En 2021, según datos del Instituto Nacional de Yerba Mate (INYM), se produjo un ingreso de 882 millones de kilos de hoja verde, lo que marcó un alza en el orden del 8,4% comparado con los 813,2 millones de kilos del año anterior. El cultivo se concentra en dos provincias: Misiones (que representa el 87% de la superficie plantada) y Corrientes. Esta última fue una de las más golpeadas por los incendios y pone en riesgo la producción primaria de cara a 2023. El período fuerte de cosecha comienza en abril o mayo y se extiende hasta septiembre.
La mayor parte de la producción se destina al mercado interno, aunque también tiene peso el comercio internacional. Los últimos datos de exportación muestran una caída en 2021 con respecto al año anterior. Según el informe del INYM, de los 42,9 millones de kilos exportados en 2020 se redujo a 35,5 millones. El principal exportador es Siria, que se lleva un 78% de los envíos. Si se le suma Líbano, ambos se quedan con un 80% de las exportaciones.
Consumo que se reaviva
El consumo interno -que se había visto golpeado en 2020- volvió a crecer en 2021. El último reporte anual de yerba mate a salida de molino marcó 282,8 millones de kilos en comparación con los 268,8 millones previos y aún por encima de los 276,8 millones de 2019 (+1,9%). El de la yerba mate es un mercado maduro -con penetración de más del 90% en los hogares- y altamente atomizado, donde además de grandes empresas hay pymes y cooperativas. Entre las marcas más importantes de las góndolas se destacan Rosamonte, Amanda, Nobleza Gaucha (de Molinos Río de la Plata), Playadito y Taragüí (de Establecimiento Las Marías).
Históricamente, lo más vendido es la presentación de medio kilo. De hecho, durante diciembre de 2021 los paquetes de medio kilo representaron el 57,86% de las salidas de molinos al mercado interno. Con el 37,25% se ubicaron los paquetes de un kilo, con el 1% los envases de dos kilos y con el 0,87% los de cuarto kilo. Estos números no tienen grandes oscilaciones.
No más rondas
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y la Universidad Autónoma de Entre Ríos (UADeER) señala que la pandemia modificó los hábitos de consumo del mate. Es que la recomendación de no compartir pegó en los consumidores.
Desde el INYM consideran que la interrupción de las rondas sociales de mate llegó para quedarse. En la prepandemia, el 96% de los entrevistados compartía el mate en sus trabajos, mientras cursaban clases en la universidad o en encuentros en espacios con personas no consideradas amigos cercanos. De ese total, el 71% aseguró que continúa compartiendo el mate pero solo con su grupo familiar o personas convivientes y el 50% aseguró que volvería a los hábitos tradicionales finalizada la pandemia.