Estrategias 2025 para reducir el consumo energético de los inmuebles
Cobra cada vez más importancia el aislamiento térmico, por cuestiones ambientales pero también financieras. Qué son las passive houses, casos de éxito en el exterior y novedades en Argentina: viviendas con etiquetas de eficiencia y créditos bancarios específicos.

La energía más barata es la que no se consume. En momentos en que todos esperamos con respeto, como mínimo, la llegada de cada factura de los servicios de luz y gas, se acelera el cambio de paradigma sobre el uso racional de los sistemas de refrigeración o calefacción: ya no basta con electrodomésticos de tecnología inverter, o con una eficiencia catalogada como A. Y por eso cobran peso los sistemas de aislamiento térmico, tanto en nuevas construcciones como su incorporación a los edificios y viviendas con años de antigüedad.

Se trata de un cambio cultural que pone sobre el tapete estas estrategias de aclimatación que, además de permitir ahorro energético, mejoran el confort y protegen las construcciones con una inversión que -de acuerdo con los cálculos de Javier Maltz, presidente de la Asociación Nacional de Industrias de Materiales Aislantes (Andima), se recupera en "4 o 5 años en las zonas frías del país, y en unos 7 en el resto".

Se estima que el costo de aislar térmicamente una vivienda nueva representa entre el 1 y el 1,5% del volumen total de gasto de construirla. "Hay que pensar en estos sistemas, que no requieren mantenimiento, antes de poner el primer ladrillo, considerando que los edificios que se levantan en el país tienen al menos 70 años de expectativa de uso", asegura Maltz.

 

70% de ahorro en las facturas

Según datos del INDEC, en diciembre de 2024 la construcción mostró una caída interanual del 14,9% y el Índice Construya, que mide la evolución de ventas al sector privado de los productos del segmento, se mantuvo en noviembre un 24,8% por debajo del mismo mes del año anterior. Sin embargo, para 2025 las expectativas de empresas y analistas marcan que el resurgimiento del crédito hipotecario y la baja de la inflación podrían revivir las obras.

Pero esta potencial recuperación será sobre el cuerpo de un paciente bien distinto al que respiró durante las últimas décadas. Es que así como un niño de 8 años reta a sus padres si no usan el cinturón de seguridad al manejar, las nuevas generaciones empujan hacia un uso cada vez más sustentable de las fuentes de energía, y esa conciencia ambiental va de la mano de un bolsillo flaco que se volvió racional.

"La actualización de las tarifas de servicios públicos hace que la gente se empiece a preocupar por cuánto gasta en luz y gas. Es un nuevo escalón en una evolución de un consumo que tuvo antes como hitos la aparición de la lamparita LED, luego el etiquetado de electrodomésticos, después los autos híbridos y ahora llega finalmente al consumo en las viviendas", observa Federico García Zúñiga, consultor técnico de Andima.

De acuerdo con informes de la Cámara Argentina de la Construcción, el 72% de los proyectos inmobiliarios en el país en estos últimos años incorpora elementos de construcción sustentable, tanto en sus diseños como en sus desarrollos. Pero esto no es suficiente porque se impone una visión integral sobre el impacto energético de las construcciones ineficientes.

 

En una casa no aislada, dice García Zúñiga, "el 50% de la energía que se consume es para climatizarla", en muchos casos con aires acondicionados frío-calor. Si el aparato elegido es eficiente pero el ambiente está mal orientado o mal protegido, se van a necesitar dos equipos inverter, con lo que la mejora se neutraliza.

Para aislación térmica se usan materiales como lana de vidrio, poliestireno expandido y poliuretano, en techos, muros y pisos, que ofrecen una disminución de "hasta el 70% en las facturas de gas y luz en el rubro de la climatización".

Los expertos consideran que una aislación razonable debería contemplar una capa de 3 a 4 cm en paredes y pisos, y de 6 a 10 cm en techos, es decir en lo que se denomina la envolvente de la vivienda, algo que de hecho exigen sendas leyes tanto de la provincia de Buenos Aires como de CABA desde hace más de 20 años para las construcciones nuevas.

Esta estrategia surgió en los años ´70 en países europeos que se enfrentaban a la crisis del petróleo, cuando determinaron que proteger la envolvente no solo ahorra energía sino que permite conservar la generada.

De ahí nacieron ideas de aprovechamiento, tales como las aplicadas en Italia, donde el gobierno dio subsidios con los que se que devolvía el 110% de lo invertido en aislamiento en construcciones nuevas. 

La mirada en este caso fue sostenible a nivel nacional, porque si se consume menos energía queda saldo exportable, es decir, ingresos. Pero a la vez el ahorro impacta en la inversión necesaria por parte del Estado para la generación y distribución de energía, y también en una canalización más adecuada de ese poderío hacia el desarrollo industrial. 

Otro caso fue el de los JJOO de Londres, en 2012, cuando toda la energía que consumió el Parque Olímpico se generó de rehabilitar con aislación térmica 2.000 viviendas y 10 escuelas de la zona. 

"En Argentina, en cambio, las normas de aislación térmica eficiente de hoy nos ponen al nivel que estaba Francia en 1974, o España en 1979. Lo bueno es que se puede aprender de las experiencias de esos países y en lugar de que la evolución nos lleve 50 años, lograrla en 20", coinciden los especialistas.

 

Desafíos 2025

"El desafío real, hoy, es la rehabilitación energética, el retrofitting, porque esa estrategia es la que hará sostenible el bajo consumo. Primero hay que aislar lo mejor posible la vivienda, y luego climatizarla considerando la opción más adecuada en materia de equipos y con energía renovable. El panel solar o lo que se elija es el último paso", dice García Zúñiga.

En ese sentido, se percibe evolución. Las etiquetas que marcan eficiencia energética en los electrodomésticos desde hace años llegaron a los autos híbridos y están desembarcando en las viviendas. De hecho, más de una decena de provincias argentinas ya adhirieron a la norma. 

"La pionera fue Santa Fe, donde Esperanza es el municipio que hará punta a nivel nacional ahora, en enero de 2025. Así como miramos el consumo de combustible de un vehículo antes de comprarlo, el objetivo es observar, además del barrio o la cantidad de dormitorios, el nivel de eficiencia energética de una vivienda", explican.

Esa toma de conciencia va mucho más allá de un compromiso ambiental. "El diagnóstico que permite el etiquetado es la manera de dar un salto hacia un verdadero uso racional de la energía: si agrego esto como aislación, mi casa pasa de G a D, y con esto otro, a B", remarca el titular de Asociación.

Para Maltz, "durante décadas el país prácticamente regalaba la energía. Pero ahora el rubro tiene cada vez más incidencia en el gasto familiar". El bolsillo enseña más que cualquier campaña educativa.

En el caso de los edificios corporativos, se habla de inmuebles con consumo energético "casi nulo" porque, además de la aislación térmica, pueden contar con sistemas de recuperación de la energía de ventilación. 

"En Alemania, por ejemplo, se usa una técnica que en Argentina se aplicó también en una casa en Mar del Plata. Es lo que se llama passive house porque prácticamente no necesita energía para su funcionamiento: tras el aislamiento, se analiza la estanqueidad, es decir, se hacen test para ver los cerramientos, puertas, divisiones. Y se instalan sistemas de recuperación del aire interior que precalientan el que ingresa".

Y agrega: "Si en el exterior el aire está a -10°C, se lo hace pasar por un sistema parecido a las esclusas que funciona con la energía que sobra de otros aparatos de la casa y donde se lo lleva a 15 o 16 y luego sí, desde ahí, a 24. Es como si fueran las aguas grises del aire. Y en el verano podés hacer pasar el aire exterior por debajo de la casa, ya que la tierra se mantiene siempre a 18°C".

Se trata de desarrollos aún incipientes, aunque sí se pueden ver en lo inmediato detalles que suman diseño con criterio bioclimático. Es el caso de aleros para que el sol no sobrecaliente una ventana, paneles fotovoltaicos, calefones solares. A esta movida se suman leyes que en Argentina ya permiten devolver al sistema eléctrico la energía que un edificio o vivienda no usa, ya sea por días de home office o porque la casa tiene algún sistema alternativo de generación.

Y hay más novedades: el Banco Nación y otras entidades empezaron a dar créditos para construir que aceptan incluir en el monto final el costo de los materiales aislantes. El ahorro en el consumo ayudará a hacer frente a esas cuotas.

"La eficiencia energética no es una opción, sino una necesidad para que los profesionales y el sector de la construcción se mantengan competitivos. En 2025 será un diferencial que se sumará a los amenities de los edificios a medida que las nuevas generaciones vayan ingresando al mercado inmobiliario. Es un concepto que ya aparece en los folletos y que -concluyeron los expertos- aportará a la sostenibilidad, pero también a la rentabilidad de un proyecto".