Aunque la propuesta del Coloquio de Idea es generar desde el escenario un espacio de debate y reflexión sobre el rumbo de la Argentina para su desarrollo y su inserción en el mundo, en los pasillos se imponen las obligadas conversaciones sobre la coyuntura. Una de ellas gira sobre un contexto económico que no acompaña ni potencia la expansión de los negocios de aquellas compañías cuyos directivos se reúnen en Mar del Plata, en el contexto de un plan de ajuste que comenzó a hacer mella en distintos sectores, particularmente los vinculados al consumo.
Testigo privilegiada del impacto de la inflación, la pérdida de poder adquisitivo y de los primeros síntomas de enfriamiento de la economía, Laura Barnator, gerente general del gigante de consumo masivo Unilever, confirmó el surgimiento de un nuevo escenario en el segundo semestre. La ejecutiva participó de un panel que discutió sobre las políticas para insertar al país en el mercado internacional y, en diálogo con Forbes, advirtió sobre los cambios intempestivos. Una variable que se desestabiliza y perdemos los mercados que tenemos. Es una responsabilidad mantenerlos, dijo.
-La sensación térmica de la calle se debe sentir en Unilever como en pocas empresas. ¿Qué dicen hoy los niveles de consumo?
-El primer semestre tuvo un muy buen nivel de consumo pero la realidad es que, a partir de agosto, se registra una retracción en todos sectores. En julio hubo un pico, pero estuvo asociado a la situación de crisis que se vivió ese mes, con una demanda que no fue genuina sino fenómeno de stockeo, y a partir de agosto empieza a declinar.
-¿Todo consecuencia de la inflación?
-En general, cuando se mira en el largo plazo y las curvas entre inflación y salarios se cruzan y empiezan a descompensarse, hay pérdida de poder adquisitivo y eso se traduce en menor consumo.
-El Gobierno volvió a instalar el debate sobre la rentabilidad empresaria como causante de la suba de precios
-Las generalidades como ésas para mí no conducen a mucho más que a construir un mensaje. Primero habría que mirar caso por caso, porque las matrices productivas y los componentes son muy diferentes. Muchos de los componentes que nosotros usamos, por ejemplo, son importados y los costos varían mucho. Dependen del dólar y también dependen de la escasez, incluso de materias primas. Cuando uno tiene fábricas, la mayor eficiencia que se puede tener es tener la planta llena de volumen para poder manejar los costos. No se trata de maximizar la rentabilidad a cualquier costo porque del otro lado también está el consumidor. Todo el tiempo hay un compromiso entre precio, rentabilidad y volumen.
-¿Cómo se sostiene esa ecuación -o cómo varía- cuando surgen nuevos tipos de cambios o nuevas reglas para importar?
-Es difícil planificar el negocio, tenemos que tener una gran adaptabilidad, nos manejamos con cinco o seis escenarios posibles y muchísima carga de trabajo. Somos una empresa que exporta más de lo que importa, además de tener 95% de nuestros productos fabricados en el país, por lo que tengo la responsabilidad de hacer que las cosas funcionen. Esos mercados que vamos ganando, que son filiales de Unilever en otros países, apenas se desestabiliza alguna variable, los perdemos. Para mí es crítico mantenerlos, hay que poner mucha creatividad.
-¿Es el estándar a nivel global trabajar base a cinco o seis escenarios distintos o sólo pasa en la filial argentina?
-No, claramente es algo que nos destaca. En algún punto, eso también destaca el talento argentino. Hoy el mundo está volátil y aquellos mercados acostumbrados a la estabilidad ahora recurren a nosotros para ver cómo nos manejamos en ese contexto.
-¿Cuál es la expectativa del nuevo sistema de importaciones?
-Estamos todavía mirando el detalle. Cada resolución nueva, antes de opinar, prefiero entenderla. Estamos en ese proceso, ojalá que el proceso no sea tan burocrático. La realidad es que, mientras nosotros tengamos claridad de qué podemos importar y cuándo podemos pagar, siempre es mejor porque nos ayuda a tomar decisiones. La peor de las situaciones es cuando no sabemos a qué juego jugamos. Por eso estamos ahora analizándolo para ver cuál es el impacto y en qué tenemos que adaptarnos.