Su apellido es uno de los protagonistas de la política argentina. Pero Martín Menem siempre supo que quería hacer su propio camino en el mundo de los negocios. Nacido en La Rioja, vive en Buenos Aires desde los 15 años. Su perfil emprendedor apareció desde muy joven: tuvo un salón de fiestas en el barrio porteño de Belgrano, trabajó en una empresa de promociones y a los 22, mientras estudiaba la carrera de Derecho, se topó con la idea de Gentech, casi de casualidad. Un profe con el que hacía actividad física me recomendó comprarme proteínas y aminoácidos, pero tenía que comprarlos en el exterior porque en la Argentina no existían, rememora.
Un viaje a los Estados Unidos en 1997 lo encontró frente a una góndola llena de marcas y tipos de suplementos dietarios. Empezó a investigar el mercado y se encontró con una marca que estaba tratando de expandirse por fuera de los Estados Unidos. Así, acordó lo que fueron los inicios de Gentech, con la importación de siete productos en 1998. Tuvimos que pasar por toda la aprobación en el Ministerio de Salud y fue muy lento, pero finalmente logramos traerlos, cuenta el emprendedor, que por aquel entonces había montado su oficina en la sala de masajes de un gimnasio.
Menem es abogado, pero asegura que le gustan mucho los números. Fue un tiempo de armar muchos planes de negocios, proyecciones y tax planning, mientras el negocio iba tomando volumen, añade. Hasta que en 2001 tuvo su primer sacudón fuerte. A fines de noviembre de ese año, llegó un contenedor con mercadería, que tuvo que renegociar en medio de la devaluación.
Teníamos una deuda con Estados Unidos de cerca de US$ 100.000, prometimos cumplir los pagos con el laboratorio americano, pero necesitábamos más plazo. Al mismo tiempo, nos llevó meses nacionalizar la mercadería, porque era otro dólar y las ventas estaban frenadas, recuerda. Fueron épocas turbulentas, pero el emprendedor lo tomó como una oportunidad que no podía dejar pasar: tenía que producir en la Argentina.
Así empezó el largo camino de desarrollar los proveedores, conseguir las materias primas y conseguir un laboratorio que les hiciera los productos. Hasta que la apuesta de Menem fue por más: alquiló una propiedad en el barrio porteño de Constitución, donde actualmente se encuentra la planta, y compró la primera mezcladora de polvos y una comprimidora usada para fabricar los primeros comprimidos: aminoácidos en pastillas. En 2003, hacíamos todo muy a pulmón y lanzamos los primeros productos hechos en la Argentina de la marca Gentech, destaca.
Hoy, en su planta fabrica más de 80 productos de marca propia (entre las diferentes brands, presentaciones y sabores) y también para terceros. Uno de sus productos estrella es la barra de proteínas, un desarrollo que lo llevó a hacer muchas pruebas en los Estados Unidos y traer una máquina de Grand Rapid, una ciudad al norte del país americano. Somos líderes en ese segmento: ocho de cada 10 barras que se venden en el mercado son Iron Bar, asegura.
Como principal característica de su empresa, Menem asegura que reinvertir las ganancias cada vez que pudo fue fundamental. En 2020, logró que la planta tenga la certificación Good Manufacturing Practices (GMP), del Instituto Nacional de Alimentos. Eso nos dará la posibilidad de exportar productos al mundo, se enorgullece el emprendedor. De hecho, ya están en contacto para llevar los productos a Uruguay, Colombia y Paraguay, a través de su propio departamento de Comercio Exterior.
Hay mucho de innovación permanente y de no bajar los brazos nunca. Cada vez que nos equivocamos, que son muchas veces, buscamos la forma de salir adelante, dice. Menem destaca el trabajo con nutricionistas e ingenieros en alimentos, lo que les permite estar a la vanguardia y desarrollar fórmulas innovadoras.
De hecho, Gentech desarrolló un producto que es especial para niños, para combatir la desnutrición: hierro, vitaminas y gran cantidad de proteínas con un sabor parecido al de una golosina. Fue un desarrollo que nos llevó cinco años, de mucha prueba y error para obtener el producto final que empezaremos a ofrecer en los próximos meses, cuenta.
En los más de 20 años que tiene la compañía, el mercado cambió rotundamente. Hoy el segmento de suplementos dietarios y deportivos está en franco crecimiento y, aunque sigue siendo un nicho, gana participación. De hecho, los canales de comercialización se ampliaron y los productos se consiguen en farmacias, casas de deportes, dietéticas y hasta en algunos supermercados.
El consumo es una tendencia que gana terreno. La gente conoce mucho más sobre la propiedades de las proteínas, aminoácidos, vitaminas, minerales, melatrol, colágeno y demás, asegura. Además, Gentech es sponsor de la Selección argentina de fútbol y tiene un acuerdo con todos los atletas locales por descuentos en productos. De hecho, le otorgó una beca al número uno de cada disciplina olímpica para el consumo de suplementos. Es una industria que está atravesada por muchas tendencias, como la importancia de salir del sedentarismo y la alimentación saludable, cuenta.
Con la pandemia, Gentech se volcó fuerte a la venta online, tras casi dos meses donde la venta sufrió el parate. Teníamos venta cero, pero pudimos sobrellevarlo. El secreto es creer en lo que hacemos, confiar en las decisiones que tomamos y si nos equivocamos aceptar el error, identificarlo y trabajar en la cura, asegura. La empresa venía con un crecimiento fuerte hasta 2018, cuando la devaluación le dio un nuevo golpe.
Teníamos tomados créditos en dólares para importar materias primas, para tratar de mejorar nuestra competitividad, a un valor de $ 17, y terminamos devolviendo a los seis meses a un dólar de $ 39, cuenta. Menem asegura que ese año fue uno de los más duros para su compañía: Nos estábamos recomponiendo de esa caída y vino la pandemia. Pasamos varias crisis, así que las entendemos un montón y soy un gran resiliente a nivel personal y empresarial, asegura.
En 2020 Gentech facturó $ 116 millones y este año proyecta un crecimiento grande, apalancado en la posibilidad de exportar productos a América Latina. Además, se enfoca en la producción para terceros, algo que, según explica Menem, le permite diversificar el riesgo. El desarrollo de nuevos productos es un pilar fundamental, por eso estamos siempre mirando los nuevos productos que hay en el mundo para poder rápidamente traerlos al país, destaca. Y añade: En Argentina, a pesar del contexto económico que nos toca, hay oportunidades. Solo hay que tratar de encontrarlas y perder el miedo a apostar.
Menem destaca la resiliencia, algo que cree que le viene heredado: Soy nieto de inmigrantes, mi abuelo no sabía leer ni escribir y se convirtió en un gran empresario en su rubro, con un almacén de ramos generales muy grande y terminó construyendo caminos hace 50 años en La Rioja. Su hijo, Carlos, fue el primer profesional de la colectividad sirio-libanesa en la provincia y llegó a la presidencia de la Argentina. Mi padre también es abogado, reflexiona.
Como lecciones de su linaje familiar, destaca la perseverancia y la lucha para ir tras los sueños o los objetivos. Algo que siempre destaco de la familia es el saber perdonar. Perdonarse a uno mismo y perdonar a todos los que nos rodean, si pensamos que tuvimos alguna diferencia, para poder reconstruir, se sincera.