Matías Burstein dio vida a CALM con una inversión inicial de US$ 50 mil. En tres años, la compañía facturó $3800 millones y ya lleva más de 50 mil colchones vendidos. El emprendedor logró romper con la "barrera psicológica" de comprar un colchón de forma 100% online. Hoy, las ventas online representan el 90% de las ventas. Y tras abrir su primer local en Palermo, con una inversión de US$ 70 mil anunció la apertura de su segunda tienda física en Avenida Córdoba y Santos Dumont, para brindar a los consumidores una experiencia única en el barrio de Chacarita.
El nuevo local cuenta con una amplia superficie de más de 181 metros cuadrados, donde los clientes encontrarán un oasis de tranquilidad y bienestar, cuidadosamente diseñado para ofrecer un refugio de relax y confort. ¿La gran novedad? Hay un "siestario", un rincón donde los clientes pueden reservar un sitio y echarse una siesta revitalizante.
Burstein, CEO de la empresa, compartió su perspectiva sobre el enfoque disruptivo de la marca: "En un mercado saturado de marcas convencionales, CALM se ha atrevido a desafiar el statu quo, convirtiéndose en la primera opción para la generación más joven". Para el emprendedor, el sector del descanso lleva demasiado tiempo estancado y carece de innovaciones significativas. "Esta es precisamente la razón por la entramos en escena, ofreciendo una propuesta fresca y emocionante que simplifica el proceso de selección del colchón perfecto", precisa.
Para celebrar la gran apertura de su nueva tienda, CALM organizó un evento especial, con música en directo y entretenimiento. Grupos emergentes como "Ella es tan cargosa" encabezaron la celebración, con "Mavi León" como artista invitada.
La expansión también se traduce en una importante creación de empleo, con más de 60 puestos generados en días normales y más de 120 durante eventos especiales como el Hot Sale o el Cyber Monday, proporcionando oportunidades de empleo adicionales para la comunidad local.
Habiendo vendido ya más de 50.000 colchones, CALM tiene unas ambiciosas previsiones de ventas para el año en curso, con el objetivo de cuadruplicar su crecimiento respecto a 2022 y crecer un 15% su facturación con la apertura de su segunda tienda física y la reciente introducción de un nuevo colchón híbrido, que les permite atender a un público más amplio.
La oferta de CALM
Desde el principio, CALM se distinguió por ofrecer un enfoque único de "probar antes de comprar", que permite a los clientes devolver el colchón en un plazo de 30 días si no cumple sus expectativas. Sorprendentemente, menos del 1% de los compradores recurren a esta opción.
"Nuestro producto es un colchón que viene prensado, sellado al vacío, enrollado y en una caja", describe el CEO. "Por ejemplo -aclara- el colchón de dos plazas es una caja de 40x40, por un metro y medio de alto, y pesa 20 kilos. Eso ya lo podés meter en cualquier asesor y por cualquier escalera".
No sólo es un gol para el cliente, sino también para la empresa. "Esto nos genera ahorros de almacenaje y logísticos importantes, ya que ocupa un quinto del volumen de un colchón abierto. Todo eso nosotros lo podemos trasladar al precio y nos permite dar un producto de mayor calidad a un precio menor", completa.
Esta modalidad disruptiva "democratiza el acceso de colchones en todo el país", esgrime Burstein, y expone un drama que se vive en algunos puntos del territorio argentino: "Si vivís en el interior, en ciudades más chicas o pueblos, la oferta que tenés para comprarte un colchón es la de la colchonería del pueblo. La colchonería del pueblo tiene entre cinco y diez modelos, porque no tiene el capital para tenerlo inmovilizado ahí, y porque no tiene un espacio enorme para tener más que diez colchones diferentes".
La historia detrás de la marca
La idea de Calm surgió tras una gran decepción. "Siempre fui para mis amigos como el referente de consulta a la hora de ver dónde comprar y qué conviene", introduce. "Cuando Hernán, hoy mi socio, me preguntó sobre colchones, me fijé qué hacían las grandes marcas y me mareé con la gran cantidad de productos que había. Era un surtido tan amplio que no sabía cuál elegir", cuenta Burstein a Forbes Argentina.
"No podía identificar las diferencias entre las especificaciones del amplio surtido de productos. Era como si todos fueran distintos pero iguales a la vez. Lo único que cambiaba era el precio", recuerda sobre aquella experiencia de compra fallida.
Por otro lado, había mucho por mejorar. Por ejemplo, las imágenes, subraya Burstein, "de muy baja calidad para un tícket súper alto". Pero el peor momento era la experiencia de entrega. "Era esperar entre 60 o 90 días, costos de envío súper altos y saber que, dentro de dos meses, ibas a tener que pedirte un día en el trabajo para esperar el colchón en tu casa, que no sabés cómo vas a subir porque vivís en un quinto piso", resume el CEO.
Fue en ese momento que se dieron cuenta que había mucho por mejorar. Para aquel entonces, Matías Burstein contaba ya con diez años de trabajo en el rubro de ecommerce. Tomó como referencia lo que estaban haciendo marcas líderes de Estados Unidos, como Casper, o Koala, en Australia. "El mayor desafío era adaptar al mercado local las buenas prácticas de estos referentes", reconoce el emprendedor.