En los primeros minutos de la película Up, su protagonista se rehúsa a vender la casa de sus sueños, donde vivió con su esposa por décadas. Mientras tanto, el crecimiento urbano se apodera del barrio y la vivienda queda pequeña, pero firme, en medio de rascacielos y torres.
En Miami Beach, en el número 414 de la calle 71, entre Byron y Abbott, ocurre una magia similar. El ya mítico restaurant Café Prima Pasta se alza tímido en una manzana desértica que, en menos de dos años, será poblada por grandes obras de la arquitectura moderna y un centro comercial. Y aunque a Gerardo “Gerry” Cea, su dueño, le ofrecieron grandes sumas de dinero para comprarlo, una historia larga y nutrida de encuentros familiares, aprendizajes y mucho trabajo pesaron más en la balanza.
Café Prima Pasta nació hace 30 años, el 26 de octubre de 1993. En ese entonces, un joven Cea, que todavía no había cumplido los 30, decidió apostar por un negocio que fue hijo de su propia experiencia en locales gastronómicos y de la mejor escuela donde pudo haberse educado: la cocina de su papá. Con una inversión inicial de US$ 15.000, el restaurante fue ampliándose a dos locales contiguos hasta que Cea compró la propiedad por US$ 400.000. El empresario lleva invertidos US$ 1,3 millones y alcanzó una facturación anual de US$ 6,5 millones en 2022. En un año sin precedentes, Cea estima que 2023 superará esa cifra en más de US$ 1 millón.
“El primer día que abrimos teníamos 28 sillas en el salón y les dimos de comer a 45 personas”, recuerda. Café Prima Pasta fue creciendo y, para diciembre del primer año, ya había suma do 220 comensales. Hoy, el número de asientos se quintuplicó y el local recibe unas 500 personas promedio por día.
Personajes como Madonna, John Travolta, James Caan, Billy Joel y Gianni Versace fueron algunas de sus visitas más ilustres. Pero quizás la más significativa fue la de Lionel Messi que, luego de firmar su contrato con el Inter Miami en julio, se cambió de ropa y fue a comer a Prima Pasta. Sus fotos con una de las guitarras de Cea se viralizaron y el local experimentó una explosión de visitantes que querían saber dónde se había sentado Messi y qué había comido.
Un negocio familiar
La cultura del trabajo y la pericia en la cocina no fueron capacidades que Cea adquirió arbitrariamente. Descendiente de una familia italiana, es hijo de Arturo, que fue durante muchos años encargado de un edificio en Palermo, y de Carla, que se dedicó a su casa cuando nacieron sus tres hijos. Aunque sus padres provienen de familias muy pobres, según Cea, los estudios de Arturo en una escuela de gastronomía, donde se recibió de chef, serían la génesis del restaurante.
Cea convenció a sus padres de mudarse a EE.UU., donde ya vivían familiares. Allí dejó su vocación de músico y empezó a trabajar en restaurantes bajo la supervisión de un tío, donde también se codeó con miembros de la “Cosa Nostra” italiana. En Miami, donde la familia se mudó en 1988, fue despedido de un restaurante porque no quería trabajar los fines de semana: “Me fui amargado y me puse a llorar. Llamé a un primo y a un amigo para ir al cine y mientras caminábamos por una calle de North Beach vimos un cartel de un local en alquiler. Me volví loco”.
Para esa época, tuvo un sueño que no está seguro de si fue dormido o despierto. En él veía una pared verde oscura y fotos en blanco y negro. “Me imaginé el restaurante y a personas disfrutando de la cena”, asegura.
Arturo fue el primer chef y su menú original se sigue al pie de la letra. Y aunque el padre de Gerry ya colgó su delantal, todas las semanas da una vuelta por la cocina y comprueba que los colores, sabores y reducciones de la carne sean los correctos. Su mamá, que tiene un postre en su honor llamado Tarta de Manzana Mamá Carla, trabajó durante 20 años en el restaurante, y Fabián, su hermano, es su mano derecha. Lucas, su hijo, que estudió Administración de Empresas, se encargó de ayudar a Cea con temas financieros, y Gisela, su esposa y compañera, es su apoyo emocional. “Si mi familia no me hubiera acompañado en este negocio no sé si hubiese llegado hasta acá. Fueron un puente muy grande, una ayuda y una inspiración increíbles. Hay mucho amor”, reconoce.
Modelo de negocios
Café Prima Pasta emplea 60 personas con quienes mantiene reuniones diarias y ofrece un menú italiano variado, con delicias e innovaciones culinarias donde el plato fiocchi rapera, que lleva una salsa secreta de trufas, es la vedette de la carta. Es lo que Cea denomina “un restaurante familiar lleno de sorpresas y magia” porque siempre ocurre un suceso inesperado. Una celebración especial, alguien que saca un anillo de diamantes para proponerle matrimonio a su pareja, casamientos de todo tipo y hasta fiestas de divorcio con sus protagonistas incluidos.
Además, es sede de un pequeño estudio de música con varias guitarras en sus paredes, donde Cea le da rienda suelta a su veta artística y donde supo compartir zapadas con Lenny Kravitz o René de Calle 13.
El lugar posee una ambientación muy cálida, con toldos rojos y paredes negras en el exterior, y ornamentos de estilo moro y losas de madera en su interior. Fotos de actores, músicos y deportistas custodian celosas cada salón y cuidan las mesas de quienes lo visitan. Pero quizás lo más notable es que cada rincón de Prima Pasta posee una identidad propia y cada quien tiene su lugar.
Desde la barra de tragos a la entrada, la heladera a la vista con los diferentes sabores de helados, las mesas redondas de las esquinas, los decks en la parte exterior y el salón privado con vinos añejos de cepas variadas. Café Prima Pasta les abre sus puertas a todos por igual: es que el maître recibe a cada cliente con su nombre de pila, lo acompaña a su mesa y le pregunta si todo estuvo bien al final de la velada. Y Henry, encargado de la barra, les da la bienvenida con una sonrisa y una habilidad única para preparar cocktails.
Además de colaborar con la Fundación Jean Maggi, que brinda ayuda a niños con discapacidades, Cea sueña con inaugurar un Power Lunch en el corto plazo y seguir fidelizando a sus clientes. “Mi objetivo principal es crecer en el servicio y en la calidad de la comida. Quiero que todos los que visitan el restaurante se sientan VIP”, afirma.
Según el empresario, los clientes eligen Café Prima Pasta por una combinación de cuatro factores que ellos denominan magia: el servicio, la comida, el ambiente y la relación precio-calidad. Atravesar las puertas del restaurante significa ingresar directamente a la casa de “Gerry”, un visionario soñador que, aunque priorizó la gastronomía por sobre su vocación artística, hace música desde hace 30 años en cada plato que ofrece y cada copa de vino que sirve.