Creó una empresa dedicada al segmento outdoor: hoy tiene dos locales y facturó cerca de $800 millones en 2022
Cecilia Valleboni Forbes Staff
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“Trabajo desde que me acuerdo”, dice Norberto Lapajufker. El emprendedor creció con un padre que tenía una herrería al lado de su casa en Avellaneda, en el mismo lugar donde su abuelo –venido de Europa en los años 30– se puso a fabricar elásticos de cama. “El espíritu emprendedor lo traje desde la cuna. Empecé a trabajar a los 14 años: vendía repuestos de autos al por mayor”, rememora Lapajufker sobre cómo fue moldeando su historia emprendedora.
Mientras terminaba el colegio, tuvo varios trabajos como cadete en distintas compañías, en su mayoría pymes. Hasta que, cuando tenía 15 años, una persona -que tiempo después se convirtió en su suegro- le ofreció un trabajo que le enseñó de primera mano sobre la vida empresarial. “Hacía bancos, cobranzas, un poco de todo. Allí aprendí todo lo que tiene que ver con administración y gestión”, asegura quien luego trabajó también en una caja de crédito en la zona sur de la provincia de Buenos Aires, mientras estudiaba en la Universidad de Belgrano.
Llegó a tener cuatro trabajos en paralelo. “Tuve durante un tiempo un mayorista de librería y también vendía alfombras en los hoteles del microcentro porteño”, añade. Hasta que en 1982, cuando tenía 20 años, volvió a trabajar con su suegro en su empresa. “Dos años después, unos catalanes le contaron una nueva tecnología en toldos y, como él vendía lonas, argollas y todos los insumos para toldos y tapiceros, lo contactaron para mostrarle de qué se trataba”, refuerza.
Lapajufker asegura que en aquel entonces la idea de poner un toldo en el jardín se asociaba a un trabajo meramente artesanal. “Viajé a Barcelona, me capacité durante dos meses en una fábrica de toldos y de vuelta en Argentina fundé Tolder, que como gran revolución en el rubro outdoor trajo los toldos de brazos invisibles motorizados, algo inexistente en nuestro país en aquellos años”, rememora. Primero lo comenzó a comercializar a través de la empresa de su suegro, como un complemento para los fabricantes de toldos que abastecía. El mayor desafío que tuvo que afrontar fue hacerlos incursionar en la nueva tecnología.
Tiempo después, decidió venderlo directo al consumidor final e instaló un local en Almagro. Esos toldos fueron su primer producto y con el que logró una diferenciación en el mercado. “Más adelante, mudé el local a Arenales y Montevideo, en plena Recoleta, para romper con eso de que el toldo y el exteriorismo eran algo de taller”, asegura. En ese momento, por casualidad o causalidad, perdió contacto con quien iba a ser su proveedor del producto.
“Al mismo tiempo, se complicó el tema de la importación y no me quedó otra que ponerme a producir”, describe. Así, se llevó a trabajar con él a su padre herrero y puso a punto una planta de producción. Con el tiempo, incorporó nuevos productos y tecnología.
En 1994 empezó a comercializar las persianas de aluminio motorizadas; en 2014 sumó a su portfolio las pérgolas bioclimáticas -de aluminio, retráctiles- como un modo de trasladar el interior de la casa al exterior, y también los cerramientos plegables de vidrio. Y en 2020 sumó los techos plegables de vidrio a control remoto para abrir y cerrar el ambiente completo, de su techo a los laterales, permitiendo transformar un espacio 100% outdoor en uno hermético en segundos.
Más de 40 años después de su fundación, Tolder se convirtió en una compañía que se dedica al segmento outdoor. “Proveemos soluciones técnicas de calidad premium para espacios exteriores y productos complementarios para resolver todas las necesidades de la vida outdoor en un solo lugar: muebles de exterior, mini piscinas hirokis, kamados y piezas de bazar (vajilla, cestería, textiles), entre otros”, detalla el emprendedor.
Tiene dos plantas ubicadas en Lanús (de 2.400 y 1.400 metros cuadrados) y emplea a 100 personas. Además, tiene dos locales, uno de ellos ubicado sobre la avenida Alvear en Recoleta y otro de 1.200 m2 en Remeros Plaza Shopping, en Tigre. “Se trata de un concept store que funciona como un centro de exposiciones durante todo el año con espacios ambientados en escala real, que exhiben todo lo necesario para apropiarse del outdoor y llevar los parámetros de diseño del interior al exterior”, asegura.
El emprendedor explica que su principal objetivo es darles a los clientes soluciones que hasta el momento nadie podía dar en materia de outdoor.
“Tendemos al wellness en espacios diseñados y creados especialmente para eso. Con el tiempo fuimos imponiendo un estilo Tolder, marcando tendencia en lo que los arquitectos usan para exteriores y creando un sello que es garantía de calidad y de innovación”, define Lapajufker. En sus años de emprendedor, le tocó atravesar varias crisis. Pero la que le trae peores recuerdos es la de 2001: “No tenía productos, y para peor estaba endeudado con el exterior: me saltó el dólar de $ 1 a $ 4 en 15 minutos”.
Lapajufker es un convencido de que las oportunidades no se presentan de forma fortuita, sino que hay que buscarlas. “Siempre me gustó mucho conocer personas, buscar nuevos negocios que me podían presentar. Hay que estar abierto a escuchar y seguir de cerca la evolución de la tecnología”, cuenta. De hecho, en plena pandemia, sumó a su servicio de asesoramiento personalizado la recreación en imágenes 3D en el momento para visualizar cómo quedarían los espacios terminados. “Es un desarrollo que queremos aplicar a todos los productos de Tolder y es un servicio diferencial para poder tener opiniones”, asegura.
La pandemia le planteó desafíos pero también fue una oportunidad. “Nos podíamos encontrar solo en espacios al aire libre. Mucha gente empezó a invertir en su exterior. Tuvimos un boom de ventas en 2020 y 2021”, asegura. Así, en 2021, Tolder facturó $ 400 millones y proyecta cerrar este año con el doble. Aunque Tolder tiene más de 40 años, Lapajufker cree que “esto recién empieza”.
Como hito de 2023, el emprendedor busca tener agentes en todo el país que puedan pedir a través de una app, que puedan dibujar a través de un simulador 3D y que con eso puedan entrar a una orden de fábrica. “Estamos buscando nuevas formas de comercialización. La tecnología nos permite pensar en cosas muy grandes. Quiero tener 100 embajadores o agentes Tolder en todo el país en los próximos cinco años”, asegura. Con esto apunta a profesionales del mundo de la decoración y de la construcción, y arquitectos para poder ampliar los canales de venta más allá de los locales.