La oportunidad de la economía silver
El segmento de mayores de 60 años crece en el mundo, con mayor celeridad en Argentina y el resto de la región que en Europa. Lejos de verlo como un problema, ahora se entiende como una chance para el desarrollo de bienes y servicios que respondan a sus necesidades y potencien las economías.

“Que no hay lugar para los viejos, porque nada está previsto para ellos”, lamenta uno de los personajes de la famosa novela Diario de la Guerra del Cerdo, de Adolfo Bioy Casares, que data de 1969 y habla del desprecio a quienes transitan la tercera edad. 

En la actualidad, los adultos mayores siguen siendo percibidos como una carga para el Estado (el mismo al que ellos aportaron durante varias décadas). Sin embargo, lo cierto es que pueden jugar un papel fundamental en la economía. De allí que crece el interés de académicos, hacedores de políticas públicas y de negocios en la llamada economía silver. “Es un concepto bastante nuevo que está estrechamente vinculado al envejecimiento de la población, la baja de la natalidad y alta expectativa de vida”, indica a Forbes Vanesa D'Elía, doctora en Economía y profesora de la Ucema.

La Argentina es uno de los países de América Latina con más cantidad de personas de más de 60 años. De hecho, ellas representan a casi el 16% de la población, unos 7,1 millones de habitantes (de los cuales un 23% tendría dificultades en su autonomía), pero se estima que para 2050 la cifra ascenderá al 22%.

Lo mismo sucede en toda la región donde, si bien la cifra es menor que en Europa (26%), el porcentaje crece más rápidamente. Así lo demuestra “La Economía Plateada en América Latina y el Caribe”, un informe del BID que señala que, en 2050, el 27,5% de los latinoamericanos será mayor de 60 años. “La transición del 10% al 20% tomará solo 28 años, frente a los 30 años de Asia y los más de 60 de Europa y América del Norte”, añade. En 2090, esta región será la que cuente con mayor cantidad de adultos en la tercera edad: más del 36% de los habitantes.

Este fenómeno mundial de envejecimiento de la población obliga a repensar y poner en marcha la transformación de las economías, y algunos países ya comenzaron. Finlandia, por ejemplo, realizó en julio de 2019 un foro sobre la economía plateada al que asistieron representantes gubernamentales y referentes del sector privado de 45 países para analizar los potenciales negocios, políticas regionales y globales, así como desafíos y tendencias detrás de esta oportunidad.

Asimismo, en marzo de 2020, en Mérida, España, se organizó un congreso sobre el tema donde se destacó el potencial de este segmento que se caracteriza por su experiencia profesional y personal, intereses múltiples, mayor expectativa de vida y, en consecuencia, con proyectos que pueden transformarse en emprendimientos para generar empleo, innovación y desarrollo. Quienes gozan de salud se inclinan al consumo y al aprendizaje de nuevas habilidades. Los más dependientes precisan, por su parte, bienes y servicios que les provean una mejor calidad de vida y representen soluciones para necesidades específicas derivadas de las limitaciones de la edad.

Algunas informaciones, como las expuestas en el congreso español, aseguran que el perfil de los consumidores mayores de 65 años se caracteriza por ser fiel a las marcas; comprar poco, caro y de calidad; elegir comercios próximos y pequeños; gastar más en comida, bebida y productos de salud; desconfiar de las ofertas y no sentirse identificados con los anuncios y campañas de marketing actuales. Además, es un segmento que renuncia a bajos precios si la opción es recibir una atención personalizada y está dispuesto a incrementar sus compras virtuales si el mercado les ofreciera una experiencia de compra más sencilla.

Entender a este público aportaría mucho en el desarrollo de políticas auspiciosas para el país, la región y el mundo. “La economía plateada es poner en eje que los adultos mayores dejaron de ser un grupo pasivo que implicaba un gasto para la sociedad y es uno activo con una longevidad más productiva. En especial ahora, a partir del estrago del COVID-19 en las economías, el sector podría ser un motor para recuperar un sendero de crecimiento. Sobre todo en América Latina, donde se está a tiempo de hacer cambios estructurales. Los adultos mayores quieren ser partícipes del desarrollo económico y hay que aprovecharlo”, señala D'Elía.

Es importante, entonces, que las sociedades se preparen de cara al envejecimiento para no dejar pasar las oportunidades. En el informe del BID se menciona que, por ejemplo, en Japón, “el mercado de la economía plateada ha superado los US$ 1,1 trillones, cifra que se ha duplicado en 20 años y que ahora representa prácticamente la mitad de todos los consumos”. También se estima que, del total del crecimiento del consumo en ciudades de parte de Asia y de Europa Occidental entre 2015 y 2030, casi el 60% provendrá de las personas mayores de 60 años. En Latinoamérica la cifra alcanzará el 30% e irá en aumento.

Es cierto, por otra parte, que el volumen del gasto de estos adultos argentinos está alejado de los del viejo continente, pero también que unos y otros depositan una gran parte de sus ingresos en compra de bienes y servicios. De hecho, en Argentina suelen ser un sostén importante en los hogares. “En términos relativos aportan y contribuyen al sostenimiento económico de la familia. Y además valoran el ocio”, indica D'Elía. Incluso opina que podrían prolongar su vida laboral, aunque aclara que más que verlos como empleados (en cuyo caso estaría, más probablemente, vinculado a la necesidad de subsistencia y no al deseo genuino de trabajar) hay que concebirlos como emprendedores. Por eso afirma que “empoderar económicamente a ese sector hace que el dinero que invierten y gastan se derrame en el resto de la sociedad”.

Es fundamental, entonces, poner en marcha “políticas públicas que puedan desarrollar bienes y servicios muy definidos para este grupo de la población. El Estado debería ser un facilitador, acercar la oferta a esa demanda”. Pese a todo, pareciera que la economía silver no está en la agenda pública y menos aún en la privada. Apenas existen algunos créditos por parte de Anses, por ejemplo.

La Argentina es uno de los países de América Latina con más cantidad de personas de más de 60 años: casi el 16% de la población.

Pero está claro que los adultos mayores son consumidores que saben lo que quieren y que necesitan ser “incentivados como sujetos de crédito, porque ello posibilita que se haga una rueda que favorece el desarrollo”, analiza D'Elía. También explica que las empresas no van a poder actuar sin ayuda en cuanto a reglas de juego y regulaciones claras. Además hace falta un cambio de paradigma en el que se deje de pensar cuánto peso tiene la población más adulta en el presupuesto, para sí analizar su potencial productivo, económico y financiero. Es probable que la inyección a la economía de este segmento compense el gasto, advierte la experta. “Estamos frente a una oportunidad porque todavía no tenemos niveles fuertes de envejecimiento. Pero esa proyección es segura, va a pasar. Es ahora cuando tenemos que pensar en la economía plateada”, subraya.

Senderos de negocios

Hay mucho por ofrecer a los adultos mayores en función de sus necesidades específicas. Entre las oportunidades se destacan las orientadas a la industria de la construcción, con demandas de diseño adaptado para la vida independiente y servicios pensados para sortear dificultades y limitaciones. También hay desafíos en el sector de la salud y los servicios vinculados a la prevención, el envejecimiento activo y el control y tratamiento de enfermedades. La telemedicina y el desarrollo de oficios y especialidades para una atención que no dependa de miembros de la familia ?en general, de mujeres que reducen su participación en el mercado laboral? son más cuestiones a tener en cuenta.

Por otra parte, merecen atención la adaptación o creación de servicios y productos financieros, así como el desarrollo de soluciones tecnológicas y opciones atractivas de capacitación y gestión de activos. “La inclusión financiera de este segmento de la población es una asignatura pendiente en todo el mundo, pero muy particularmente en las economías de América Latina”, destacan Diego Flaiban y Terence Gallagher, consultores de BID Invest, en otro informe sobre economía plateada, de agosto de 2020.

Allí indican que solo el 21% de los mayores de 60 años pidieron préstamos bancarios en Argentina y señalan que, sobre todo en esta coyuntura, los representantes de la tercera edad hicieron un importante salto tecnológico. De hecho, el uso de equipos y aplicaciones en los últimos años ya había crecido entre dos y tres veces según el rango etario. De todos modos, sigue siendo clave “promover el uso de canales virtuales, productos transaccionales y medios de pago/ cobro digital, como tarjetas de débito, crédito y de prepago”, para este perfil de consumidores.

Asimismo, los adultos mayores hoy buscan seguir formándose (reskilling) en lo profesional para elegir nuevas orientaciones vocacionales que les permitan rediseñar su horizonte laboral como emprendedores. Incluso, muchas mujeres que en el pasado dejaron su vida profesional o académica para el cuidado de los hijos al pasar los 60 años reconocen nuevos deseos e intereses. No hay que perder de vista que ellas viven, en promedio, cinco años más que ellos. En América Latina, hay 8 millones más de mujeres (55% de la población) que de hombres mayores de 60 años. Unos y otros están más dispuestos a consumir oferta vinculada a la actividad física, la belleza, la moda, el entretenimiento, el turismo, la educación y todo lo que los integre y les brinde bienestar, incluso en paliativos para el final de su vida.

Así las cosas, el desarrollo de la economía silver requiere, como indica uno de los informes mencionados, “una amplia discusión que incluya a toda la sociedad y que promueva conexiones, comunicaciones y la búsqueda de soluciones basadas en la cooperación intergeneracional”. Lo que, entre otras cosas, terminaría con la discriminación de la vejez que, desde antes de la novela de Bioy Casares, afecta a personas mayores del mundo. Y, en consecuencia, al desarrollo económico.