Pese a la coyuntura propia de la Argentina, a un nuevo Gobierno que recién estaba dando sus primeros pasos -al menos después de un receso de cuatro años-, enero 2020 traía consigo esa esperanza calendarizada que genera un nuevo año.
Allá lejos, en el hemisferio oriental, el COVID-19 tomaba fuerza y la idea de una pandemia parecía ser solo un evento noticioso con buen rating. A nivel regional, empresas y gobiernos miraban todo desde lejos y continuaban con sus planes para la nueva década. Pero bastaron solo dos meses para que la incertidumbre, ese mal al que cualquier político, estadista o CEO le teme, se apropiara de sus proyectos y previsiones.
El mundo cambió drásticamente y las organizaciones debieron hacer un máster acelerado para seguir en carrera. Todo lo que hasta ahora había sido una tendencia, ya sea tecnológica, de recursos humanos o de procesos, ya estaba acá y era hora de empezar a aplicarla.
Casi sin tiempo de leer el manual de instrucciones, los líderes de compañías de todos los tamaños debieron poner a prueba sus habilidades para sobrevivir, y en algunos casos poder salir airosos de este tipo de situaciones inusuales que pueden aparecer una vez cada cien años.
Hoy, con la cursada en camino, muchos se dieron cuenta de que ya nada volverá a ser igual; que la vida, las empresas y las personas ya tomaron otro rumbo, el de la dichosa nueva normalidad que todos desconocen.
En ese camino se aceleraron procesos y comenzaron a vislumbrarse atisbos de situaciones, procesos y capacidades necesarias para sobrellevar este futuro que se acerca.
Claramente hubo un reseteo, no volveremos a ser como éramos antes y tenemos que actuar de manera diferente, explica tajantemente Alejandro Melamed, coach ejecutivo y director de Humanize Consulting durante el Summit Virtual Workplace Transform LATAM. El futuro está acá, ya no faltan muchos años para que las tendencias en el mundo del trabajo y de las sociedades se hagan realidad.
Que el home office y el teletrabajo llegaron para quedarse es un enunciado que, aunque cierto, ya aburre. Casi todas las empresas debieron aplicar la modalidad remota para seguir operando, pero no por eso se puede hablar de éxito en la implementación de esta herramienta.
Está claro que trabajar con foco en resultados es posible, como así también cumplir todas las tareas sin la necesidad de estar en una oficina ocho horas al día. Un reciente relevamiento realizado por Workana dio como resultado que el 94% de los contratados en relación de dependencia podrían continuar trabajando remotamente. Muchos gerentes también siguieron esa línea, y el 65% de ellos piensan en promover el trabajo remoto, pero priorizando el equilibrio entre el trabajo y la vida personal.
La construcción de la carrera y el concepto de tener un empleo dejó de ser el lugar hacia donde vamos todos los días. Las personas vivieron los beneficios del trabajo remoto y cómo impacta de forma positiva en la calidad de vida, y lo están eligiendo a futuro. Por su parte, las empresas entendieron que esta modalidad es posible gracias a la tecnología y su apropiación por parte de los equipos de trabajo, algo que se vio potenciado durante la pandemia, sostiene Guillermo Bracciaforte, COO y cofundador de Workana.
Sin embargo, esto no se logra mandando a todos los empleados a sus hogares. Las empresas deben cambiar rápidamente sus padrones, y las que lo hicieron son las más adaptadas a esta anómala normalidad.
La mirada Professional Centric, tal como la explican desde Workana, implica por un lado la resignificación del trabajo, dejando de ser oficina-céntrico para ser cualquier lugar donde esté el profesional. Por otro lado, es necesario trazar las estrategias laborales internas alrededor de las necesidades de los profesionales que forman parte de la empresa. Se trata de poner en valor la fidelización del recurso humano, generando relaciones sólidas que extiendan al desarrollo de carrera o al ciclo completo dentro de un proyecto.
También las personas son parte de esta transformación y el camino hacia donde se dirigirá el mundo del trabajo. Por eso, empezó a tomar forma la idea de trabajar para en vez de trabajar en, desarrolla Melamed. A ello se suma el concepto de diversidad e inclusión, no solo de géneros, orientación o cultura. Diversidad de todo tipo, que permita incluir miradas diferentes e innovadoras para aportar al crecimiento de las organizaciones.
Al mismo tiempo, la velocidad se convirtió en la nueva moneda en el mundo de los negocios. Obviamente, debemos combinar velocidad con dirección y precisión, porque la velocidad mal manejada nos puede llevar al apresuramiento. Tenemos que ser veloces para capturar las oportunidades, pero también tenemos que direccionar apropiadamente las energías para poder capturar los resultados, enfatiza el coach.
Precisamente aquí es donde entra en juego un nuevo modelo de liderazgo, porque no basta solo con apoyarnos en la tecnología y en la buena voluntad de las personas para sobrellevar una situación que excede a todos por igual.