Una ciudad sin un polo tecnológico y de innovación es una ciudad en desventaja. Barcelona, que se reinventó con los Juegos Olímpicos de 1992, busca dar otro salto, pero esta vez apuesta a la materia gris y no a los músculos. Y apuesta a los argentinos, muy bien recibidos a la hora de sumar talento, imaginación y audacia.
"Son perfiles muy potentes", dice Miquel Martí, CEO de Tech Barcelona, durante una entrevista con Forbes Argentina en el Palau de Mar, una de las sedes de la asociación y edificio soñado: frente al Mediterráneo, entre el barrio de la Barceloneta y el Gótico, en su interior hay una actividad incesante de instituciones, emprendedores e incubadoras. Si hay un sitio en el que se puede crear y trabajar confiando en que la inspiración tarde o temprano llegará, ese es el Palau de Mar.
"En 2023 había más de 100.000 personas trabajando en el sector digital en Barcelona, de los cuales el 50 por ciento eran internacionales, y el 50 por ciento, también, ligados a Internet".
Martí, un ingeniero catalán de hablar suave y pausado, lleva desde el nacimiento de Tech Barcelona, en 2013, involucrado en un proyecto que busca hacer de la ciudad española una referencia en el sector de la innovación, situarla en niveles similares a los de Londres, París, Berlín, Amsterdam y Estocolmo, sin dejar de poner un ojo en el gran trabajo que hacen en España ciudades como Madrid, Bilbao y Málaga.
"A pesar de que con la guerra en Ucrania ha habido cierto bajón en la inversión, España se mantiene en el grupo de los cinco o seis primeros. Y España figura como el segundo país en Europa que escogerían los emprendedores a la hora de crear una nueva compañía".
"Lo que somos es una asociación de emprendedores, creada por emprendedores, que lucha para hacer de Barcelona un polo tecnológico de relevancia internacional", resume Martí antes de entusiasmarse con lo que está sucediendo en Barcelona Tech.
"Se están creando cada vez más compañías que tienen visión global, pero con mucha visión hacia Latinoamérica, por un tema de idioma y de mercado. El flujo de talento que va y viene entre ambas orillas es muy relevante. Y hay cada vez más capacidad de inversión de Latinoamérica en España. De México, por ejemplo".
El caso de Argentina es diferente: desde el sur del sur no llegan inversiones, sino conocimiento, nuevas ideas, iniciativa e impulso.
"Desarrolladores, diseñadores, business developers", detalla Martí, que cada pocos pasos en las amplias instalaciones del Palau de Mar se cruza con un argentino, ya sea su asistente o algún emprendedor.
"Los argentinos aportan una cierta capacidad, una cierta apertura de miras. Son capaces de afrontar los proyectos. En esto se parecen bastante a la gente del sur europeo, en tener una cierta imaginación a la hora de afrontar proyectos. No se someten a una estructura determinada de pensamiento, cosa que es algo muy apreciado en el sector".
En ese recorrido junto a Forbes Argentina por los diversos edificios en los que se reparte Tech Barcelona aparecen Matías Cabuli y Martín Briones, creadores de Butcamp, una idea de apariencia sencilla, pero con gran potencial de éxito.
"La misión de Butcamp es generar una comunidad, usualmente a través de experiencias", explica Cauli, de 27 años, a Forbes Argentina.
"Puede ser haciendo coaching, cerámica, baños de hielo, yoga o meditación. A veces son tres horas en un bar, a veces es un fin de semana, tres días en una casa en medio de la naturaleza", añade el emprendedor.
La oferta es especialmente atractiva para las empresas y sus departamentos de recursos humanos, tantas veces necesitados de ideas externas: "Tenemos un departamento para trabajar con empresas, la parte B2B. Rediseñamos y redimensionamos los team buildings de empresas".
Briones, de 30 años, trabajó por años en el mundo corporativo, al igual que Cabuli, y cuando cambió Buenos Aires por Barcelona fue, también, para no volver a ese mundo.
"Nosotros siempre tuvimos ganas de emprender, en nuestras familias siempre tuvimos algún emprendedor. Y somos los dos muy sociales, nos encanta conocer gente, conectar gente. A su vez, buscamos que la gente se desconecte de la ciudad, en la que vamos todo el día como pollos sin cabeza. Es algo necesario en este mundo tan tecnológico y a veces tan impersonal".
El pedido más extraño que recibieron Cabuli y Briones en Butcamp provino del español Aleix Espargaró, un ex piloto de Moto GP. "Vino y nos dijo 'quiero que me organicen un set de seis juegos para mi cumpleaños'. Y ahí le armamos una carrera de bicicletas pequeñitas alrededor de todo el evento. Una competencia de limbo, una competencia de saco en bolsas, una competencia de preguntas y respuestas, en donde tenían que correr los 60 invitados y agarrar un micrófono. Hubo muchos lastimados, debo decir", recuerda riendo.
Butcamp no sería lo que es de no desarrollarse en Tech Barcelona, coinciden los dos emprendedores argentinos, que se beneficiaron del programa EAE Emprende Barcelona. "Estar acá es un caudal de oportunidades gigantes, estar en este edificio nos da la posibilidad de trabajar rodeados de las empresas quizás más grandes de Barcelona. Tocar puertas es mucho más cercano que un mail o un llamado de teléfono. Tech Barcelona nos da un acceso al que nunca podríamos haber llegado".
Martí sonríe levemente cuando se le pregunta si Tech Barcelona planea abrir una delegación en Buenos Aires, al estilo de lo que Alemania está haciendo con German Accelerator.
"Por ahora no, pero no es descartable en el futuro. Lo que es seguro es que hay una vocación de colaborar con instituciones que estén funcionando, contactos que nos permitan intercambiar talento, intercambiar ideas, intercambiar actividades. Que la gente pueda ir a conocer otros mercados sabiendo que puede aterrizar en un sitio determinado".
"No descartamos el poder tener antenas en otros sitios del mundo. El talento es la conexión permanente y el intercambio de conocimiento. Eso es algo que necesitamos todos en este mundo ultra conectado".
Martí quiere llevar a Tech Barcelona al nivel de los centros de innovación y tecnología más potentes del mundo. "Quiero competir con Miami para ser un buen puerto de entrada a Latinoamérica. Y quiero competir con Boston para tener las mejores compañías de salud", dice, ambicioso.
El apartado de la salud es uno de los más pujantes y presentes en Tech Barcelona, y allí hay otro argentino que juega un papel clave: Mariano Vázquez, CTO de Elem Biotech.
La compañía, con 23 empleados instalados en el "Pier 7", otro de los bellos edificios de Tech Barcelona, se dedica a crear "gemelos digitales" de órganos humanos. Así se mejora la velocidad de los ensayos clínicos, pero se evita también la crueldad animal.
"Trabajo en modelos de predicción de arritmia de los medicamentos", explica a Forbes Argentina Paula Domínguez, una ingeniera biomédica de Galicia que investiga a partir de "corazones virtuales" hechos con tecnología 3D.
"Estos modelos 3D reproducen el comportamiento del órgano completo. Lo normal, con la tecnología existente hasta hoy, era centrarse más en el efecto celular, solo en la célula en sí".
¿Y cuál es la diferencia? Domínguez lo explica con entusiasmo. "Cuando solo miras el efecto en la célula estás tal vez perdiendo detalle. Lo que hemos observado en general es que hay eventos en los cuales se puede producir una arritmia que se puede observar en el efecto a escala del órgano, pero no a escala de la célula, por ejemplo".
De Vázquez, el CTO argentino, se habla con admiración en la luminosa tarde de finales de verano en Barcelona. Es otro de los argentinos que aporta talento en esa incubadora de ideas y talento que es Tech Barcelona."Somos de todos lados, somos multiculturales", resume Domínguez.