La historia de Flamingo comenzó a escribirse en 1954 de la mano de dos amigos, Rodolfo Marinetto y Domingo Bonino, quienes decidieron materializar su anhelo de emprendedor y fundar juntos una heladería, aprovechando la experiencia del primero de estos en refrigeración y la destreza del segundo en el sector lácteo.
Los comienzos no fueron fáciles: a la par de este proyecto continuaban cumpliendo tareas en sus respectivos trabajos, por lo que muchas veces tuvieron que dormir en la heladería, ubicada en Avenida Maipú y Roca, en Vicente López.
Como el negocio heladero caminaba, decidieron expandirse con dos locales más colaterales, cubriendo la extensión actual de la icónica esquina. Los fundadores fueron muy innovadores para esa época: incorporaron la fabricación a la vista, algo no habitual hace 70 años. Esto tentaba a los transeúntes que pasaban por esa esquina, que se quedaban mirando, cautivados por el proceso de elaboración del helado artesanal.
La década del 50 fue una época de crecimiento, tiempos en los que se les permitía a los trabajadores la posibilidad de establecerse y prosperar. "En ese momento, la realidad ofrecía oportunidades diversas, donde se podía trabajar, alquilar e incluso proponerle al propietario la adquisición del establecimiento comercial”, recuerda Alejandro Marinetto, hijo de Rodolfo, convirtiéndose en la segunda generación de dueños, tras el fallecimiento de sus fundadores.
Evolución del negocio
El nombre de Flamingo surgió por una película ambientada en Las Vegas, donde les llamó la atención la marquesina de neón con esa palabra. De ahí también la idea de sumar el clásico letrero de neón que distingue al local y la sucursal situada en la esquina de Maipú y Roca, donde nació y aún se mantiene vigente, que se se transformó en un clásico de encuentros, de festejos, de after hours.
En los 90, Flamingo incorporó cafetería como complemento y delivery. En la actualidad, también, generan nuevas acciones a fin de fomentar el helado artesanal.
“Nuestra sucursal insignia cuenta con unos 120 metros cuadrados y una facturación estimada promedio de 40 millones mensuales, este sería el modelo completo de heladería más cafetería. Luego, para nuestro modelo de heladería exprés de aproximadamente 45 metros cuadrados y la facturación estimada promedio es de 15 millones mensuales", cuenta el emprendedor Marinetto, con gran experiencia operativa, retail y franquicias.
La temporada 2024 empezó con un 30% en alza a pesar de la incertidumbre económica y la variación climática. Desde la marca comentan que, según sus meta,s seguirán en esta tendencia tanto en unidades como en facturación. Y arrancó con dos nuevas propuestas: cucuruchón explosivo y un inédito helado de hibiscus.
El cucuruchón explosivo trae dos bochas de crema de yogur, salsa de frutilla, una lluvia de mini bombones “tipo Cadbury” y un cucuruchito que explota de salsa de chocolate; y el helado de hibiscus, ganache de gin con naranja y chocolate blanco, sabor pensado para los que gustan de nuevas experiencias. Además de los clásicos, se suman sabores especiales como helado con frambuesas bañadas en chocolate, lavanda, macarrón, chocotorta, cheese cake, etc.
Esos gustos, destaca Marinetto, siguen la tendencia del “cucuruchón recargado del sabor del año”, probado por más de un millón de personas y que fue furor en las redes durante 2023.
En la actualidad, Flamingo produce unos 100.000 kilos al año entre las tres sucursales. Hoy se definen como expertos en helado artesanal y apuntan a conquistar nuevos públicos.
“En tanto a proyecciones, nuestra idea es la apertura de 20 locales en 5 años, tanto propios como a través de un sistema de franquicias. Pero, además, a largo plazo estamos pensando en incursionar en otras ramas del rubro gastronómico, como cafeterías y restaurantes”, concluye el empresario con el compromiso de preservar la calidad, la esencia y los valores arraigados en la marca.