Habría que definir bien pero, si todo sale relativamente bien, Argentina habrá cerrado el extenso capítulo de la renegociación de la deuda privada en dólares en agosto. Aunque aún no hay certezas, Juan Politi dice que todo parece indicar que prevalecerá una actitud constructiva de las partes y que el país va a iniciar un nuevo ciclo positivo en la agenda financiera. Lo cual habilita un balance: Si los pasos se dan naturalmente como imagino, el período abril-agosto 2020 será recordado como una gran oportunidad de inversión en riesgo argentino. Para el vicepresidente ejecutivo de Allaria Ledesma, la señal que se está dando es que después de mucho tiempo se trató mejor al que tenía deuda en pesos que al que tenía deuda en dólares. Y la hipótesis que cree que guió al Gobierno fue que iba a ser difícil negociar la curva en dólares y, en consecuencia, muy poco probable que tengamos nuevos flujos en el mercado internacional de dólares. Se necesitaba un aliado, y el que se eligió es el mercado de capitales nacionales en pesos.
Politi cree que es difícil estar peor que ahora y que, hasta hace muy poco, algunos activos argentinos tenían precios cómicos, precios de una Argentina sin destino. También cree que a medida que empiece a reactivarse la actividad iniciará también la recuperación, pero descarta que tenga forma de V: Estoy convencido de que ese proceso será paulatino y no de un golpe, y eso es justamente lo que permitirá su éxito, que podría ser más evidente recién dentro de un año.
Esa visión sobre las oportunidades en Argentina fue la que motivó a su compañía a crear Allaria Agro hace apenas unos meses, el instrumento con el cual pretendía recuperar Vicentin con capitales nacionales. El proyecto quedó en suspenso con el anuncio de intervención y expropiación de Alberto Fernández, el hecho que para muchos fue la revelación de la verdadera cara del Gobierno. Para Politi, sin embargo, es la demostración de que lo que gobierna es una coalición en la que el Presidente decide armando consensos. Pese al antecedente, aclara, no veo al Gobierno con voluntad de asustar a quienes quieran poner el hombro en la recuperación que vamos a necesitar pronto.
¿Creés que el Gobierno puede recuperar la confianza del mercado?
Es algo que se va generando día a día. Cuando empezó, había cierta desconfianza. En el primer mes y medio sorprendió muy favorablemente con algunas medidas tendientes a manejar bien la cuestión fiscal, dijo que había necesidad de adecuar algunos gastos pero que no se podía seguir ajustando, y que la salida era acordar con los acreedores. Después llegó el Coronavirus y una percepción del mercado de que este espíritu amigable que presentó el Presidente quizás no sea la verdadera impronta del Gobierno. Sin embargo, yo creo que el mercado de la deuda en pesos ha sido la primera gran victoria de esta gestión y es el inicio de un ciclo mucho más largo que se irá consolidando. De a poco se irá trasladando a los activos más privados que requieren una situación más firme para que los propios argentinos se animen a volver a invertir su capital. Hay mucho disponible, solo que está todavía temeroso.
Tu diagnóstico entonces es que los instrumentos en pesos se volvieron un refugio viable para el excedente de pesos provocado por la emisión.
Esa es la evidencia de estos tres meses. El mercado entendió que hay liquidez y que valía la pena apostar a un producto que paga el Estado y ajusta por inflación. Si tenemos miedo a la inflación, es lógico ir por ahí. Eso tuvo éxito y demuestra que el mercado público de capitales está dispuesto a bancarte. También había muchos extranjeros en ese mercado a los que se les ofreció una salida con los bonos en dólares, que yo creo que es una salida inteligente. Es entender que hay actores que habían entrado en otro momento y que hoy no se quieren quedar acá hasta que se vuelva a abrir el cepo. Vieron valer sus títulos a un 30% de paridad y ahora están en un 90%. Es razonable que se quieran ir. Y si no los dejás salir de una manera razonable, te van a presionar todos los días el precio del contado con liqui.
¿Cómo creés que va a quedar la brecha cambiaria en ese escenario?
Creo que podríamos convivir los próximos doce meses con una brecha de entre el 35% y el 50% y con una inflación que podría ir suavemente por encima de los niveles de tasas de interés y de devaluación. Algunos creen que cuando se arregle la deuda van a subir el oficial para acercarse al otro dólar, pero yo no lo veo. Cuando el Gobierno puso el impuesto PAIS en el 30%, de algún modo te dijo: con 30% convivo. Lo que no se puede tener es una brecha de casi el 100%, como llegamos a tener a fines de abril.
¿El exceso de liquidez no puede provocar un salto inflacionario?
La liquidez local es muy evidente y está forzada por la emisión monetaria. Aunque a algunos les genera el temor del fogonazo inflacionario o devaluatorio, a otros nos da la sensación de que no, que esa es la masa que hace que compres bonos en pesos porque confiás en que el Tesoro te los va a pagar. Y quizás después te animes a financiar alguna actividad privada rentable, y después digas che, pongo mi plata en mi negocio. Eso es lo que yo veo como escenario posible y lo que hizo que yo me pusiera a pensar en Vicentin.
Para quienes analizamos la compañía, era difícil entender dónde estabas parado. Lo importante de Vicentin es que el mercado no lo vea como un acto caprichoso.
¿Qué oportunidad vieron en Vicentin?
Nosotros ya habíamos creado una compañía para buscar oportunidades de inversión en el agro y vimos una oportunidad de recuperar a un jugador nacional líder en el sector. Estábamos listos para buscar un acuerdo mixto que generara que el Estado pusiera sus condiciones, porque era un acreedor principal, no podía no ser parte del asunto. La intervención del Estado va en la misma dirección, y abre la posibilidad de reencauzar la actividad de la empresa en un marco más seguro y despejado de incertidumbres en cuanto a posibles irregularidades en el manejo financiero previo. Esas incertidumbres habían hecho difícil el camino de una solución aceptable para todas las partes y el riesgo de pérdida de valor para todos los involucrados (empleados, productores, acreedores, accionistas) era creciente. Había alguna propuesta de vender algunos pedazos de la compañía a entidades extranjeras con participación local. Eso sí hubiera sido una pena. Lo importante es que Vicentin sea lo que tiene que ser: una empresa nacional pujante y vital en un sector estratégico para la economía nacional.
¿Creés que el mensaje que quedó es que el Gobierno intervino por los problemas de Vicentin o porque desconfiaba de una solución privada?
Hay una realidad evidente para quienes estuvimos analizando la compañía: era difícil entender dónde estabas parado. Lo importante de Vicentin es que el mercado no lo vea como un acto caprichoso. El Gobierno parece haber visto una situación difícil de resolverse sola (sin su intervención) y todavía está dubitativo respecto de cómo continuar. Yo creo que en el Estado hubo un debate interno y los que eran más estatistas tuvieron más preeminencia en ese momento, y hoy ese debate sigue. Se intentó avanzar en una solución 100% Estado y eso está generando algunos ruidos que a lo mejor desembocan en otra cosa.
¿Con esas demoras existe el riesgo de que Vicentin quede en un limbo?
Puede ser. Hoy parece que la discusión está planteada entre los accionistas y el Estado para ver quién lidera el proceso. Por eso es importante darle un impulso y generar el espacio para que toda la cadena de valor del agro aporte su mirada. Hoy está en pausa y, cuanto más dure esa pausa, más resentida va a quedar su posición. Yo no tengo dudas de que la solución tiene aristas mixtas. Lo que hay que resolver es cuál es el esquema. Lo que sí me parece que está claro es que esto termina con financiamiento del mercado de capitales. Eso requiere de una claridad, de un proyecto, saber quién decide y hacia dónde va. Porque esa empresa necesita inversores privados, locales, extranjeros, estatales, lo que haga falta.
¿Creés que el Gobierno puede tomar caminos similares en compañías complicadas?
Una vez que el Gobierno lo tomó como alternativa, no se puede descartar. Pero no me parece que sea un modelo. Y además, si ves que no resulta tan fácil, no es tan probable que lo quieran volver a hacer. Tampoco veo al Gobierno con voluntad de asustar a quienes quieran poner el hombro en la recuperación que vamos a necesitar pronto.
¿Qué repercusiones tuvo la intervención en los proyectos de inversión de Allaria?
A mí no me traba el hecho de que Vicentin todavía no haya encontradop una solución, porque sigo viendo que este período abril-agosto es interesante. En Argentina tenés activos a valores muy bajos producto de una sucesión de crisis, una atrás de otra, y me parece difícil estar peor que ahora. Es un momento para pensar dónde te animás a enganchar a la recuperación. La decisión de Vicentin no frena la evaluación de algunas inversiones.
¿Y personalmente?
Yo estoy muy entusiasmado con el país después de tantos años de postración. Tantos años de pensar que no podemos salir. Nosotros hicimos Allaria Agro para meternos en negocios de agro. Y, si no es Vicentin, será otro negocio. No me quedo con ninguna sensación negativa respecto de Vicentin, ni del agro, ni de la Argentina. Con lo cual al día siguiente sigo analizando otras inversiones. Estoy convencido de que Argentina está buena para invertir y que genera oportunidades.
Noticias de ayer
Dos días después del cierre de la última edición de Forbes (donde se publica la versión original de esta entrevista), Alberto Fernández afirmó que se "equivocó" con Vicentin. La declaración fue el prólogo perfecto para lo que se conoció ayer: un acuerdo preliminar para la creación de un fideicomiso dentro del concurso de acreedores que lleva a delante el juez santafesino Fabián Lorenzini. A través de esta figura, accionistas y acreedores de la compañía podrían administrar la salida de una crisis que comenzó en diciembre.
¿Qué opinás de esta salida?
Creo que es un primer paso importante en la dirección del pedido del presidente Fernández para que haya una propuesta superadora. Resta ver cómo se va a formar concretamente el fideicomiso y cómo se tomarán las decisiones principales; sobre todo cómo se definirá la conducción de la empresa. Pero lo importante es que todas las partes van a participar de la solución, entre ellas por supuesto el Estado Nacional y el Estado Provincial, que seguramente tengan un poder de veto importante en los lineamientos estratégicos. La decisión nos brinda más claridad sobre el punto de partida de la situación y sobre cómo sigue la película de Vicentin: es de esperar que con este esquema se llegue a un acuerdo rápido que ponga a la empresa de nuevo en marcha, porque es lo que conviene a todos los actores del proceso.
¿Allaria Ledesma tendría participación en este esquema?
Nuestro interés en el agro argentino es de largo plazo y Vicentín sigue siendo un objetivo para nosotros. El tipo de salida que se está planteando es muy similar a lo que nosotros teníamos en mente con nuestra propuesta: un esquema de propiedad mixto que designe un equipo de management profesional e independiente, para despejar cualquier duda sobre cómo se van a enfrentar los desafíos presentes y futuros de la compañía. Nosotros no somos parte formal del concurso preventivo porque no teníamos acreencias con Vicentin. Ahora, por el recorrido que hicimos en la elaboración de nuestra propuesta, estamos dispuestos a discutir y compartir nuestros planes si los actores involucrados nos convocan y también a participar activamente en la búsqueda de inversores de riesgo y de financiamiento local o internacional, que será muy necesario para volver a funcionar eficientemente. Nuestra expectativa sería llevar a la nueva Vicentin a un lugar importante en el mercado de capitales nacional que conocemos y contribuimos a fortalecer diariamente hace más de 50 años.