Arcor, la caída del gigante que en 2018 perdió más de $1.000 millones

En 2018, Arcor registró su primer balance en rojo desde 2002, con pérdidas superiores a $1.000 millones. Hoy se prepara para atravesar la incertidumbre propia de toda transición entre gobiernos.

Mientras la Argentina ingresaba en  la recta final del modo electoral, un ingrediente más se sumaba a su recesión: 2.500 trabajadores de Arcor distribuidos en cuatro diferentes ciudades del interior del país comenzaron sus vacaciones. Así, una de las empresas claves del país decidió adelantar la licencia de su personal con un argumento crudo: sus stocks de diversos productos se encuentran sobrepasados ante un mercado interno que pide poco y nada.

Las vacaciones adelantadas de los operarios de las plantas de Colonia Caroya (Córdoba), Villa Mercedes (San Luis), Salto (Buenos Aires) y La Reducción (Tucumán) se suman a otras dificultades atravesadas por el mayor exportador de alimentos de la Argentina. A lo largo de este año, cerró dos plantas de productos en conservas en San Martín (Mendoza) y ChoeleChoel (Río Negro). Ambas pertenecían a La Campagnola, la tradicional empresa que adquirió en 2005. Al cierre de esta edición, la compañía despidió a 42 trabajadores de más de 20 años de antigüedad de su planta de San Luis.

En 2018, Arcor registró su primer balance en rojo desde 2002, con pérdidas  superiores  a $ 1.000 millones. Un camino desigual se observó en 2019, con pérdidas por $ 874 millones en el primer trimestre del año y ganancias por $ 655 millones en el segundo. La recuperación estuvo basada en las ventas externas, que representan un 34% del total. El cierre del año es incierto, ante la devaluación del peso y la agudización de la recesión en el segundo semestre.

¿Hasta dónde llegan las sombras para Arcor? En la empresa, no hay intenciones de maquillar la situación ni de relativizarla. En una de sus contadas declaraciones públicas, el presidente y CEO de Arcor, Luis Pagani, dijo abiertamente que la situación de Arcor no escapa a la realidad general del país, pese a su liderazgo en diversos mercados. Reconoció que la caída de las ventas en el mercado interno, que representa dos tercios de sus ingresos totales, llegó al 5% en los primeros 8 meses del año en relación con igual período de 2018. Y que no espera un rebote para 2020, dado el grado de deterioro salarial y de poder de compra que atraviesa el consumidor argentino.

“Será un año duro para el consumo interno. Y las empresas que intentamos ser globales necesitamos un mercado interno fuerte, como pasa en Estados Unidos, donde te obligan a competir. Y la exportación es eso: competir”, señaló Pagani en una entrevista a un matutino. Ahí, dejó en claro que su expertise exportador, tantas veces tomado como modelo, entra en problemas ante una caída tan fuerte a nivel doméstico.

“Arcor es el buque insignia de la producción nacional”, explica Daniel Funes de Rioja, presidente de COPAL, la entidad que agrupa a todos los productores de alimentos. “Aun con su liderazgo indiscutido no deja de estar en consonancia con el mercado y la caída en las ventas del sector, lo que hace que haya que tomar medidas para atemperar la situación. No es una crisis, sino que la contracción lleva a tomar decisiones de emergencia”, agrega.

Las turbulencias que sufre el buque insignia pueden expandirse y hacerse notar en el resto del sector: “Cuando se trata de grandes cadenas, el impacto se produce aguas arriba y aguas abajo, llega a productores y a distribuidores. Si se mira los balances de las empresas, es algo generalizado. No obstante, la industria de la alimentación perdió pocos establecimientos y poco empleo en relación con otros sectores. La recuperación de Arcor y del sector en general dependerá de dos factores: la recomposición del consumo y la aparición del crédito, que es vital para poder exportar”, señaló Funes de Rioja.

La fuerte devaluación del peso del último año y medio no fue suficiente para hacer sustentable la presencia en mercados externos, según explica el presidente de COPAL: “No existe la previsibilidad necesaria. La devaluación no da tiempo porque el vaivén del tipo de cambio impacta en los costos dolarizados de materias primas y energía. Es cierto que el gobierno abrió mercados, pero las condiciones macro no acompañan y factores como la presión fiscal o el costo logístico, que triplica la media internacional, pegan fuerte.”

Arcor adelantó vacaciones a los operarios de las plantas de Colonia Caroya (Córdoba), Villa Mercedes (San Luis), Salto (Buenos Aires) y La Reducción (Tucumán)

La deuda de Arcor es otro aspecto que merece atención. El último informe de actualización de la calificadora FIX/Fitch Ratings confirmó su nota AAA para las obligaciones negociables de la compañía, pero alerta sobre el endeudamiento que la empresa incrementó tras la compra de Zucamor en 2017 y de acciones de Mastellone en 2015. El reporte afirma que la compañía “posee riesgo de descalce de moneda ya que aproximadamente el 65% de la deuda de Arcor estaba denominada en moneda extranjera, mientras que la generación de fondos se concentra mayoritariamente en Argentina. Si bien el impacto de la devaluación del peso fue significativo sobre el Estado de Resultados a diciembre 2018, la misma no altera su fortaleza operativa y robusta situación financiera”. El riesgo generado por tener deuda en dólares e ingresos mayoritarios en pesos no aparecía en informes similares de FIX de un año atrás.

El informe destaca que el sector de alimentos y bebidas “continuará viéndose presionado” ante un contexto de caída de demanda, el traspaso hacia segundas marcas y el elevado costo financiero. En ese sentido, FIX señaló que “Arcor fue resiliente a los vaivenes de la actividad económica en Argentina demostrada por su baja volatilidad en la rentabilidad. La integración vertical de sus operaciones, los negocios complementarios en empaques y su amplia red de  distribución  son  factores  que  favorecen  el modelo de negocio en el largo plazo y amortiguan los ciclos negativos. No obstante, los resultados operativos de 6 meses a junio 2019 (ajustados por inflación) se vieron afectados, con un crecimiento real en ingresos del 6,4% aunque con menores márgenes de rentabilidad en torno al 6,6% vs. 10% a junio 2018”.

Las malas condiciones para el sector  alimenticio que señala ese informe pueden traducirse en números. La canasta de consumo masivo cayó un 8% en el primer semestre del año en relación con igual lapso de 2018, según Kantar Worldpanel. La reducción no distingue niveles socioeconómicos, ni regiones, ni puntos de abastecimiento: todo fue hacia abajo. En particular, los alimentos cayeron un 4%, los lácteos un 12%, los congelados un 13% y las bebidas un 11%. Hubo  también,  como producto  de la crisis, un alejamiento de las primeras marcas, que vieron reducido su volumen de mercado en un 13%. Arcor tiene alguna de ellas en todas las categorías en las que compite. “Más de la mitad de las categorías de consumo masivo perdieron penetración en los primeros seis meses del año. En el 69% se registra una baja de hogares compradores de primeras marcas; en cambio, el porcentaje cae al 28% al analizar las segundas marcas”, reza el informe de Kantar Worldpanel. Según Funes de Rioja, “en promedio, el sector alimenticio tiene un uso del 60% de su capacidad instalada, que en algunos sectores se ubica por debajo del 50%. Hay una contracción fuerte en el mercado interno. Y las empresas volcadas a mercados externos también se ven afectadas por la falta de competitividad, la ausencia de crédito y las restricciones cambiarias. Así, perdimos muchos mercados internacionales”. Hay exportadores obligados a liquidar en 30 días las divisas generadas por ventas a 180 días. A esos problemas generados por los controles cambiarios, Funes de Rioja añade que el prefinanciamiento para los exportadores se vio restringido a causa de la salida de dólares posterior a las PASO.

En este contexto, el gigante de los alimentos se prepara para atravesar la incertidumbre propia de toda transición entre gobiernos, con cambios políticos y económicos difíciles de prever. Tal vez lo favorezca un gobierno preocupado por alentar el consumo interno, aunque también requiera una situación macro más ordenada. El mayor exportador de caramelos del mundo tendrá que sobrellevar un momento agridulce.