Alberto Rosenblit y Gabriel Finkelsztein eran dos médicos jóvenes del Hospital Argerich. Uno pediatra, el otro otorrinolaringólogo. Corría la década del 60, se habían recibido hacía no tanto y entablado una relación por las interconsultas de sus pacientes. Alberto, apoyado en su instinto emprendedor, había levantado una clínica y Gabriel iba, dos veces por semana, a atender pacientes que requerían su especialidad.
En uno de los viajes a la clínica, Gabriel le comentó sobre un espacio en zona Norte, cerca de General Paz y Constituyentes, donde podría funcionar un nuevo centro médico. Hacia allí fueron y pronto se pusieron de acuerdo en comenzar a trabajar juntos. Por la cercanía con la gran arteria vial -apenas dos cuadras de General Paz y Constituyentes- la llamaron Cruz Médica General Paz (CEMLA).
En ese momento, el proyecto era contar con una clínica de atención asistencial, con distintas especialidades. Pero el destino, o el azar, hizo que pronto cambiara. No fuimos nosotros hacia la medicina laboral, recuerda Rosenblit, a sus 83 años, sino que vino la medicina laboral y los pacientes a buscarnos a nosotros.
Lo cierto es que, un día, una persona que se estaba atendiendo comenzó a sentirse mal, y se dieron cuenta que estaba teniendo un infarto. La casualidad, una vez más, hizo que justo ese día estuviera atendiendo el cardiólogo. Al verificar que el paciente -Santiago Galli-, recuerda Rosenblit, tenía un posible infarto, le hicieron las primeras atenciones y llamaron a la ambulancia, que pronto lo acercó a un hospital.
Hicimos lo correcto y creímos que ahí terminaba la historia, dice Rosenblit. Pero gracias al diagnóstico y los primeros cuidados, Galli pudo salvarse y su agradecimiento para los jóvenes médicos no tardó en llegar. Y como, también por casualidad, el paciente era secretario de la Línea 111 y tenía un puesto en la Federación Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas (FADEEAC), instó a que las empresas de ese sector manejaran los temas de medicina laboral con CEMLA.
De a poco fueron cada vez más las líneas de colectivos y empresas de transporte que acudieron a CEMLA, hasta que el 80 % de ellas estaba en sus manos. Más tarde, gracias al crecimiento lograron comprar el edificio de la calle Baragaña 2324, donde funcionaba el Centro.
El hecho de estar en zona Norte les permitía atender a muchas empresas que tenían sus centrales allí cerca, pero con el paso del tiempo fueron otras tantas las líneas de zona Sur que necesitaban poder atenderse con CEMLA. Fue así que, en pos de poder dar servicio a esa demanda, lograron alquilar un edificio histórico donde había funcionado el Banco Popular Argentino, en la calle Bernardo de Irigoyen 1302.
Allí se instalaron y, a los pocos meses, los Directores del Banco les ofrecieron la posibilidad de comprar el inmueble. No estaba en nuestros planes, pero la oportunidad era muy buena, señala Rosenblit. El costo excedía las posibilidades de CEMLA, pero en una rápida y audaz negociación lograron quedarse con el inmueble, donde todavía hoy funciona CEMLA Sur.
Nuevas generaciones e integración a grupo de empresas
Lo cierto es que CEMLA siguió creciendo, brindando asistencia a instituciones de distintos rubros, en el sector privado y en el sector público, a través de diversos servicios de evaluaciones psicofísicas. Se convirtió en proveedor de más de 500 empresas e instituciones y, años más tarde, fueron los de la segunda generación de ambas familias fundadoras quienes apuntalaron el mando de la empresa.
En ese contexto, y cerca de cumplir 60 años, CEMLA tomó recientemente la decisión de incorporarse al Grupo Gaman, un conglomerado de capitales nacionales, de fuerte crecimiento en los últimos años, conformado por 10 empresas que nacieron en la industria del seguro y se ampliaron hacia la gestión del riego en forma integral.
En los últimos años, Gaman sumó varias empresas, como EHS -Seguridad e higiene-, ARD - Servicios de salud-, American Premium Re -empresa de reaseguro en Miami-, Asset Broker y Alea Broker, convirtiéndose hoy en uno de los principales grupos de capitales nacionales, y el más representativo en lo que es la gestión de riesgos.
Así como Alberto y Gabriel tuvieron un hecho puntual que les permitió ver la oportunidad y así marcar un camino y crecer, nosotros como segunda generación también tenemos que ser parte del cambio. La medicina está mutando hacia algo nuevo y queremos ser parte de este cambio, poder estar un paso adelante de lo que vendrá, señaló Cinthia Rosenblit, en relación a la continuidad de la empresa fundada por su padre.
Por su parte, Gustavo Finkelsztein, hijo de Gabriel (ya fallecido), quien se desempeñó en CEMLA desde que terminó el colegio secundario, agregó: Tenemos el objetivo de formar parte de un gran grupo. Siendo segunda generación, tenemos que apuntar a la permanencia, la perdurabilidad de la empresa. Por eso, el integrar un grupo como éste nos robustece frente al contexto.
Junto a ellos, el presidente de Grupo Gaman, Juan Manuel Manganaro, refuerza la mirada conjunta: El nuevo mundo exige dar más servicios y con una calidad de excelencia. En ese sentido, la visión del grupo es unificar servicios para disminuir costos y rentabilizar más la relación con el cliente, señaló.
Hoy, a sus 83 años, Alberto Rosenblit todavía recuerda, como si fuera ayer, cuando dio sus primeros pasos, con una mezcla de nostalgia y un visible orgullo por lo construido. La memoria, presente como si todo hubiera pasado hace pocos días, le permite rememorar cada uno de los hitos que lo llevaron a levantar una gran empresa. Comenzando por esas charlas con el joven Gabriel en el Argerich, y finalizando con este pase de antorcha y la fe de integrarse a un proyecto mayor de cara al futuro.