Algunos están en Mendoza; otros en la Patagonia o en la provincia de Buenos Aires. Muchos de ellos integran la generación de los sub 40 pero, más allá de la juventud, si hay un común denominador que los une es que son emprendedores y buscadores incansables de aquellas uvas que le darán su vino soñado.
Se definen como winemakers y, en la mayoría de los casos, arrancaron su proyecto con una ambición: hacer el vino que les gusta. Al estilo de Indiana Jones, su camino continuó con una exploración por fincas y chacras y aquellos lugares donde encontrar uvas suculentas, exóticas, con buenos taninos o pletóricas de acidez.
Cada uno de estos proyectos ya tiene nombre y apellido; algunos comercializan en sus propios lugares y otros, incluso, ya llegaron al mercado nacional e incluso a nivel internacional. Cuatro propuestas para probar vinos inéditos y con historia de búsquedas para contar.
Sante Vins
A cargo de este proyecto se encuentra Martín Abenel, un elaborador de vinos que vive en Punta Alta, provincia de Buenos Aires. Cuenta que tuvo mucho aprendizaje propio para hacer vino; visitó muchos colegas en Mendoza y también recorrió Francia y España para conocer lo que elaboraban muchos hacedores de vinos naturales.
Su emprendimiento se encuentra en Punta Alta, ciudad de 70.000 habitantes; una región cercana al mar del sudoeste bonaerense. Martín elabora vinos con un concepto de vinificación de baja intervención enológica ya que no agrega al mosto ni sulfitos ni estabilizantes, tampoco filtra ni clarifica con compuestos agregados.
La uvas que utiliza son del viñedo Myl Colores, ubicado en Coronel Pringles, aunque también hace vinos con uvas de otras chacras de Tres Arroyos, Bahía Blanca, Médanos, el Abra del Hinojo y las sierras de la Ventana.
Su primera vendimia fue en Valle de la Loire en el noroeste de Francia, con un Chenin Blanc. De allí hizo escala directa a un Malbec de Jardín –que ya lleva 10 añadas- con 18 viñas que se encuentran plantadas en dos patios de casas de su ciudad”, cuenta Martín.
Actualmente trabaja con Chardonnay, Malbec y Pinot Noir –y un poquito de Tannat- que son las cepas ubicadas en la viña de Myl Colores; también incursiona en un Sauvignon Blanc, en modo de vendimia más temprana de Médanos. Además suele incluir cepas no tan tradicionales que encuentra en viejos viñedos a la vera del río Negro y el río Colorado, en la Patagonia.
Elabora varietales y también blends. “Me contactan a través del perfil de Instagram del proyecto para consultarme detalles, acerca de lo que se comprende por un vino natural, de donde se pueden conseguir los vinos y de cómo llegar hasta esta microbodega”, revela.
IG @santevins
El Gordo en Motoneta
Son dos jóvenes, mendocinos y muy amigos. Gastón Sampere y Fernando Scandura, ambos con experiencia en empresas vinculadas a la vitivinicultura, se animaron en 2012 a crear S&S Wines, un proyecto cuyo objetivo era la creación de vinos únicos. Así, con esta premisa, recorrieron viñedos y contactaron enólogos para que pusieran en botella sus sueños.
Actualmente llegan al mercado con El Gordo en Motoneta Garage Wines, que cuenta con ocho vinos, elaborados con uvas de Luján de Cuyo. “La nuestra es la historia de dos atrevidos e inconformes”, se presentan. El público al cual apunta este proyecto está conformado por aventureros, curiosos y buscadores de nuevas propuestas.
Su Malbec está elaborado con uvas de Finca Lunlunta, Luján de Cuyo, Mendoza y en su versión comercial tiene una crianza de seis meses en barricas de roble francés y americano. El Cabernet Sauvignon está elaborado con uvas de Perdriel, Luján de Cuyo. Pero además destaca con un Pinot Grigio y un Pinot Noir Rosé Rosé con sutil acidez y aromas atractivos.
En su línea de Colección sorprendieron en sus recientes presentaciones con un Malbec de acidez natural y un dejo de mineralidad que le aporta el terroir de Agrelo. Cabe destacar el Colección Corte Tinto que es un blend Malbec (60%), Cabernet Sauvignon (30%) y Ancelotta (10%) elaborado con uvas provenientes de Perdriel, Luján de Cuyo.
@elgordoenmotoneta
@syswines
Sarapura Wines
Son tres ingenieros agrónomos, amigos y curiosos buscadores de viñedos únicos. Se trata de Juan Pablo Mestre, Manuel Pérez Caffe y Pablo Ceverino quienes optaron por un proyecto sumamente original ya que, año tras año, utilizan uvas de viñedos seleccionados por ellos mismos para elaborar vinos de partidas limitadas.
“Nuestro objetivo es ofrecer cada año un vino único que cambie sus componentes, pero que mantenga siempre el estilo que fuimos forjando con Sarapura en este tiempo: una fuerte apuesta a varietales no tradicionales, así como también a cortes de regiones y añadas”, revela Manuel, uno de los integrantes de Sarapura Wines.
¿Por qué eligieron este nombre? Todo surgió de una leyenda que cuenta sobre un ermitaño que vivía en las montañas y bajaba a la ciudad a comprar sus provisiones cada año. “Su forma de pago era en pepitas de oro, de las cuales solo él conocía su ubicación exacta”, explica Pablo. “Estamos convencidos que es el mismo Sarapura quien nos guía para encontrar las vides más fascinantes y cosechar sus frutos”, suma, por su parte, Juan Pablo Mestre.
En 2015 arrancaron con su proyecto y en 2019 sacaron a la venta el primer blend. Este fue Tempranillo con un toque de Malbec. Le siguió un Merlot con Cabernet Franc y Carmenere y luego, un Syrah con Petit Verdot. El último de la serie es un blend de Tannat de Salta y Bonarda de Mendoza. Este tiene una base Tannat 2021 (70%) del Valle de Cafayate con un paso durante 12 meses por barricas de roble de segundo y tercer uso. Está Combinado con un 30% de Bonarda 2022 de Tupungato, Mendoza, sin paso por madera.
Se dieron todos los gustos y también incursionaron con un Blanco de blancas con base de Sauvignon Blanc (50%) de La Carrera, Tupungato, y Semillón (45%) de El Zampal, de esta misma zona. Cuenta además con un 5% de Chardonnay 2021 de La Carrera, con 12 meses de guarda en barrica. También hacen un Blend de varietales que tuvo buena aceptación entre los consumidores.
@sarapurawines
Tierra del viento
“Nos encontramos en Patagonia norte, provincia de Río Negro, en las cercanías al lago Pellegrini” se presenta Nicolás Ginóbili quien revela que emprendió esta aventura hace 12 años, primero como hobby y luego se convirtió en una pyme familiar. Junto a su esposa, Yoandra Hernández y su pequeño hijo Francesco Ginóbili Hernández da vida a "Tierra del Viento".
Nico suele recorrer las chacras de la zona del Alto Valle para descubrir viñedos antiguos. Y supo recrear variedades como Malbec, Cabernet Franc, Petit Verdot, Verdichio, Ancellotta, Refosco y Pinot Jouvertin en su propio terroir de 2,5 hectáreas implantadas. Además, compra a viñateros de la zona Merlot y Malbec.
En la región muchos conocen sus vinos, sobre todo aquellos que tuvieron mucho éxito. “El blend de tintas que llamamos Nativo ha sido uno de los más requeridos. Apuntamos a elaborar variedades no tradicionales, eso despierta curiosidad en el público del vino. Y, ¿cómo son estos vinos?, consultamos: “nuestros vinos te tiñen la lengua. Mucho color, aroma y carácter. No provocan dolor de cabeza ya que usamos dosis mínimas de sulfitos”, revela.
Además de sus vinos, su terruño es un sitio muy inusual. Se encuentra en la cuenca del lago Pellegrini, en zona de estepa, rodeado de jarillas, alpatacos y molles. El suelo es calcáreo, yesífero y pedregoso. “Y el viento incansable”, resume. Al viñedo lo visitan zorros, perdices y lagartos.
Por estos días, comercializa en esta zona del país aunque también llega a Gran Buenos Aires. Cuentan con revendedores en Bahía Blanca, Santa Rosa, Las Grutas y Neuquén. También online o vía transporte, llega a todo el país.
@tierra_del_viento
*Fotos: Gentileza de los entrevistados