La producción de Broadway de Othello, con Denzel Washington como Otelo y Jake Gyllenhaal como Yago -ambos ganadores de premios Oscar y Tony a la actuación- no solo ha roto récords artísticos, sino también económicos. Durante su segunda semana de preestrenos, la obra superó todos los ingresos de obras no musicales en la historia de Broadway, según datos de la industria.
El precio promedio del boleto la semana pasada fue de US$ 338,83, pero los asientos centrales en el Orquesta -las más cercanas y caras- y algunas filas del Mezzanine -las zonas elevadas- se venden por US$ 921 cada ticket.
Estas cifras no excepcionalmente caras: de acuerdo a una investigación una adaptación escénica de Good Night, and Good Luck con la superestrella George Clooney tiene un promedio de US$ 303,75, mientras que Glengarry Glen Ross con Bill Burr, Bob Odenkirk y Kieran Culkin -acaba de ganar un Oscar- ronda los US$ 207.40.

¿Por qué suben los precios?
Producir en Broadway es más costoso que nunca, especialmente tras la pandemia. La mayoría de las obras pierden dinero y luego bajan de cartelera, por lo que los productores apuestan por cortas temporadas con estrellas, estrategia que atrae audiencia y permite a los actores regresar rápidamente a Hollywood, donde los salarios son más altos.
La paradoja de la accesibilidad
Mientras Othello se convierte en un símbolo de exclusividad, otras nueve obras en Broadway ofrecen entradas por menos de US$ 50 y las mejores a no más de U$S 150 -depende el sistema de compra-, como sucede con un clásico eterno como Chicago o la popular y muy juvenil Harry Potter y el niño maldito, obras aclamadas a los que los aficionados al teatro y los fanas de los viajes exclusivos para ver Broadway siempre pueden acceder con descuentos mediante concursos online, códigos promocionales o compras directas por el sistema TKTS.
Sin embargo, en los últimos tiempos la brecha entre oferta y demanda es abismal. Desde hace años el precio promedio habitual en Broadway es de US$ 134,96, pero en la gran manzana ya todos reconocen que los espectáculos más codiciados operan bajo una lógica de mercado: dinámica de precios que ajusta tarifas en tiempo real según la demanda.
El dilema ético y financiero
Los productores argumentan que subestimar los precios beneficia a revendedores que especulan con los boletos, desviando ganancias de artistas e inversores. Pero para muchos amantes del teatro, estos costos son un obstáculo cultural.
La tensión entre rentabilidad y accesibilidad no es nueva. Como señala un análisis de la industria, los precios reflejan la ley de oferta y demanda: menos de 1.042 asientos disponibles para Othello frente a una demanda global.
¿Qué viene después?
Las reseñas de Othello —programadas para publicarse en los próximos días tras su estreno— podrían influir en los precios. Si los medios más influyentes escriben críticas que son positivas, los boletos podrían subir aún más; claro, si son negativas, podrían bajar, aunque la obra ya tiene una venta anticipada más que significativa.

Mientras tanto, el modelo de espectáculos de alto costo se extiende más allá de Broadway: conciertos de pop -ver a Taylor Swift en Argentina no era una locura para alguien que vive en EE.UU., en algunas ciudades el viaje podía costar menos que verla en Los Angeles- y eventos deportivos como el Super Bowl que desde 2020 también registran precios récord que alcanzan precios de entre U$S 10.000 y 40.000 las más caras del centro de la cancha.
La pregunta que queda en el aire para los productores es si este enfoque del negocio teatral es sostenible a largo plazo o si, como advierte un crítico neoyorquino, convertirá el arte en un "negocio sucio" para especuladores de un mercado oscuro.
A propósito, vale aclarar que muchos de los precios citados más arriba corresponden a una pesquisa realizada por Internet hasta el 23 de marzo de 2025. Según se aclara, esas cifras pueden variar según la demanda y las estrategias de los productores.