Si bien el derrumbe de la actividad impuesto durante las primeras semanas de confinamiento mostró algunos efectos positivos en el ambiente, a medida que se fue retomando el movimiento industrial y comercial, los parámetros de contaminación, ruido y generación de residuos están volviendo a los niveles de prepandemia, e incluso amenazan con superarlos.
Por eso la reactivación económica postpandemia no debe lograrse a costa de aumentar la generación de residuos provenientes de materiales descartables ni las emisiones de gases de invernadero, o se correrá el riesgo de caer en una crisis climática y ecosistémica mucho más compleja que la provocada por un virus. Es preciso cambiar las formas de producción y consumo hacia modelos más sustentables, que satisfagan las necesidades actuales sin comprometer las de las generaciones futuras.
Esta transformación, lejos de implicar un freno al crecimiento económico y el bienestar, presenta una oportunidad para el desarrollo con equidad y la generación de nuevos empleos verdes. El cambio climático, la contaminación de aguas, suelos y aire; la pérdida de biodiversidad y la generación exponencial de basura no son una amenaza sino una realidad que trasciende a la actual crisis pandémica.
Para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los famosos ODS que Naciones Unidas planteó para 2030, es urgente ir hacia un paradigma de Economía Circular y baja en Carbono, basada en el conocimiento.
Las tecnologías para lograrlo ya están disponibles. Las energías renovables hoy son más costo-eficientes que las de origen fósil, y además impulsan el empleo y las inversiones. Este sector, clave para ir hacia una economía carbono neutral, atrajo inversiones a la Argentina por más de US$ 6.500 millones entre 2015 y 2019 y, según proyecciones de la Cámara de Energías Renovables, podría crear unos 60.000 nuevos puestos de trabajo en los próximos años.
En la llamada industria 4.0, las interacciones entre nanotecnología, inteligencia artificial, robótica y otras innovaciones están produciendo nuevos materiales inteligentes, sistemas de energía y remediación de la contaminación ambiental.
Empresas locales, junto a universidades y centros de investigación, están desarrollando nuevos biomateriales, utilizando insumos naturales y reciclables que reemplazan insumos convencionales como el plástico.
A su vez, la implementación de la economía circular permite crear empleos e inclusión social, recuperando para el sistema productivo materiales que hoy se desechan. Existe una gran oportunidad de valorizar recursos que hoy se entierran o, peor aún, terminan en basurales a cielo abierto, mientras la industria del reciclado trabaja por debajo de su capacidad por falta de insumos.
Pero hacen falta regulaciones (como una Ley del Envase, y leyes de responsabilidad del productor), incentivos para el reciclado y educación para lograr que en hogares y empresas se separen correctamente los residuos en origen.
Por otra parte, el modelo agroindustrial vigente, basado en la producción intensiva de commodities y el uso de cada vez mayores cantidades de agroquímicos (300 millones de litros al año), está íntimamente ligado a la pérdida de bosques, pastizales y humedales, con la consiguiente destrucción de la biodiversidad y la expulsión de las comunidades rurales hacia centros urbanos cada vez más superpoblados y empobrecidos.
La producción orgánica y agroecológica presenta una oportunidad de mayor valor agregado y creación de empleos, y una respuesta efectiva a la problemática del hambre y la malnutrición. En tanto, los mercados internacionales ya están imponiendo regulaciones ambientales y mecanismos de compensación para evitar que las empresas importen bienes o trasladen su producción hacia países con normativas ambientales débiles.
El fenómeno se conoce como fuga de carbono (carbon leakage), y más del 50% de las exportaciones argentinas son sensibles a la aplicación de estos mecanismos compensatorios.
Así como Europa lanzó un programa de recuperación económica verde (green found), Argentina y América Latina deben trazar un plan de desarrollo sostenible para cumplir con los compromisos de reducción de emisiones de gases de invernadero asumidos en el Pacto Climático de París y no quedar fuera de los mercados.