Un hombre de negocios no es un hombre cualquiera, es una persona dispuesta a cumplir sus objetivos profesionales en cualquier parte del mundo y en cualquier momento. Por lo tanto, tiene que tener en sus bolsillos una serie de objetos que permitan que concrete sus ambiciones.
Lo primero que debería tener consigo es un smartphone con una aplicación que muestre información meteorológica. Le ayudará a primeras horas de la mañana a decidirse sobre su atuendo y podrá organizar una agenda cercana sin sorpresas ni chaparrones desagradables. Sus zapatos lo agradecerán.
Sin embargo, incluso trabajando en un entorno de oficinas, el hombre de negocios puede acabar sofocado y transpirado. Imaginá que tenés una cita fijada en la misma jornada, ¿tu mejor aliado? Una pequeña muestra de perfume para situaciones donde la presentación sea tu arma más certera.
Por otro lado, imaginá: paseas en tu tiempo libre por el centro de la ciudad y te encontrás con aquel cliente al que no ves desde hace meses. Una charla, acompañada de una tarjeta de contacto profesional, será tu mejor forma de mantener el contacto con consumidores o compañeros más cercanos. No subestimes el networking.
Igualmente, si la jornada laboral se te hace larga, tu agenda telefónica puede acabar abandonándote. Para eso, mantené el smartphone siempre activo con un refuerzo. Un minicargador portátil puede sacarte de más de un aprieto.
Por último, los pequeños detalles siempre han marcado la diferencia. Los vendedores de trajes a veces olvidan reforzar la prenda con otro, pero vos tenés que tenerlo en cuenta: un botón extra en el bolsillo hará que tu chaqueta favorita no se quede aparcada en el armario. Almacenar uno similar al de la prenda hará que rápidamente la arregles, evitando el abandono y el tedio que provoca buscar ese objeto tan ínfimo pero necesario.
*Nota publicada en Forbes España