Laur, la primera fábrica de aceite de oliva de Argentina, sigue haciendo historia. La olivícola se convirtió en la número uno del mundo por segundo año consecutivo al encabezar la lista de EVOO World Ranking (certamen que anualmente elige a las 100 mejores olivícolas del mundo). Aprovechando la exposición que ocasionó este premio, la empresa sacó a la luz el plan en el que trabajan para que el aceite de oliva no sea consumido como un simple condimento de ensaladas sino como un súper alimento por sus beneficios para la salud.
Para hablar del mejor aceite de oliva del mundo hay que remontarse a 1889, cuando Francisco Laur, un inmigrante francés, fundó en Mendoza la primera fábrica del país para producir aceite de oliva virgen extra o lo que suele denominarse oro líquido. Aunque la empresa cambió varias veces de dueños -pasó por las manos de las familias vitivinícolas Catena (Catena Zapata) y Carrasco (Navarro Correas)-, la marca con el nombre de su creador curiosamente fue conservada.
En 2010, la olivícola fue adquirida por la familia mendocina Millán. Mi padre decidió comprar la fábrica de aceite porque de niño mi abuelo lo traía a cosechar aceitunas. De adulto, y con otra posición económica, surgió la posibilidad de adquirir la empresa y lo hizo casi por los recuerdos que le traía de su infancia, rememora José Millán, segunda generación de Grupo Millán.
Actualmente, esta empresa multirrubro de origen mendocino cuenta con 54 años de trayectoria, factura $ 8.000 millones y emplea a más de 3.500 personas. Poseen negocios en retail, vitivinicultura, olivicultura, turismo, gastronomía, destilería, exportación de carnes y una fábrica de aceto balsámico estilo Módena, única de América (Acetaia).
José Millán, CEO de Grupo Millán, y Gabriel Guardia, gerente general de Olivícola Laur, cuentan cómo elaboran el aceite número uno, la oportunidad que tiene Argentina con la olivicultura y el plan que ejecutan para cambiar en los próximos años la manera de consumir el aceite de oliva.
Fue largo el camino que recorrieron para convertir a Laur en la primera empresa fuera de Europa en obtener ese galardón. Cada año, se presentan alrededor de 750 fábricas. De allí se arma el ranking de las mejores 100. Los votantes de la competencia son especialistas del mundo y pertenecen a una organización sin fines de lucro. Hay unos 30 concursos avalados por el ranking mundial, donde en paneles de cata a ciegas evalúan los aceites.
Cada empresa envía sus muestras a certámenes de Canadá, Jerusalén, Los Ángeles, Nueva York, Londres, China y Japón. En cada uno vamos sumando puntos y, a fin de año, el ranking mundial pide el reporte y los suma. En 2019 salimos cuartos; en 2020, terceros; y en 2021 tuvimos el primer puesto mundial, resalta Guardia.
La inversión en la empresa los llevó a realizar un aceite de oliva de mejor calidad, reconoce el enólogo y maestro acetero: En los últimos 5 años, invertimos en equipamiento unos $ 20 millones para procesar 6 millones de kilos de aceitunas y obtener 600 toneladas de aceite por año. Dependiendo de la calidad, se necesitan unos 8 kilos de aceitunas de arauco para obtener un litro de aceite. El predio de la olivícola cuenta con un museo, un restaurante y la Acetaia Millán. Tras recibir los premios, los turistas empezaron a llegar: recibimos unas 300 visitas por día de extranjeros y argentinos que quieren conocer cómo elaboramos nuestros productos y la historia, asegura Millán.
Fronteras afuera
La olivícola tiene una amplia gama de productos. Sin embargo, sus caballitos de batalla son dos. Uno de los más buscados es nuestro aceite de oliva clásico de 500 ml que se ofrece al público por un valor de $ 2.500. Por otro lado, con un costo cercano a los $ 28.000, nuestro tope de gama, bajo el nombre de Gran Laur, es solicitado por grandes cocineros, resalta Guardia.
Además, el premiado aceite de oliva es cada vez más deseado en diferentes partes del mundo. Hoy estamos presentes en 17 países bajo la marca Laur, esperando seguir expandiéndonos, antes de finalizar 2023, a China y crecer más en Estados Unidos, asegura Millán. La actividad olivícola está en plena transformación en el mundo y Argentina tiene un amplio potencial para acoplarse a la nueva olivicultura mundial e incrementar así sus exportaciones en volumen y en valor.
Si bien las exportaciones registran una tendencia descendente desde 2018 por problemas productivos (caída de la producción) y de competitividad (baja rentabilidad), según el Ministerio de Desarrollo Productivo de Argentina, el sector genera en el país un superávit comercial de US$ 160 millones (promedio 2015-2020) por exportaciones de aceitunas en conserva y aceite de oliva.
Desde mitad del siglo pasado, la actividad olivícola está atravesando un proceso de reconversión que todavía no se ha completado y que se vincula con un nuevo modelo de alta productividad y eficiencia: la denominada olivicultura intensiva y superintensiva. Se trata del establecimiento de explotaciones modernas con mayor densidad de plantas por hectárea, en superficies de regadío y bajo un sistema totalmente mecanizado de la producción primaria. Se estima que el 70% de los olivares en el mundo son tradicionales.
Con este panorama, Argentina tiene una oportunidad única para crecer, ya que todavía la mayor parte de la superficie mundial no alcanzó la reconversión. En los últimos cuatro años, el consumo de aceite de oliva en Argentina creció un 30%. Actualmente el país posee 113.734 hectáreas de olivares, elabora el 1% de todo el aceite de oliva en el mundo y produce aproximadamente 34.000 toneladas de aceite de oliva, de las cuales se comercializa a otros países unas 27.330 toneladas, resalta Guardia.
¿Creció el negocio en 2022? Nosotros venimos creciendo un 100% cada año desde 2018. Sin embargo, es importante entender el contexto tras la pandemia, porque hablar de crecimiento puede llevarnos a conclusiones erradas. Cuando Gabriel llegó a Laur en 2012, la compañía tenía una facturación anual de $ 1,7 millones. Hoy superamos los $ 800 millones, remarca el CEO de Grupo Millán.
El futuro
Guardia, quien trabaja desde 2012 en Laur, nunca se imaginó las vueltas de la vida. Su relación con la olivícola se remonta a sus recuerdos de niño, cuando solía pasar sus días recogiendo aceitunas del suelo junto con su abuelo y las vendían en Laur. Hoy se encuentra al frente de la empresa y empujando un importante proyecto.
Estamos llevando a cabo un plan con una nueva técnica de extracción para el aceite de oliva donde nos vamos a centrar en hacer un 'súper alimento' alto en polifenoles con un porcentaje concentradísimo de materia antioxidante que atrasa los síntomas del envejecimiento de la piel, favorece a la salud cardiovascular y a los huesos, es ideal para perder peso y, en general, para el sistema inmunológico. Lo más importante: estará al alcance de muchas personas por su bajo costo.
Queremos cambiar el sentido de la comercialización del aceite de oliva para que se lo empiece a valorar por su contenido beneficioso para la salud más que como condimento para ensaladas. Nuestro siguiente paso es llevar el aceite de oliva a un nivel medicinal. Y nuestro sueño es que en cada mesa argentina haya un aceite de oliva, finaliza el enólogo