendo en cuenta que te comparás con julio, que fue un momento muy complicado. ¿Se evitó una crisis en julio? Sí. Desde ahí vemos aciertos, pero también daños colaterales o costos.
-¿Como cuáles?
El primer problema de Massa era despejar la deuda en pesos y los vencimientos. Logró trasladar $ 2 billones al año que viene. Ratificó la meta de déficit fiscal de 2,5%. ¿Lo puede hacer? Con las medidas de reasignación de presupuesto, la segmentación de tarifas, puede ser. Esto permite tener esta percepción de que en el corto hay cierta estabilidad. Pero, hacia adelante, tenés que terminar de ver cómo recomponés reservas. Hasta la medida estrella del dólar soja tuvo un cimbronazo cuando se anunció otro cepo. Todas las fragilidades se van a ver el año que viene.
-¿Qué escenario prevén para 2023?
Vemos que la inflación anual no será menos del 80%, porque no hay ningún elemento que te permita pensar que va a bajar. Este año la actividad seguramente cierre por encima del 2%, pero mucho de eso es inercia, por lo que crecimiento cero es el mejor escenario para 2023. Es una economía que administra desequilibrios para tratar de llegar, pero no resuelve problemas de fondo. Massa está logrando cierta estabilidad, pero traslada mucho riesgo a 2023. Esta es una economía frágil, en la que todo está atado con alambres. Es una microgestión, es el juego de la administración de los desequilibrios.
-¿Qué se necesita para lograr soluciones de largo plazo?
Primero necesitás un programa integral, que después en la ejecución viene el consenso. Massa está haciendo algunas correcciones, pero no tiene un programa antiinflacionario, porque solo la emisión cero no te corrige el problema. Lo que hace Massa es más secuencial, va corrigiendo los distintos frentes con medidas de corto, pero no hay un programa. La famosa estabilidad macro con un programa integral no está. Parte de la estrategia para lograrlo es el consenso, ponerse de acuerdo en cuestiones mínimas en un período de puja electoral. A nadie le conviene que la economía implosione, ni al gobierno (dicho en el sentido amplio) ni a la oposición, que quiere tener la posibilidad o chances de reelección.
-La figura presidencial está muy golpeada.
La tenés corrida. Hay una crisis de liderazgo brutal, la toma de decisiones la tienen Massa y Cristina Kirchner. Es inédito.
-Tampoco es claro qué propone la oposición…
Falta mucho. Se le pide definiciones de manera temprana por la magnitud de la crisis. Pero no sé si es que no hay cohesión dentro del espacio o no son capaces de resolver las diferencias, o si también es difícil salir a decir qué se haría ante un problema cuando quizá el problema en un año es otro. Hay muchos problemas de liderazgo en el oficialismo y la oposición, y una sociedad que te marca un malhumor y una perspectiva de que el año que viene va a ser peor.
-¿Es un problema el humor social?
El 70% de la ciudadanía cree que va a estar peor en 2023. La sociedad entiende que está conviviendo con la crisis, hay una conciencia de que tu salario no le va a ganar a la inflación. La política tiene que ver con cómo interpreta a esa ciudadanía que te interpela y te pide resultados. Frente a esto, hay gente que se angustia y otra que se enoja y dice sentir asco por la política. Y volviendo a las empresas, obviamente les duele la situación financiera, pero hay una preocupación por el emergente social, que hoy está contenido. Y eso puede desestabilizar muy rápidamente esta cuasiestabilidad. Hay variables que el gobierno controla, una agenda de política pública, sectorial y privada, pero no sé hasta dónde vos podés contener el humor social.
-Un humor social que se complejiza…
Hay además un sesgo de confirmación, la gente no cree en nada. Hoy todo es opinable, todo es segmentado, no tenés anclaje, las variables nominales de la economía no te funcionan como ancla. Hoy el ancla más concreta que tenés es el acuerdo con el FMI, que el gobierno quiere honrar, porque de las variables nominales ninguna tiene un peso específico suficiente. Pero también convivís del lado de la sociedad con la desconfianza y los sesgos de confirmación, cada uno cree en lo que quiere.
Hay una falta de ordenamiento y convivís con todas las excepciones, pero te falta la regla. En algún momento tenés que tener un eje ordenador y eso es lo que la política no está logrando. Es un momento complejo, pero a pesar de eso vemos una intención de liderar la transformación, de encarar la agenda del siglo XXI. Hay mucho trabajo en liderazgo, en digitalización y en transformación. La innovación, que antes era una agenda de algunos, la veo cross.