El gigante automotriz Volkswagen deja Xinjiang tras años de presión global
La salida de Volkswagen de Xinjiang marca un giro estratégico en medio de denuncias sobre violaciones a los derechos humanos, sanciones internacionales y conflictos comerciales.

El Grupo Volkswagen y su socio chino vendieron la planta de ensamblaje en la región de Xinjiang a una empresa propiedad del gobierno de Shanghai, según anunció el fabricante de autos alemán. Esta decisión viene después de años de enfrentar críticas de grupos de derechos y legisladores occidentales por el supuesto uso de trabajo forzado en la región.

Volkswagen dijo que su empresa conjunta con la local SAIC Motor Corp. vendió su planta de fabricación en Urumqi, Xinjiang, junto con dos pistas de pruebas en la región por "razones económicas", y añadió que la medida forma parte de un reajuste estratégico.

La compañía vendió sus activos al Centro de Inspección de Vehículos de Motor de Shanghai (SMVIC por sus siglas en inglés), aunque no se revelaron los términos financieros del acuerdo. Tanto SAIC como SMVIC son propiedad del Gobierno de Shanghai.

 

 

Críticas por los derechos de trabajadores


El comunicado del fabricante de autos alemán no hizo mención a las preocupaciones sobre el trabajo forzado o las violaciones de los derechos humanos en Xinjiang, pero la empresa dijo que acordó ampliar su acuerdo de empresa conjunta con SAIC hasta 2040 y que planea llevar una "nueva generación de vehículos eléctricos" al país para 2026.

La venta se produce después de que Volkswagen se enfrentara durante varios años a la presión de grupos de derechos humanos y legisladores occidentales por supuestos abusos de los derechos humanos y el uso de mano de obra forzada en la región de Xinjiang, algo que Pekín desmintió. 

En 2022, la empresa recibió una calificación de "bandera roja" por parte de Morgan Stanley Capital International, que evalúa a las empresas en función de métricas medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG). La mala calificación fue debido a las acusaciones de trabajos forzados en Xinjiang, lo que llevó a algunos inversores en ESG a retirar a la empresa de su cartera. 

 

 

Conflictos de importación a Estados Unidos

 

El pasado diciembre, la empresa publicó los resultados de una auditoría que realizó sobre las prácticas laborales en su planta de Xinjiang y no encontró pruebas de trabajo forzado. Sin embargo, en febrero las autoridades aduaneras estadounidenses bloquearon la importación de miles de autos fabricados por Porsche, Bentley y Audi, ya que contenían un componente electrónico originado en China que violaba las leyes sobre trabajo forzado. Las tres marcas de lujo son filiales del Grupo Volkswagen. 

En aquel momento, los legisladores estadounidenses emitieron un comunicado en el que instaban a Volkswagen a "cesar sus operaciones en Xinjiang, donde el gobierno estadounidense determinó que el Partido Comunista Chino (PCCh) está llevando a cabo un genocidio continuado contra los uigures y otras minorías étnicas". 

Un informe de una investigación del Senado estadounidense publicado en mayo descubrió que Volkswagen era uno de los varios fabricantes de autos que compraban piezas a un proveedor sancionado por Estados Unidos por utilizar programas de trabajos forzados en Xinjiang. En septiembre, el Financial Times informó de que la auditoría realizada por el fabricante de autos en Urumqi no cumplía las normas internacionales.

 

 

Grandes marcas afectadas por las denuncias de trabajo forzado


En los últimos años, Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y la Unión Europea establecieron sanciones contra empresas y funcionarios chinos acusándolos de pasar por alto o incluso sostener abusos de los derechos humanos en la región de Xinjiang. 

El gobierno chino fue acusado de detener a la minoría uigur de la región, mayoritariamente musulmana, en campos donde aparecieron informes de torturas, trabajos forzados y abusos sexuales a través de documentos filtrados e imágenes por satélite. Sin embargo, China intentó rebatir las acusaciones y sus medios de comunicación estatales pusieron en el punto de mira a las empresas extranjeras que intentaron salir de la región por cuestiones de derechos humanos. 

En 2021, los medios estatales chinos llevaron a cabo una campaña en la que atacaban a marcas de moda como Nike, H&M, Adidas, Burberry y otras por su decisión de no abastecerse de algodón de Xinjiang debido a preocupaciones sobre los trabajos forzados. Intel se enfrentó a una reacción similar cuando pidió a los proveedores locales que bajen su abastecimiento en la región. 

 

A principios de este año, el Global Times, controlado por el Estado, publicó un artículo de opinión en el que afirmó que "la razón por la que Volkswagen tuvo el valor de construir una fábrica en Xinjiang a pesar de la presión occidental va más allá de que China sea un mercado importante".

Nota publicada en Forbes US.