El presidente de Aluar y Fate explicó por qué el drama argentino no consiste en dónde ponerse de acuerdo sino en poder llevarlo a la práctica.
"Tuvimos nuestra época de ?vacas gordas?, de soja abundante y enriquecedora. Hoy, Vaca Muerta nos puede dar un impulso adicional. Bienvenido sea, aprovechémoslo. Pero eso es lo que en filosofía se llamaría un imperativo hipotético: con eso no alcanza. Si nosotros no logramos circunscribirnos más a lo categórico, a temas que trasciendan lo puntual, estos beneficios van a ser circunstanciales y finalmente vamos a volver a recrear un círculo de problemas. No es una visión pesimista, es simplemente una toma de conciencia.
Presidente de Aluar y Fate, y uno de los 15 hombres más ricos del país, Javier Madanes Quintanilla se toma en serio la deriva argentina y su eterno retorno de lo mismo. Cita a Kant y también cita a Bacon (lo nuevo es lo que ya hemos vivido) para describir a una nación que parece estar discutiendo las mismas cosas desde que es nación, y a eso se refirió en el panel Consensos básicos de Reinventando Argentina: Cuando uno habla de acuerdos o consensos me parece que es importante tener en cuenta que en Argentina ya hubo una búsqueda, y de una manera bastante profunda, aunque con resultados dudosos. Yo recuerdo bastante en detalle lo que se trató de hacer en los años 70, donde desde diciembre del 72 hasta fines del año 73, todas las fuerzas que constituyen la sociedad, las asociaciones empresarias, las gremiales, los partidos políticos se propusieron desarrollar un acercamiento. La historia después la conocemos y sabemos que los efectos positivos tuvieron corta vida y que rápidamente, otra vez, entramos en un proceso de deterioro. Lo curioso de esto es que si uno toma los diez puntos de la gestión oficial o los diez puntos que propone el Doctor Lavagna o, incluso, la declaración del senador Pichetto cuando aceptó su candidatura a vicepresidente, hay mucho tema en común con la historia de los años 70. O sea, en los puntos gruesos no difieren demasiado. Entonces, lo que uno se pregunta es: si no nos es tan complejo encontrar dónde nos tenemos que poner de acuerdo, ¿por qué finalmente no lo logramos? Yo creo que ese es un punto central y me parece que amerita una discusión profunda.
Esta incapacidad advertida por Madanes Quintanilla tiene un síntoma que retroalimenta el problema original: El primer tema que creo que trae mucho ruido y problemas es la ruptura de confianza entre los representantes y los representados. Ahí me parece que tenemos un problema muy grave. La sociedad no cree en su dirigencia política y la dirigencia política no cree en su sociedad. En las organizaciones empresarias pasa algo similar. Y, desde ya, las representaciones sindicales también han ido perdiendo credibilidad en las bases. Entonces nos encontramos con ese quiebre, y se hace muy difícil que después el debate pueda llegar a buen puerto, porque la representación no está. Y por eso los compromisos que se asumen difícilmente van a ser respetados.