La flexibilidad es una de las características más nítidas de las pequeñas y medianas empresas argentinas. Esa capacidad de elongación para poder adaptarse y encontrar la mejor veta de negocios para salir a flote o reconvertirse a tiempo para continuar evolucionando. Así definen Fernando García Frugoni y Carlos Hernán Neudorfer a INGALFA, la constructora que fundaron sus padres hace 45 años y que en el último tiempo explotó su unidad de energías renovables, que hoy se convirtió en el 50% de sus ingresos.
Fernando Carlos García Frugoni y Carlos Neudorfer se conocieron mediante un amigo en común, y en 1976 decidieron emprender con el foco puesto en obras de la industria gasífera. “La creatividad que tuvieron para los negocios no la tuvieron para nuestros nombres”, aseguran risueños sus hijos, quienes llevan el mismo nombre en el documento y hoy dirigen la compañía junto a sus progenitores -aunque señalan que estos tienen la palabra final.
De los gasoductos pasaron a otros proyectos de infraestructura como la construcción de desagües pluviales, desarrollo de espacios de espejo de agua -lagunas- e incluso viviendas en barrios privados cuando tuvieron su momento de auge. Neudorfer (h), quien estudió Ingeniería Industrial en la Universidad Tecnológica Nacional, se unió al emprendimiento familiar hace 15 años. En tanto, García Frugoni (h) se incorporó recién hace poco más de medio año, después de trabajar durante casi dos décadas en compañías relacionadas con el agro.
La unidad relacionada con la energía renovable recién comenzó a gestarse en 2016 a partir de un pedido puntual de un cliente. “Tenía la necesidad de autoabastecerse y hacer eficiencia energética para bajar costos. Entonces empezamos a tratar de entender qué soluciones se podían generar”, afirma Pablo Topczylo, quien se incorporó como socio gerente para este vertical en aquel entonces. Antes de eso, contaba con 10 años de experiencia en el sector de energías renovables.
Ingalfa tiene en construcción 12 mw, 46 de ingeniería y proyectos por 80 mw. Este año proyecta una facturación de $ 800 millones.
Fue así como se puso en marcha el negocio que hoy representa la mitad de los ingresos de la compañía. Su primer desarrollo fue el Parque de los Llanos en Chamical, La Rioja, por un total de 30 megavatios (llevan construidos 23 MW), encomendado por Empresa Federal de Energía S.A. Se trata de un parque solar en el que actualmente están trabajando en su tercera etapa. INGALFA no solo se encarga de la construcción, sino también del desarrollo, montaje y mantenimiento.
“El área creció mucho dentro de la empresa. Hoy tenemos en construcción 12 megavatios, estamos en etapa de ingeniería de otros 46, y están dando vueltas otros proyectos por 80 megavatios”, detallan los socios, que proyectan una facturación de $ 800 millones para este año.
El más próximo a iniciarse -para Tozzi Green- tiene fecha de puesta en marcha para noviembre de 2021 en Tinogasta, Catamarca; en tanto, los otros, ubicados en Chaco, San Luis, Catamarca, Santa Fe y La Rioja, podrían iniciarse entre marzo y julio de 2022.
Todos los proyectos en los que trabajan son solares fotovoltaicos, y detrás hay una explicación que tiene que ver con la esencia de la empresa en sí misma. “Entramos ahí porque era el área que tenía más componente de construcción. En la eólica tenía más que ver con levantar un molino, mientras que estos parques tienen más ese componente que es donde sabemos que somos competitivos”, señala García Frugoni (h). A pesar de esto, no descartan lanzarse a otros segmentos en un futuro. Del total de generación renovable, un 73,8% pertenece a energía eólica y un 10,5% a la solar.
Para los actuales directores de INGALFA, la clave para mantenerse activos en este rubro es la “actualización permanente”. “Este es un momento exponencial de expansión tecnológica -apuntan- que afecta positivamente los costos. Antes solo era competitiva a través de los subsidios y hoy gana. Lo que hay que hacer es estar al día con los cambios tecnológicos y revisando permanentemente la obsolescencia por tecnología”.
Cada parque demanda una inversión inicial de al menos US$ 700.000 por megavatio. “El componente principal son los materiales, paneles, estructuras y aspectos técnicos. Después está el acondicionamiento del terreno y la construcción, que se lleva entre un 15% y un 20% de la obra. Al costo también hay que sumarle la conexión que, dicho en criollo, depende de donde esté el cable para conectarse”, aclaran los ejecutivos.
En 2020 la oferta de energía de generación renovable se incrementó en un 63,7%, de 7.779 a 12.734 GWh, según el informe de CAMMESA. Este crecimiento significó que las energías limpias pasaron a la nuclear y se posicionaron como la tercera en importancia a nivel participación con el 9,4% -un alza de 3,6 puntos porcentuales versus 2019. El objetivo es que para 2025 las energías renovables cubran el 20% de la demanda; sin embargo, Topczylo cree que esto será difícil de cumplir.
“Hoy la meta la veo un poco auspiciosa, aunque tampoco es improbable. Pero el Gobierno actual tendría que tomar ciertas acciones como para apoyar la construcción y el desarrollo de renovables. Bajo ciertas condiciones se podrían llegar a esos valores. Lo que es seguro es que a futuro esto va a seguir creciendo porque no es una moda, sino que llegó para quedarse”, analizó.
Uno de los inconvenientes para avanzar, remarcan, tiene que ver con la falta de definición sobre la continuación de los proyectos del programa RenovAr y el MATER. A algunos de los proyectos que tiene la compañía entre manos se les vencieron los compromisos de obra rubricados, y esperan una prórroga para poder empezar su construcción. “Los que quieren construir, que construyan; y los que no pueden, que negocien una salida y liberen los nodos para los nuevos que quieren venir a invertir. Porque hay gente que quiere invertir más allá de la situación del mercado”, aseguran.
Tras un año de caída en los ingresos, García Frugoni (h) y Neudorfer (h) son optimistas con que en 2021 habrá una recuperación. “Energía se siguió moviendo en 2020, no desde la construcción pero sí desde los proyectos. Así que eso te muestra que hay algo hacia adelante”, expresan. Y agregan: “Tuvimos baches financieros y hubo que reformular equipos, pero comparado con el resto del país no fue traumático para nosotros. Vivimos de haber 'entrado' bien a la pandemia, de algunos ahorros y ciertas actividades que siguieron funcionando”.
Por otro lado, este podría ser el año en el que lleven a cabo su expansión regional, con Uruguay como el primer país apuntado. “Nos presentamos a una licitación pública allá en la que nos fue bien y, aunque después la dieron de baja por temas internos, eso nos ayudó a armar equipos y asociaciones en ese mercado”.