Javier Martínez Álvarez ingresó al Grupo Techint en 1990, como joven profesional en el sector de Planeamiento de Propulsora Siderúrgica, que hoy forma parte de Ternium. Ingeniero industrial de la UBA, con un Máster en Management en la Universidad de Stanford, ocupó distintas posiciones de liderazgo en el área comercial en empresas del grupo en América Latina. Su última función en el negocio de aceros planos fue en la Dirección Comercial de Sidor (Ternium).
En 2006 pasó al negocio de tubos sin costura al hacerse cargo de la Dirección General de TenarisTavsa en Venezuela. Luego de la adquisición de TuboCaribe, en Colombia, fue designado director general de la Región Andina y en junio de 2010 tomó a su cargo la presidencia de Tenaris Cono Sur. La pandemia deja muchos aprendizajes y nuevos desafíos. Estamos viviendo las consecuencias; son procesos que venían ocurriendo pero que se turbocargaron, asegura.
¿Cómo fue el impacto en el negocio?
Fue muy distinto de acuerdo con cada industria. Una empresa alimenticia en muchos casos no tuvo impacto porque la gente siguió comiendo. En otro extremo, una firma de espectáculos, entretenimiento o un restaurante tuvo un impacto dramático. Nuestra industria estuvo más cerca de los segundos que de los primeros. La movilidad en el mundo estuvo muy afectada y la energía tiene un vínculo directo con el nivel de movilidad. En la Argentina tuvimos uno de los impactos en movilidad más altos del mundo, si no el más alto. El parate fue total. La caída de equipos de perforación fue muy notable: pasamos de 70 equipos a 0.
¿Ningún país tuvo un parate tan alto?
No tan grande. En el continente fuimos el país que más paró su nivel de actividad. La contracara es Medio Oriente, no cayó mucho y no crece mucho. Norteamérica está recuperándose muy vigorosamente, no todavía a nivel prepandemia, tienen un 20/25% menos. El no convencional, el shale, año a año tiene unas mejoras de productividad increíbles, y la pandemia no hizo más que aguzar el ingenio.
¿Y en Argentina?
El nivel prepandemia, a octubre de 2019, eran unos 70 equipos. Bajó a cero y ahora estamos en 50, pero con algo más de productividad, con lo cual podría ser un equivalente a 55. Bastante recuperado.
¿Cómo imaginás el corto plazo, con todos los efectos conjuntos?
En el corto plazo la respuesta es fácil: se va a seguir recuperando. Está volviendo la movilidad y en la Argentina viene creciendo sostenidamente. Lo que hubo es un cambio interesante de mix, dependiendo del usuario final. Por ejemplo, el gasoil para el campo casi nunca bajó. El de transporte de carga se recuperó mucho más rápido que el combustible. Y un dato de color: los padres llevando a los chicos al colegio representaba entre el 5 y el 10% de consumo de combustible. Eso está dando ese último empujoncito de consumo. En el corto plazo vemos una sostenida recuperación dentro de una tendencia global que tiene que ver con todo el tema ambiental, una tendencia a mediano plazo, a mi juicio, inexorable.
¿Cuál va a ser el futuro de la industria ante esta transformación?
Hay una ventana de petróleo y una de gas. En la de petróleo veo una tendencia de recuperación en el corto plazo y en los próximos años muy sostenida. Hay países que siguen recuperando consumo y van a seguir creciendo. Pero aparece esta tendencia medio inexorable de la electrificación vehicular que se acelera pospandemia. Se habla del peak oil, que es cuándo se va a dar el pico del consumo de petróleo, y es muy probable que ocurra en los próximos años. No sé si son tres, cinco o siete años. Pero hay una ventana de tiempo que si no la aprovechamos se nos va a pasar la oportunidad. Soy mucho más optimista.
¿Hasta cuándo va a recuperar el precio del petróleo antes de que se anticipe a su futura caída?
El precio del petróleo es una combinación entre oferta y demanda. La OPEP como ente de coordinación de oferta ejerció mucha o no tanta capacidad de impactar el precio. Antes, el petróleo estaba muy marcado por inversiones gigantescas. El shale pasó a moderar esos picos de sobreoferta. Durante la crisis el precio creció de manera bastante sostenida. Hoy hay un nivel de precio del petróleo muy sano para que se desarrolle la industria. Para aterrizarlo en Argentina, con el petróleo a US$ 60/70, explotar Vaca Muerta es un negocio rentable. Por eso hablo tanto de una oportunidad para generar divisas, empleo, capacidad de desarrollo, procesos logísticos de automatización que se pueden aplicar a otras industrias o en el gas, que tiene una ventaja más amplia de desarrollo.
¿Y cuándo se capitalizaría esa oportunidad para la Argentina?
En el muy corto plazo. Vaca Muerta es como si hubieses descubierto que tenés 2 millones más de pampa húmeda. ¿Cuándo sería un buen momento para plantarlos? Te diría ya. En petróleo, el imperativo es que quizás la ventana se te va a ir cerrando. El proyecto que desarrollo YPF en petróleo y Tecpetrol en gas probó que el recurso de Vaca Muerta en Argentina hay capacidad para explotarlo, técnicamente es sobresaliente, se puede explotar económicamente y está la oportunidad hoy porque hay un mercado sano afuera y con un buen nivel de precios. La falta de dólares ha sido uno de los grandes dramas que metió a la Argentina en crisis o frenó de manera brutal su crecimiento. Tener otro campo argentino generando divisas es un imperativo, y acá hay un sector que te puede dar esto de manera muy concreta.
¿El impacto podría ser ya?
El impacto podría ser ya con las condiciones adecuadas.
¿Cuáles son las condiciones necesarias?
Se está hablando de algunos cambios que apuntan en la dirección correcta, pero quizás les falta contundencia. Una explotación sólida de Vaca Muerta requiere del ingreso de capitales, a los que hay que darles previsibilidad de poder repagar, y los accionistas que invirtieron tienen que tener la posibilidad de remunerar esa inversión. Todo negocio tiene desafíos. Hay muchos inversores dispuestos a tomar riesgos de la variación en el precio del petróleo, pero si se suma incertidumbre en las reglas de juego se agrega grados de complejidad. El tema es si la Argentina se convence de que acá tiene una oportunidad y en qué magnitud la quiere aprovechar. A mi juicio todavía le falta un poco más de contundencia.
¿Ves que se pueda resolver de acá a los próximos dos años?
En parte puede ser que se vaya acomodando la macro, pero sugeriría no ponerlo atrás de la macro. Hay un tema del huevo y la gallina, pero el sector energético puede ayudar a la macro. Porque en una primera etapa vendría un flujo de capitales y estaríamos discutiendo cómo resarcir esos capitales dentro de equis años cuando el inversor quiera ver un retorno. Es al revés, el desarrollo de Vaca Muerta te puede traer ingreso de capitales al país, mayor pago de impuestos, la generación de empleo genuino y bien remunerado.
¿Cuánto influye el factor ideológico y cuánto las discrepancias técnicas?
No sé cuánto influye lo ideológico. Me imagino que cualquier gobernante de cualquier país tiene el dilema de que, si se lo da a un sector, ¿por qué no a otro? No descarto lo ideológico, pero no me consta que sea el problema. No lo tengo claro. Es una señal que daría si me pusiera en sus zapatos, se puede articular por qué hay que darlo. Un ejemplo: el Plan Gas. Viví la discusión en los últimos tres gobiernos y todos llegaban a la conclusión de que había que promover con un precio diferencial el gas no convencional. Imaginate, si se hubiese hecho eso de manera constante como política pública argentina, la potencia que hubiera tenido hoy el desarrollo gasífero argentino y la previsibilidad que le hubiera dado a una pyme. La Argentina debería tener la capacidad de generar políticas públicas. No pretendo que la política se ponga de acuerdo en todo, pero deberíamos poder en algunas cosas.
¿Y la interferencia tuvo más que ver con intervenciones del área económica, por fuera de energía?
Hay un problema en Latinoamérica, y Argentina no es la excepción, que es que nos falta una mirada de mediano largo plazo en algunos sectores. El país adolece de un cortoplacismo crónico. No quiero echarle toda la culpa a la política porque es una responsabilidad de todo el país. Hay muchos países que llegaron a la conclusión de que la energía es un tema demasiado importante para ser definido de manera táctica, y que es necesaria una mirada estructurada y de largo plazo. No lo tenemos o no lo tuvimos hasta ahora.
Desde lo positivo, la política tuvo un aprendizaje, hay una comprensión de que la energía es un tema crítico, que puede generar un déficit de balanza de pagos fenomenal como ocurrió. Y otro aprendizaje es entender que, por ejemplo, EE.UU. en algún momento promovió el desarrollo de la producción de gas y tuvo un precio diferencial para la venta y para la exportación. O sea, mercados muy competitivos en determinado momento intervienen para desarrollar sus industrias. Hubo aprendizajes y me encantaría ver esto culminado en una política de largo plazo con reglas de juega estable.
Del 1 al 10, ¿qué puntaje le ponés a la gestión de Darío Martínez hasta ahora?
El tema en algún punto excede a los individuos y al instante. Esto es un desafío del país, de la Argentina, si se pudiera decir: Para el desarrollo de Vaca Muerta, hacemos esto y le damos esta regla de juego, ¿estamos todos de acuerdo? Vamos para allá.
¿Nicolás Arceo y Juan José Aranguren, por decir dos personas que tienen una visión antagónica, se pondrían de acuerdo más rápido si no existieran los ministros de Economía de cada espacio?
Yo te digo que la Argentina tendría que sentarse, y la clave es que haya una convicción de avanzar, que se definan estos lineamientos y reglas de juego, y después los secretarios de Energía que entren y salgan ya van a haber participado de este proceso, y van a tener que seguir implementando un blueprint que se lanzó para la República Argentina.
¿Qué impacto puede tener en el negocio el resultado de las elecciones de medio término?
Lo importante son las reglas del juego. Me encantaría que la Argentina no viviera de manera dramática cada dos años. Me gustaría ver una Argentina donde tenemos un conjunto de cosas en las que nos tenemos que poner de acuerdo, fijar reglas y no tocarlas. Si vamos a hablar de Vaca Muerta es probable que tengamos un consenso bastante generalizado en que valdría la pena hacer un desarrollo al menos durante un tiempo para promover la generación de divisas y empleo. Y también es muy probable que en 20 años nos tengamos que poner de acuerdo en un desarrollo que vaya incorporando nuevas formas de energía. Ya tendríamos que haber aprendido que, salvo en situaciones excepcionales (como una pandemia), no queremos tener déficit fiscal. Y esto daría una previsibilidad y una estabilidad al manejo económico. Esta problemática excede una elección.
¿Hay voluntad en los líderes políticos de generar este consenso? ¿O la grieta como herramienta de obtención de capital político en el corto plazo sigue siendo predominante?
Hay un problema hasta mundial en este sentido. La irrupción de la tecnología en el mundo de la comunicación generó mucho compartimiento y un estilo que muchas veces tendió a polarizar más. El problema del agrietamiento en las sociedades está pasando desde el mundo árabe al Brexit, la elección estadounidense y la Argentina. Lo veo como un problema más de esta época.
¿Qué dólar proyectás para el forecast 2022?
Argentina tiene que reducir la brecha, porque hace todo muy complicado, como retener a un joven con ofertas laborales en el mundo. La dispersión de ingresos es tan alta que está generando en algunos sectores una tensión fenomenal porque el nivel de ingresos en dólares paralelos en Argentina es inéditamente bajo. No creo que ese tipo de cambio hoy sea de equilibrio, está reflejando distorsiones e incertidumbres grandes de la macro. Tampoco tenemos que cometer el error de dejar apreciar muchísimo la moneda, porque nos genera un bienestar en el corto plazo de acceder a bienes y viajar, y después termina mal. Me gustaría imaginarme que aprendimos que esto nos mete en problemas. Pero el actual no es de equilibrio.
¿Algo a mitad de camino imaginás?
Veníamos con una dinámica hasta principio de año y ahora hay una desaceleración. Leo lo que veo: una devaluación que venía acompañando más o menos la inflación, y ahora hay una devaluación que no viene acompañando la inflación.
¿Se explica por las elecciones?
Posiblemente. Esto uno lo puede entender (lo táctico), pero espero que no sea una definición estratégica. No creo que sea una definición de estrategia, pero es algo que no deberíamos dejar que perdure porque ya sabemos que nos mete en problemas.