Paneles de debate en escenarios montados al aire libre, con una tradicional villa italiana como telón de fondo; rondas de negocios llevadas adelante en la terraza de la Fundación Joan Miró, entre esculturas del artista y vistas magníficas de la ciudad de Barcelona y sus colinas; y hasta conversaciones uno a uno entre empresarios y emprendedores, pero no sentados a la mesa sino caminando entre bosques y jardines botánicos. No son los formatos más clásicos para organizar un evento de comercio internacional, pero así intenta revolucionar la escena Impact Trade, una iniciativa impulsada por referentes latinoamericanos de Sistema B (formado por empresas que buscan el triple impacto: económico, social y ambiental; hoy, existen unas 5.000 organizaciones de este tipo a nivel global y más de 200 solo en Argentina).
“Aspiramos reunir a un grupo pionero empresarial y de otros actores del mercado de impacto, de diferentes lugares del mundo, con los cuales aceleremos la confianza haciendo negocios que resuelvan problemas sociales y ambientales en diferentes continentes. Aquí se busca vivir una experiencia de vinculación entre pares y, al mismo tiempo, enfocar el acceso comercial a los mercados internacionales desde una agenda global de descarbonización, disminución de la desigualdad, regeneración de ecosistemas y de otros Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas”, se entusiasman el argentino Pedro Tarak, Embajador Global de Movimiento de Empresas B, y el chileno Sebastián Rodríguez Correa, CEO de Contact, un marketplace de soluciones digitales y empresa B certificada.
La idea empezó a germinar justo antes de la irrupción del Covid-19, cuando se dieron cuenta de que no existían misiones ni ferias comerciales con el enfoque de triple impacto. “Y como latinoamericanos, ¿dónde podemos ser pioneros globales? En aquello que otros no se animan, pero que no requiere mucha plata ni tecnología para iniciar”, señala Tarak. El primer Impact Trade fue un encuentro (como no podía ser de otra manera durante la pandemia) vía Zoom; una vez que las restricciones disminuyeron, se organizaron misiones comerciales desde Latinoamérica a Países Bajos e Israel.
Por fin, en 2022, se concretó la primera edición presencial, nada menos que en la Toscana italiana: participaron 50 empresarios de 16 países y cuatro continentes. Al año siguiente, la sede fue Barcelona, en donde casi se duplicó la cifra de asistentes; además, en 2023 también tuvo lugar la primera edición “lite” del evento, en la Ciudad de Buenos Aires, con 75 líderes del mundo de las finanzas sostenibles, incluidos bancos, fondos de inversión, entidades regulatorias, aceleradoras y emprendedores.
De esas ediciones anteriores ya surgieron alianzas que cruzan el Atlántico de un lado a otro: por ejemplo, la de la danesa Goodwings, que desembarcó en Uruguay de la mano de la empresa B World Trade Center Free Zone, pero también la de la marca ecuatoriana de chocolates biodinámicos, orgánicos y procedentes del comercio justo Paccari, que ahora se vende en Francia. Ahora, el 13, 14 y 15 de marzo, será el turno de Uruguay, en un encuentro que se repartirá entre Montevideo y Punta del Este.
Pero Impact Trade también ha sido la cuna de la Regional Impact Trade Alliance (RITA), organización que promueve y premia a regiones que cumplen con tres características: abordan problemas globales, se organizan multisectorialmente para co-crear soluciones y son pioneras de la nueva economía. Cuentan con el sello RITA regiones como Mendoza, Río de Janeiro, Copenhague y Tel Aviv. “En definitiva, se trata de trabajar la transición cultural de la globalización”, resume Tarak.
El comercio internacional es una dimensión que ni las dos grandes potencias mundiales han resuelto: EE.UU. y China están en tensión permanente de relaciones por un conflicto comercial que, en el fondo, es una competencia por la supremacía económica. Sin embargo, ustedes hablan del comercio internacional como un instrumento de paz y unión entre las naciones. ¿Por qué?
PT: La naturaleza humana es global. Todos nacimos en el mismo planeta y, de hecho, la historia demuestra que todos somos parientes, porque nos originamos en un mismo lugar, y después fuimos “colonizando” el resto del globo. De ahí que cualquier fenómeno humano tiende hacia la totalidad. Hoy, el comercio internacional significa más del 53% del PBI promedio de las naciones, según la OMC y la Cámara de Comercio Internacional. Vivimos en interconexión e interdependencia, y las fuerzas del intercambio son fuerzas que tienden hacia la inclusión o exclusión de “los otros”. Apostamos a un comercio internacional que vuelva a unirnos a todos, pero no lo hacemos desde la teoría ni nos planteamos ir a cambiar las reglas de los Estados, sino que buscamos a los practitioners, es decir, a quienes efectivamente hacen los negocios internacionales, que son empresarios y empresarias. Lo nuestro es generar los espacios relacionales, por eso en Impact Trade se habla de la infraestructura relacional, para construir la confianza entre los seres humanos de un lado y del otro, para que luego encuentren ellos mismos sus posibilidades y deseos de concretar los intercambios. Porque más allá de cuán abiertos o cerrados sean los países, la confianza entre personas sigue siendo la clave del comercio.
¿Qué “malas prácticas” ven en las dinámicas del comercio internacional vigente? ¿Y qué mirada alternativa proponen?
SRC: Lo que más me llama la atención es que el comercio internacional se mida solamente desde el grado de libertad, es decir, qué tan libre eres para comercializar con todo el mundo o qué tanto proteccionismo generas en tu país. ¿Por qué no contemplar también qué tanto tus bienes o servicios pueden aportar una solución a los grandes desafíos que estamos viviendo? Se trata de un cambio de perspectiva que abre nuevas posibilidades. En la pandemia, vimos algo así: el mundo privado tuvo que hacer su aporte y nos llegaron vacunas desde distintos países, generando un nuevo comercio internacional (aun con todos los defectos y problemas que tuvo), porque cada Estado no podía solucionar el Covid-19 de forma autónoma. Fue un desafío social a nivel global y que requirió la perspectiva de un comercio internacional de impacto que pudiera ser solución.
“Abrir” o “cerrar” es un debate histórico en Argentina. Ahora, el presidente Javier Milei busca terminar una era que, durante unos 20 años, se manejó por la regulación de importaciones y exportaciones. ¿Cómo ven esta decisión?
SRC: El punto debería ir más allá de liberar la economía. ¿Qué tipo de referente quiere ser Argentina? ¿A qué propósitos globales puede apuntar y de qué manera puede abordarlos? Por ejemplo, en energías renovables, en soluciones para el cambio climático, en temas de regeneración del ecosistema. Este tipo de preguntas abre posibilidades a que cada nación pueda no solamente discutir qué tan abierta o no está la economía sino que se plantee ser parte de la solución a los desafíos compartidos.
Por primera vez, Impact Trade intentará generar un acercamiento con integrantes de los grupos de trabajo del próximo G20, que se realizará en noviembre en Río de Janeiro. ¿Cuál es la estrategia?
PT: El comercio internacional no está organizado para premiar las buenas prácticas, sino para restringir las malas. Por ejemplo, en este momento hay un par de directivas de la Unión Europea que tienen que ver con ajuste de carbono en la frontera, para lograr que los productos que son importados hacia la Unión Europea lleguen con huella neutra; si no, no pueden entrar. Se trata de una lógica restrictiva y todos sabemos que está fundada en muy buenas razones, que tienen que ver con el cumplimiento del acuerdo de París. Sin embargo, dada la experiencia histórica del comercio internacional, sabemos que ahí se juegan todos los intereses locales, que no quieren que los productos entren en Europa, que no quieren tanta competencia. Entonces, vemos la oportunidad de proponer una nueva conversación y de instalar una pregunta: ¿cómo se pueden premiar las buenas prácticas?
SRC: Lo que le vamos a proponer al G20 son formas de incentivos para las empresas que apuesten por estos negocios internacionales que generen impacto positivo, que pueden ser fiscales o a otro nivel, pero que tienen que ser reales y concretos.
Hubo ediciones anteriores en Italia y España. ¿Por qué ahora Uruguay?
PT: Porque el país está en un muy buen momento: hay estabilidad a nivel político y democrático, un significativo crecimiento económico, una preocupación muy importante por la sostenibilidad. Todo está dado en Uruguay para ser una muy buena plataforma para hacer negocios y brindar una alta calidad de vida. Es un país pequeño con muchos beneficios en donde se pueden probar muchas cosas.
¿Con qué se va a encontrar el participante que vaya por primera vez a Impact Trade?
SRC: Por sobre todo, se va a encontrar con un espacio muy bien cuidado para cumplir con tres objetivos. El primero: que empresarios, empresarias y profesionales relacionados al mercado internacional de distintas partes del mundo descubran en Uruguay una plataforma para hacer negocios y para escalar a otros países de Sudamérica. El segundo: que esos mismos participantes, pero sumando ahora también a los propios de Uruguay, puedan abrir nuevas posibilidades para internacionalizarse desde la perspectiva del impacto. Y, finalmente, el tercer objetivo, que es lo que más nos interesa que suceda, tiene que ver con construir un espacio de vinculación en donde se genere la confianza.
PT: Además de permitir la conexión entre participantes, Impact Trade busca siempre la posibilidad de conectar con el lugar en sí. En un primer momento, hay uruguayos que ayudan a los participantes extranjeros a “desembarcar”: especialistas locales que explican cuáles son los encuadres institucionales, jurídicos, políticos, institucionales, para llegar al país. Otro condimento clave son las dinámicas en lugares inspiradores como parte del método para conversar, y esto lo logramos caminando, algo que existió en la historia de la humanidad desde los griegos, con los peripatéticos (N. de la R.: Se refiere a la escuela peripatética, un círculo de filósofos creado por Aristóteles). Es muy eficiente caminar con alguien con quien tenés ganas de conocerte, de compartir y explorar opciones, y encima hacerlo por lugares muy bonitos. De ahí que, para esta edición, hayamos buscado espacios como una bodega y la mítica Casapueblo de Carlos Paez Vilaró, así como también estaremos realizando caminatas por Punta Ballena.