De corporativo en Nueva York a dejar todo por un sueño: la historia de Leonardo Mustafá
Tenía un futuro auspicioso en el mundo de las finanzas. Lo hacía en JP Morgan, una de las empresas más importantes del mundo. Sin embargo, todo cambió al darse cuenta que no estaba haciendo lo que amaba. Emprendió con su mujer y hoy exportan a Latinoamérica, España y Estados Unidos.

Establecido en Nueva York y con un futuro próspero en finanzas, a sus treinta y cinco años, Leonardo Mustafá tomó la decisión de volver a Mar del Plata, su ciudad natal. Él y su esposa Luciana dejaron atrás la vida en una de las ciudades más maravillosas del mundo y apostaron por un gran sueño.

Juntos fundaron Luleå, un proyecto de indumentaria para la práctica del yoga que identifica y genera impacto. "Apoyamos la práctica de yoga porque la vivimos y amamos profundamente", cuenta Mustafá a Forbes Argentina, quien comparte cómo fueron los comienzos de este emprendimiento que hoy vende a toda la Argentina, Latinoamérica (Uruguay, Paraguay, México, Colombia, Ecuador, Bolivia, Brasil, Chile y Perú), España y Estados Unidos.

"Empleamos diseños específicos para la práctica, durables y multi-funcionales. Creamos prendas de alta calidad y duración porque practicamos y fomentamos el consumo responsable: consumir menos, pero mejor", explica su fundador.

La misión de Luleå es apoyar y fomentar el yoga buscando conectar la comunidad de practicantes en Latinoamérica para generar cambios positivos en las personas y en el mundo. "Queremos ser una empresa genuinamente responsable que inspire a otras empresas latinoamericanas en la misma dirección. Ser consecuentes con nuestra forma de pensar y sentir siendo amigables con las personas y el medio ambiente", remarca.

Leonardo Mustafá, CEO de Luleå.

Bajo esta convicción, la compañía dona un porcentaje de todas las ventas y ganancias a ONG reconocidas y orientadas a ayudar a grupos sociales vulnerables y a proteger la naturaleza. La compañía viene de un 2021 con una facturación anual del US$ 1 millón de dólares.

En un mano a mano con Forbes Argentina, Leonardo Mustafá cuenta cómo dejar un trabajo en una de las empresas más importantes del mundo, y en una de las ciudades más encantadoras, por un sueño.

¿Cómo nace este proyecto llamado Luleå?  

Gracias al yoga, me di cuenta que estaba transitando una vida que era más acorde a lo que me inculcaron mis padres y lo que consideraban que era progreso: trabajar, tener un buen puesto, es decir, las clásicas demandas de la sociedad. Una vez cumplidos esos mandatos inculcados y ya residiendo en Nueva York, caí en la cuenta  que estaba en el camino equivocado y di un giro de 360 grados.

¿Qué te diste cuenta en ese momento de reflexión?

Que lo que realmente quería era estar con mi familia, cerca de mis amigos, volver a mi ciudad natal que nunca dejé de extrañar y el deseo de estar involucrado con el yoga. De esa manera nace Luleå, que creamos junto a Luciana, mi mujer. Ella es profesora y yo practicante, y ambos nos dimos cuenta que ese era nuestro camino.

¿Siempre tuvieron en claro hacia dónde querían llevar el negocio?

En una primera instancia pensamos en abrir un estudio, pero el impacto iba a ser menor en cuanto al alcance de personas. Por eso decidimos avanzar por el lado de la indumentaria, que es un elemento que nos identifica y nos permite generar una comunidad alrededor de la práctica de esta disciplina. 

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¿Cuál es su diferencial frente a otras firmas? ¿Qué la hace distinta? 

Lo fundamental es que somos yoguis y tenemos una visión más consciente de todo lo que hacemos. Eso se ve reflejado en las decisiones que tomamos. La idea es generar un impacto mayor  y más positivo en lo social y uno menor en lo ambiental. Buscamos un cambio para salvar a la  humanidad y al planeta. Esto último tratamos de reflejarlo en cada acto y proceso. 

¿Y cómo lo hacen?

Separamos ciertos plásticos para una ONG llamada Mar sin plástico, la cual recicla ese material y crea artículos como, por ejemplo, macetas. Estamos trabajando para realizar botones y punteras de cordones. Compostamos lo que es compostable y no hay ningún desperdicio. Buscamos que cada cosa que hacemos minimice el impacto ambiental y maximice el social, a través de los actos que  llevamos a cabo. 

Para aquellos que aún no la conocen, ¿por qué recomendás el yoga?  

Hoy en día, el yoga es muy reconocido desde distintos ámbitos, sobre todo por sus beneficios:  si a uno le duele la cabeza o tiene migraña, recomiendan su práctica. Aquellos que sufren de  molestias en la espalda se les aconseja acudir a esta disciplina, al igual que los que tienen  insomnio, pánico, entre otras problemáticas. La raíz de todo esto es que, por un lado, se trabaja el cuerpo y, por el otro, la mente. Esta combinación abre un espacio que permite que fluya, que aparezca el ser interno y que uno pueda escucharse.

¿Cuáles son los beneficios que aporta una disciplina como el yoga?

Sus beneficios van desde lo espiritual, lo físico y lo mental. Permite que los tres se unan a través del “asanas”, la parte física del yoga. El aspecto meditativo logra que la mente se enfoque y que surja el ser interno. 

¿Qué tipo de indumentaria es necesaria para poder sumergirse dentro de esta actividad?  

Para la práctica de asana, es fundamental tener ropa que no moleste o interfiera en los movimientos y posturas, algo que suele suceder (mujeres y hombres llevan indumentaria que se les levanta o transparenta, por ejemplo). Por tal motivo, ofrecemos prendas técnicas que están  diseñadas específicamente para que acompañen todas las posturas y que no incomoden a la  hora de realizar esta parte física de esta disciplina.  Por otro lado, nuestras telas, además del diseño, tienen la elasticidad necesaria y no se  transparentan. A su vez, la costura es plana para que no marquen o lastimen el cuerpo.  

¿Qué consejos les das a aquellos que, al igual que en tu caso, desean darle un nuevo rumbo a su carrera?  

Podrá ser útil en determinada instancia de la transformación, cómo me pasó a mí, pero creo que  lo primero es conectar con uno mismo. Hoy en día estamos muy desconectados de lo que realmente pensamos, nos encontramos en piloto automático. No le prestamos atención a los  sentimientos y, una vez que acallamos el ruido de la mente, allí es cuando surge la verdadera  inspiración: escuchar al espíritu y a su ser interior, qué es lo que nos quiere decir y hacia dónde  nos está dirigiendo.