Un pronóstico no muy alentador fue difundido hoy por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) respecto a cómo transitará Argentina el primer año de conducción en manos de Alberto Fernández. Desde el organismo alertaron que la recesión continuará durante el 2020. Recién en el 2021 comenzarían a revertirse los números en rojo.
En su informe semestral de perspectivas, publicado esta mañana, la OCDE elevó hasta el 3% la caída del Producto Bruto Interno (PBI) argentino en 2019, 1,2 puntos más que en su previsión de mayo pasado y para 2020 prevé un deterioro de la economía del 1,7%, cuatro décimas menos de lo anteriormente augurado, mientras que para 2021 estimó un crecimiento del 0,7%, el primero desde 2017.
"Una reversión de las reformas estructurales que mejoran la productividad agravaría la recesión y la frágil situación fiscal", apuntó la OCDE, que señaló que mantenerlas y profundizar en ellas podría conducir a una recuperación más rápida de lo estimado.
En ese sentido, sostuvieron que el nuevo Gobierno "deberá reformar un sistema impositivo altamente distorsionador que frena la productividad, para lo que puede apostar por hacerlos más progresivos para fortalecer la redistribución".
Por otro lado, la organización prevé que la demanda interna se mantenga moderada hasta fines de 2020, porque la estabilización económica seguirá precisando de rigor macroeconómico, lo que augura un incremento del desempleo, en un marco donde un tercio del mercado laboral está en situación de empleo informal, sin protección, informó EFE.
La OCDE pidió una mayor independencia del Banco Central para tener una política monetaria más efectiva y, aunque reconoció que los controles de divisas ayudaron a estabilizar el tipo de cambio, será necesario limitar la apreciación real futura para que las exportaciones puedan liderar la recuperación.
La OCDE consideró que un tipo de cambio más competitivo estimulará la exportación, que impulsará la economía y que será el fundamento de la salida de la recesión.
También alertó sobre los riesgos fiscales a causa de los altos niveles de deuda y señaló que la inflación podría descontrolarse si se relaja la política monetaria.
También consideró como "inevitables" para estabilizar la economía una consolidación fiscal y una reestructuración de la deuda y calificó como "necesario" un ajuste monetario para garantizar la disminución de la inflación.