Octubre de 2019. Escenario electoral en la Argentina y la previa de una pandemia global. Por entonces, Corina Cassola y María Muñoz se animaban a emprender y relanzaban Fanga, una firma con la que fabrican objetos diseñados para estimular el movimiento en la infancia. En 2020 facturaron $ 5,5 millones.
La marca, en verdad, había sido fundada originalmente en 2016 por otros dos emprendedores de Buenos Aires, pero a fin de 2018 dejó de funcionar. "Un año después, compramos la marca y comenzó lo que actualmente es Fanga", comparten las socias en diálogo con Forbes. Para ello, realizaron una inversión de $ 800.000, que recuperaron en un año.
El core de la firma que comandan Cassola y Muñoz son las bicicletas de madera sin pedales, pensadas para niños de dos a cinco años de edad, carros de empuje y tablas de equilibrio, objetos que sirven para poner en marca el cuerpo y la imaginación.
Con foco en la infancia
Cassola es diseñadora industrial por la Universidad de Buenos Aires y tiene un MBA en Gestión. Trabajó en una empresa familiar hasta que decidió emprender con algunos proyectos previos y por último, creó Pegland, una marca de juguetes de madera con la cual sigue actualmente.
En tanto, Muñoz es licenciada en Economía, trabajó en consultoras y en una empresa multinacional de consumo masivo como gerente de Planeamiento Estratégico de Marketing hasta que nació su primer hijo. En ese momento decidió hacer un camino propio creando una marca de decoración y accesorios para chicos.
Las socias se habían conocido en 2018, cuando una persona en común las presentó en el gimnasio. Ambas tenían marcas de diseño y juego orientadas a los niños por lo que, compartiendo estos mismos intereses, se hicieron amigas, colegas y luego socias.
"En 2019 nos ofrecieron la marca, que ya existía en el mercado en stand by hace un tiempo, y nos pareció una buena oportunidad. De entrada, nos gustó el producto, le teníamos fe, dado que nuestros hijos usaron y amaron las bicis de aprendizaje, y estábamos decididas a trabajar en equipo; Fanga llegó en el momento justo", recuerdan.
Los primeros tiempos del emprendimiento fueron momentos de mucho trabajo con el equipo productivo y con equipos externos de apoyo, para darle forma a la nueva imagen y comunicación, packaging y mejoras productivas, entre otros, hasta que las socias lograron estar conformes con la propuesta integral.
Incluso, se encontraron con algunas trabas, que no tardaron en sortear: "Optimizar la producción para responder a nuestros ritmos y estándares de calidad; insumos en falta por contexto social y de pandemia (que produjeron demoras y/o ajustes en planes de producción). Para superarlo fue clave trabajo en dupla. En momentos donde surgen inconvenientes importantes, el trabajo conjunto nos hace superar las mayores trabas. Nos complementamos en los momentos de crisis. Con inversión, planeamiento estratégico y confianza en las decisiones, pudimos con todos los obstáculos presentados", comparten.
Pandemia de Covid-19
La pandemia de Covid-19 y el consecuente Aislamiento Social Preventivo Obligatorio (ASPO) encontró a las socias con la familia completa full time en el hogar. "Ambas somos madres de niños pequeños, que estuvieron sin escuela presencial y con muchísima demanda a la cual dar respuesta. A pesar de esto, ambas encontramos gran motivación en hacer crecer Fanga. Fueron muchos los desafíos, pero pudimos trabajar en equipo y superar todos los objetivos", aseguran.
Sin embargo, la situación de aislamiento y la necesidad, cuando se pudo, de reencontrarse al aire libre, trajo un crecimiento exponencial en la demanda de bicicletas, y las bicis de aprendizaje no fueron la excepción, sostienen. Tanto así que, entre marzo y diciembre de 2020, multiplicaron las ventas por diez. "Mejoramos la imagen, ampliamos la propuesta de productos, lanzamos la venta a comercios mayoristas y pudimos dar respuesta a este gran crecimiento", comparten.
Para dar respuesta al crecimiento de la demanda de consumidores finales, en más de una oportunidad en 2020 tuvieron que suspender ventas mayoristas. A la vez, incorporaron un nuevo depósito que les permitió planificar producción a mediano plazo, manejar mejor el stock y organizar la logística.
Si bien la base se encuentra en zona norte del Gran Buenos Aires, Fanga realiza ventas online con presencia en todo el país y tiene presencia en varias provincias a través de distribuidores mayoristas.
Crecer fuera de la Argentina es también un objetivo y las socias se encuentran analizando la posibilidad de exportar. "Creemos que nuestro producto tiene cualidades estéticas y de prestación muy interesantes, y a un precio muy competitivo. Estamos en este momento en tratativas con países limítrofes y Estados Unidos", comparten.
Para este año, esperan duplicar la cantidad de clientes mayoristas (hoy son más de 40, entre jugueterías y bicicleterías). Durante 2020 la firma creció y cuenta con el equipo de corte, pintura, terminación y ensamblaje; una persona en redes y atención al público; y además varios colaboradores externos que ayudan con logística, gráficas, packaging, ilustradores, desarrollos de diseño, envíos, entre otros.
Usar una bicicleta de aprendizaje (también conocida como camicleta) ayuda a los niños a desarrollar el equilibrio y la motricidad. "Un chico/a que practica el andar en bici sin pedales a partir de los 18 meses - 2 años seguramente pueda pasar con facilidad a la bici tradicional cuando sea más grande, y en muchos casos sin necesidad de usar las rueditas. El poder andar en bici empujando con los pies y avanzar por sus propios medios, también les ofrece mayor autonomía y seguridad", dicen Cassola y Muñoz.
"Fanga es una empresa manejada por mujeres, que emplea muchas mujeres y genera valor en las familias. Somos una empresa consciente, orientada al uso respetuoso de los recursos, haciéndolos durables, reutilizables y usando materiales que no contaminen. Nuestros productos proponen hábitos saludables, en contacto con la naturaleza, y fomentan el desarrollo físico, motriz y sensorial de los niños", cierran.