En Argentina, el consumo de vino está arraigado en las tradiciones. El asado del domingo, el encuentro con amigos, el festejo de una ocasión especial y, aunque hay nuevos formatos sobre la manera en consumirlo, el avance de estilos que buscan imponerse sucede de manera gradual. Marisol de la Fuente, experta en vinos, sommelier, docente y autora de “Te cuento el vino” asegura que lo que “está cambiando es el consumidor que comienza a tener una relación diferente con los productos que selecciona para su vida diaria”.
Algo tradicional, algo nuevo y algo sin alcohol
En las últimas tendencias del mundo del vino, se observa un interés creciente en el packaging, los estilos de vino consumidos y la sostenibilidad ambiental, como se detalla en su libro "Te cuento el vino”.
En lo que respecta al packaging, se pueden encontrar diversas opciones en el mercado mundial, como vinos en latas, bag in box (BIB), envases PET, tetrabriks, envases de plástico, botellas de aluminio y las clásicas botellas de 750 ml, e incluso en sachets. “Estos envases albergan vinos de variados estilos, priorizando la practicidad y ofreciendo alternativas para el consumo individual o grupal en eventos, adaptándose a diferentes ocasiones”, explica de la Fuente y añade: “En Argentina, los consumidores muestran cierta resistencia a adoptar las nuevas presentaciones. No obstante, los consumidores más jóvenes, quienes ven como algo habitual el consumo de 'ready to drink' en lata o individual, están comenzando a optar por algunas de estas alternativas disponibles en el mercado local”.
La experta resalta que, a nivel global, se observa un aumento en el consumo de vinos blancos, rosados y espumosos, en detrimento de los vinos tintos. “Esta tendencia hacia vinos más ligeros y fáciles de beber está motivando a la industria a adaptar su oferta y ajustar sus procesos de producción”.
Los vinos orgánicos, biodinámicos, veganos, naturales y sin Tacc están experimentando un notable aumento en disponibilidad, y su presencia no se limita a una moda pasajera, sino que refleja una realidad creciente. La práctica de la agricultura regenerativa y el cultivo responsable se ha vuelto cada vez más crucial, tanto para los consumidores como para la salud del planeta.
“En varios países, la importación de vinos sin estas certificaciones está siendo restringida, y a nivel mundial, los vinos sustentables ocupan un lugar destacado en los puntos de venta. Además, forman parte de las selecciones en establecimientos especializados que se dedican exclusivamente a comercializar alimentos que cumplen con estas normas”, indica. Esta tendencia no se limita únicamente a los vinos de consumo diario, sino que también abarca los vinos de alta gama.
Generaciones jóvenes, el consumo y la responsabilidad de lo que se vende
Cuando se analizan los estudios de mercado y de consumo, se observa que los jóvenes tienen preferencia por vinos dulces y bebidas "ready to drink". Además, buscan envases de gran tamaño, como los bag in box o botellones, y están interesados en combinar el vino con otros sabores para crear cócteles. “La industria del vino tiene una excelente oportunidad para acercarse a estos consumidores si comprende estas tendencias y ofrece productos que se ajusten a sus preferencias”, declara.
La tendencia hacia productos de bajo contenido alcohólico, orgánicos y que se alinean con un estilo de vida más natural es una elección que ha llegado para quedarse. Para captar a estos nuevos consumidores, es crucial comprender qué están buscando, cómo se comunican, qué les atrae y qué información desean sobre los productos que consumen. “Aunque la industria está comenzando a adaptarse gradualmente a estas demandas, todavía queda camino por recorrer para conectarse completamente con las nuevas generaciones”, indica de la Fuente.
En el caso de los vinos, la búsqueda de opciones más saludables o de un consumo más moderado ha dado lugar a una nueva gama de productos, como los vinos sin alcohol, desalcoholizados o con bajo contenido alcohólico. Esto ofrece alternativas interesantes para aquellos que desean disfrutar del sabor del vino sin comprometer su bienestar o que buscan opciones más versátiles para diversas ocasiones de consumo.
El impacto de la tecnología, también en el vino
En todas las industrias, la innovación y la tecnología desempeñan un papel fundamental. En el ámbito agrícola, se llevan a cabo estudios de conductividad y análisis del suelo antes de la siembra, utilizando herramientas avanzadas como la Inteligencia Artificial (IA). En los viñedos, la IA se emplea para predecir el clima y, en consecuencia, para definir los planes de riego, los cuales también se automatizan. Además, puede analizar bases de datos y anticipar las condiciones esperadas para el año en los campos, así como realizar análisis sectoriales de las plantaciones.
Los drones, los vehículos aéreos no tripulados (UAV) y las imágenes satelitales o terrestres son herramientas valiosas para identificar plagas o enfermedades incipientes, así como para detectar áreas del viñedo que requieren atención. También permiten la creación de mapas 3D y la recopilación de información detallada sobre los suelos y las vides. “En la industria vitivinícola ya se habla del concepto de ´bioseguridad del viñedo´, ya que la producción de vinos de alta calidad depende en gran medida de uvas saludables y libres de enfermedades, así como de viñedos sin plagas”, explica de la Fuente y agrega: “Así, podemos medir en tiempo real lo que ocurre entre las plantas, el proceso productivo y registrar cada dato, cambio y detalle para lograr un análisis más claro del paso a paso y contribuir a la toma de decisiones".
Hoy en día, se están llevando a cabo fermentaciones inteligentes en la industria vitivinícola, donde se aplican controles precisos de temperatura y condiciones para definir parámetros que conduzcan a la producción de vinos de alta calidad. Asimismo, se realizan monitoreos precisos de temperatura y humedad en las áreas de crianza, permitiendo una evolución controlada según lo planificado. “Gracias a la tecnificación en todas las etapas del proceso, desde la vinificación hasta la crianza, el vino puede ser diseñado con una precisión sin precedentes, asegurando resultados consistentes y de calidad”, aclara.
Derribando mitos y estereotipos
“En mis charlas, cursos, capacitaciones y eventos siempre surgen las mismas preguntas basadas en mitos que se han transmitido de generación en generación, que se repiten en las reuniones con amigos, colegas y familia y que, muchas veces, se toman como verdades y se replican”. La autora le dedica un capítulo completo de su libro “Te cuento el vino” a derribarlos. Entre los más comunes se destacan: “que todos los vinos mejoran con el paso del tiempo, si la botella es más pesada y su base más profunda el vino es mejor, el vino se toma a temperatura ambiente, el vino blanco da dolor de cabeza, los vinos con madera son mejores, los rosados son de mala calidad”.
De la Fuente resalta que no todos los vinos se pueden guardar o van a evolucionar, y aquellos que sí están pensados para la guarda mutan dejando atrás las frutas frescas y pasando a tener aromas más complejos propios de la evolución. Además, que, a botellas más pesadas, se necesitan bases más profundas para darle estabilidad al envase. Hoy hay grandes vinos de guarda en botellas oscuras y livianas que no precisan de esa base profunda. Y que en sus charlas suele preguntas: “¿El ambiente de quién, de alguien en Salta en verano o de alguien en Ushuaia en invierno? Cada vino tiene una temperatura ideal de consumo o servicio que contribuye a disfrutarlo más, sin embargo para simplificar diría que el vino se bebe fresco”.