Conforme a la definición del Ministerio de Medio Ambiente, el diseño ecológico implica "la integración de aspectos medioambientales en el diseño, envasado, etiquetado y otros elementos del producto, con el propósito de reducir las externalidades medioambientales a lo largo de su ciclo de vida".
Aunque pueda sonar abstracto, esta práctica es fácil de identificar a simple vista si las empresas la consideran antes de lanzar sus productos al mercado.
Fernando Toledo, gerente de cambio climático de Greenticket, una empresa dedicada a asesorar a marcas en la definición de sus estrategias de sostenibilidad a través de iniciativas como el diseño ecológico, comparte un ejemplo concreto: "Hace unos días, mientras estaba en la farmacia comprando cremas, noté que venían en cajas de un tamaño completamente innecesario".
Para abordar esto, es necesario tener en cuenta criterios medioambientales que van más allá del fin de vida del producto, incluyendo aspectos como los materiales de fabricación, el envase y el tipo de transporte utilizado para distribuirlos a nivel mundial.
Karün, la marca radicalmente sustentable de anteojos, es el caso práctico de implementación del diseño ecológico. La empresa se encuentra en constante movimiento para superarse día a día.
Se les recomendó realizar ajustes en el embalaje, un aspecto particularmente complejo en la industria de la moda, dado que implica componentes fabricados en distintos países. Pero, como parte de esta iniciativa, se optó por reemplazar el estuche de cuero reciclado por textiles reciclados, contribuyendo así a reducir la huella medioambiental.
Finalmente, la empresa decidió utilizar el transporte marítimo en lugar del transporte aéreo para exportar sus productos.
Pero, ¿cómo se evalúa el impacto del diseño ecológico?. Una de las maneras de medir los resultados del diseño ecológico es a través del Análisis de Ciclo de Vida (ACV). Esta metodología, internacionalmente validada y considerada como una guía en el diseño ecológico, determina los posibles impactos ambientales derivados de la fabricación de un producto.
El ACV permite expresar en cifras los costos ecológicos asociados a la adquisición de materias primas, la distribución, los procesos de transformación del producto y su venta al cliente, todas acciones que prometen ahorro energético, reducción de emisiones y mejora en la calidad y durabilidad del producto.