En Argentina hay hambre de ciencia, dice Samit Hirawat - Executive Vice President y Chief Medical Officer de Bristol Myers Squibb (BMS), cuando recibe a Forbes en las oficinas argentinas del laboratorio estadounidense durante su visita al país. Es el número uno a nivel médico de la compañía que trabaja en el desarrollo de drogas para tratar cáncer, pero también otras enfermedades cardiovasculares, inmunológicas y neurológicas que van desde el Alzheimer hasta la esquizofrenia.
Este médico formado en India, pero radicado en Estados Unidos, asegura que encontró en la región a especialistas capacitados para implementar los desarrollos más innovadores y tierra fértil para avanzar con ensayos clínicos. De hecho, la Argentina cumple un rol importante en esa tarea: la firma invirtió más de US$ 60 millones para el desarrollo de ensayos clínicos en los últimos cuatro años en el país y planea duplicar ese número en los cuatro próximos. Además, nueve de cada 10 estudios de BMS son desarrollados en la Argentina, lo que convierte a su filial en un polo para la innovación científica.
Para Hirawat, la diversidad en este tipo de estudios es fundamental para alcanzar el éxito en el desarrollo farmacéutico, ya que no todas las personas transitan las enfermedades de la misma manera. En eso, la inteligencia artificial (IA) ya está colaborando para usar mejor los datos que recolectan e identificar dónde están las necesidades. Sin embargo, el experto asegura que hay que saber usarla para evitar sus riesgos: Tenemos que volvernos más inteligentes para usarla correctamente.
¿Cómo eligen qué áreas de investigación priorizar y en qué están trabajando ahora?
Estamos en un punto muy interesante para la compañía. Esta es una empresa de más de 130 años y ahora, cuando pensamos en ciencia, la entendemos muy en profundidad. El mundo en general entendió a la ciencia mucho mejora ahora. Pero lo que estamos buscando es convertir eso en medicinas significativas, que realmente transformen la vida de los pacientes. Empezamos como una compañía conocida por el cáncer, pero evolucionamos en distintas áreas y nuestro foco ahora no está solo en cáncer referente a tumores sólidos u órganos, sino también de sangre. También somos líderes en medicina cardiovascular, por nuestros medicamentos para prevenir coágulos de sangre. También nos estamos consolidando como un líder más grande en inmunología, donde tenemos varias drogas en desarrollo. Y ahora lo nuevo que añadimos es neurología, en dos áreas: neurodegeneración -cuando las neuronas empiezan a morir, como en el Alzheimer- y psiquiatría -donde recientemente adquirimos una compañía que está probando una droga nueva que será una de las primeras en los últimos 20 años que propone un nuevo mecanismo para tratar pacientes con esquizofrenia.
¿Qué números analizan antes de decidir un proyecto? ¿Hay algún criterio?
Sí, pero no se trata de los números. Es más sobre dónde hay una necesidad insatisfecha. Dónde tenemos el expertise, las capacidades, el background científico y los recursos para ir por esa ciencia. Si pensás en oncología, el cáncer es una gran necesidad insatisfecha. No hay medicinas suficientes. No hemos curado el cáncer todavía y los pacientes están muriendo. Queremos hacer una diferencia ahí y demostramos que podemos, gradualmente, marcar una diferencia en la vida de muchos pacientes. En Argentina nuestros medicamentos para inmuno-oncología están aprobados para tratar 27 tumores diferentes. Y a medida que sigamos progresando vamos a seguir trayendo más innovaciones, más formas de tratar el cáncer. Si pensás en hematología o cáncer en la sangre, desarrollamos muchos medicamentos para el tratamiento, por ejemplo, de mieloma múltiple. Ahora estamos trayendo nuevos medicamentos para el tratamiento del linfoma y para la leucemia. En medicina cardiovascular, los coágulos de sangre llevan a diversos desenlaces como infartos, así que estamos probando medicamentos para eso. En neurología no hay muchas drogas para tratar el Alzheimer, pero, además, trae otras consecuencias como problemas cognitivos, así que estamos desarrollando drogas para tratar esos trastornos asociados, además de drogas específicas para el Alzheimer. Trabajamos en áreas donde no hay muchas drogas o donde hay una gran necesidad médica, no se trata tanto del número de pacientes. Eso viene en segundo lugar.
¿Encuentran el talento necesario para ir detrás de esas innovaciones?
El buen talento lleva a buena ciencia, la buena ciencia lleva a buena medicina, y la buena medicina lleva a buenos resultados. Así que cuando pensamos en talento buscamos en todo el mundo. No importa dónde estés. Nuestras oficinas principales están en Nueva Jersey, en EE.UU., pero incluso dentro de EE.UU. nuestro talento está basado en distintos estados. Los equipos de desarrollo de drogas están en Suiza, en China, en Japón, en India. Pero, además, llevamos adelante nuestros ensayos clínicos en 47 países distintos, Argentina es uno de ellos y es parte de nuestro top tier de países. Si pensamos en drogas, hoy hay más de 90 ensayos clínicos en desarrollo en Argentina. Trabajamos con más de 1.500 médicos y más de 100 instituciones médicas aquí. No pensamos el talento solo en EE.UU. o solo en Europa, vamos a ir a cualquier lugar para encontrar el talento. Estamos en 2024, la gente se puede mover, puede trabajar por email o videoconferencias: la movilidad no es más un problema. Es más fácil conectar con el talento, pero también es más difícil encontrar buen talento, pero vamos a ir a donde sea necesario.
¿En dónde reside la dificultad para encontrarlo?
Lo que aprendí en mis años en la industria es que nadie nace sabiendo desarrollar drogas, lo aprenden. A veces necesitas encontrar el talento donde encuentres la habilidad para desarrollarlo. Podes encontrarlo en la industria, en las universidades, en la industria tecnológica, en los doctorados, tenés que ir y realmente buscar las habilidades para desarrollar. La ciencia evolucionó, ya no se trata solo del laboratorio o del hospital. Hay muchas cosas que suceden en el medio del hospital y del laboratorio. Tenés que encontrar talento que cubra toda esa brecha.
Diversidad y la Argentina como hub para la innovación
¿Por qué Argentina es un hub importante para eso?
Hay muy buenos doctores aquí. En Chile y Brasil también. América del Sur en general, y esta región en particular, tiene instalaciones increíbles para el tratamiento de pacientes, también médicos muy bien entrenados. Están haciendo muy buena ciencia y tienen un muy buen entendimiento de los ensayos médicos: cómo tratar a los pacientes, cómo recolectar data, cómo reportarla, tanto desde el punto de vista de la calidad como de la ética. Saben trabajar con los reguladores, presentar la data en conferencias internacionales, saben cómo publicarla. Por otro lado, hay muchos pacientes aquí que tienen las enfermedades, pero no necesariamente tienen acceso a medicina buena e innovadora. Así que queremos traer las innovaciones adonde están las necesidades y Argentina es uno de esos países donde hay necesidades y médicos que realmente pueden usar esa innovación para tratar a sus pacientes. Y tienen el hambre de ciencia y de aprender más. Es una combinación perfecta.
¿Por qué es importante que haya diversidad en los ensayos clínicos?
Cuando desarrollamos medicamentos, las drogas deben funcionar tanto para la gente que vive en EE.UU. como en Argentina, Perú, India o China. E incluso dentro de un mismo país hay diferencias. Si pensás en el mieloma múltiple, su incidencia es más alta en personas negras. Entonces, si hacemos un estudio solo entre la población caucásica, seguramente esa no sea la población donde más se use la droga. Por eso tenemos que pensar en diversidad y en convocar a los pacientes adecuados. Tomamos ese compromiso en 2020 durante el Covid, cuando vimos que los pacientes provenientes de minorías eran ignorados. Empezamos en EE.UU. y abrimos más puntos de ensayos en áreas donde vivieran minorías. Y ahora en 58% de nuestros sitios de ensayos están ubicados en esas áreas en EE.UU.. Incluso estamos haciendo eso en Argentina también: nuestro objetivo es tener 20% de nuestras locaciones en áreas donde viven las minorías, pero ese es solo el comienzo. Tenemos que pensar a la diversidad en escala global.
¿Qué innovaciones traerán a la Argentina?
Son muchas, pero voy a dar dos ejemplos. En cáncer, estamos creando una plataforma para la degradación de proteínas. Nuestro cuerpo produce distintos tipos de proteínas, algunas buenas y otras malas. Las malas están asociadas al cáncer, por lo que queremos degradarlas. Tenemos un gran número de moléculas que estamos probando para degradar esas proteínas y romperlas. Una aplicación de eso es en el mieloma múltiple. Ya estamos en las etapas finales de esos ensayos usando esas moléculas, en el mundo y en Argentina también. Queremos ser los primeros en hacerlo. En segundo lugar, seguramente escucharon hablar sobre la terapia celular, donde se toman células de los pacientes, se pasan por una ingeniería, crecen y se toman células específicas para devolverle al paciente para que su sistema inmunológico las haga crecer y pueda pelear contra las enfermedades. Desarrollamos terapias celulares para pacientes con linfoma y mieloma múltiple, pero ahora estamos llevando esa innovación para tratar enfermedades autoinmunes como lupus o esclerosis múltiple. Comenzamos estos estudios en EE.UU., pero en esta visita tuve varias conversaciones para traer esa innovación a la Argentina. Así que vamos a trabar muy rápidamente con las autoridades y los científicos aquí. Y aquí es donde tenemos que conectar el talento. Porque esta terapia celular tiene que darla un hematólogo, pero ellos no son los que ven a los pacientes con lupus. Esos son los dermatólogos. Así que tenemos que conectar a esos especialistas para que puedan referir a los pacientes para que puedan usar estas terapias. Tenemos que pensar fuera de la caja para conectar estos puntos.
IA y data: con un pie en el acelerador
¿Cambió la industria de los ensayos clínicos luego de la pandemia?
Las lecciones que aprendimos de ese tiempo son, primero, que entendimos mejor la conectividad entre las personas. Que realmente podemos contactar a pacientes de diferentes maneras. Y lo estamos usando cada vez más en medicina, en ensayos clínicos. Aprendimos a reunir más y más data. Durante el Covid, por ejemplo, muchos pacientes se vacunaron y pudimos ver data de miles de pacientes a la vez. Pero, ¿cómo hacemos eso con pacientes con cáncer o Alzheimer? Empezamos a aprender cómo recolectar data de miles de pacientes y analizarla en poco tiempo. Aprendimos cómo hacer las cosas más rápido: cómo identificar a los pacientes, cómo tratarlos, cómo analizar la data, cómo tratar con los entes reguladores, cómo responder preguntas. La IA va a jugar un papel importante y la estamos usando ya en diferentes estadios del desarrollo de drogas para acelerar tiempos y llegar más rápido a más pacientes.
¿Cómo trabajan con AI y cuáles son sus riesgos?
Cualquier tecnología, si no tenemos un buen uso de ella, puede causar más daños que beneficios. Los humanos son inteligentes, porque son los que desarrollaron la IA: ahora tenemos que volvernos más inteligentes para usarla correctamente. La estamos usando en distintas partes tanto de la organización como del desarrollo de drogas. Por ejemplo, cuando empezamos un ensayo, tenemos que escribir un protocolo y con IA y machine learning ahora podemos automatizar ese proceso. Trabajamos con muchos documentos, pero ya no tenemos que escribir todo de la A a la Z. Usamos los algoritmos para identificar lo que tenemos que tomar para empezar un documento nuevo de forma automática. Luego las personas solo tienen que editar. Lo mismo si tenemos que traducir documentos.
Otra forma: tenemos ensayos clínicos en 47 países y la IA nos puede decir dónde están los casos más importantes, como dónde hay más pacientes de lupus o dónde hay más pacientes con algún tipo particular de cáncer. Y ahora tenemos los algoritmos para analizar esos datos de forma más sencilla y rápida.
Con la tecnología que tenemos hoy, ¿podremos hacer medicina más accesible en el futuro?
Cada vez que desarrollamos medicamentos tenemos que pensar en el valor que agregan a los pacientes. Creemos en drogas que van a ser transformacionales. De hecho, estamos reviendo distintas drogas que estaban en nuestro portafolio de desarrollo y decidimos no avanzar con ellas porque vimos que el aporte no iba a ser lo suficientemente grande. Queremos traer grandes beneficios para la sociedad y, por eso, lo que viene aparejado es un valor que tiene que reflejar ese cambio en los resultados. Para que la ciencia progrese, tenemos que alimentarla. Para eso tenemos que darle valor a las drogas, a la investigación, a todo. En BMS invertimos US$ 9.500 millones cada año en investigación y desarrollo, y eso tiene que venir de algún lado. El precio de los medicamentos tiene que reflejar el valor que aportan a la sociedad y a los pacientes.
¿Cómo ves el futuro de la I+D?
Muy brillante. Estoy en la industria hace 22 años, estudié medicina en 1997, un momento en el que no podíamos tratar el cáncer de mama correctamente, el melanoma mataba a la gente en seis meses o los pacientes con cáncer de pulmón tenían una corta esperanza de vida. Mirá lo que hicimos hasta ahora. Estamos tan adelantados y entendemos la ciencia, la patología, cómo funcionan las enfermedades y aportamos drogas transformadoras. Antes hablábamos de volver a algunas enfermedades crónicas; ahora estamos, por primera vez, hablando de vivir sin cáncer. Esa es la esperanza y el futuro que veo.