La cuarentena llegó justo cuando comenzaba la temporada alta de venta para los alfajores. Arranca en marzo con el inicio del otoño y los empresarios del sector identifican su fin con los primeros calores de la primavera. Incluso muchas fábricas dejan de producir durante diciembre y enero. El cierre de las escuelas, la caída en el consumo en los kioscos por la baja circulación en la calle y, por supuesto, la consecuente crisis económica provocada por el impacto sanitario también afectaron al segmento. No obstante, no todas las compañías de este ícono de las golosinas vivieron el 2020 de la misma manera.
Para Hugo Basilotta, titular de Guaymallén, “fue un año normal en cuanto a ventas”. La compañía dejó de operar durante los primeros 20 días del aislamiento y después retomó el mismo ritmo del 2019. “Hacemos 2 millones de alfajores por día y los vendimos todos”, asegura el directivo, aunque indica que sí observó una disminución en la rentabilidad. Al respecto agregó: “Hace 75 años que estamos en el mercado y siempre tuvimos mucho volumen y poca rentabilidad. Esta siempre osciló entre un 5 y 7%, pero este año fue mucho menor o salimos empatados”.
Lo que también afectó el COVID-19 fueron los planes de expansión de la empresa. Hace casi cinco años que Guaymallén se encuentra armando una nueva planta en la localidad de Carlos Spegazzini, partido de Ezeiza, para sumarla a su unidad de Mataderos. Basilotta pensaba inaugurarla este año para incrementar su producción en 1 millón de alfajores diarios y sumar 100 operarios, sin embargo, el proyecto se aplazó. “Pienso que para mayo de 2021 estará lista”, apuntó. Otro lanzamiento que se postergó fue el del alfajor premium que podría salir al mercado también el año próximo.
Por su parte, en Jorgito indican que trabajaron menos de la mitad de la producción que suelen mover. “Perdimos mucha gente que no venía a trabajar porque era grupo de riesgo. Frenamos 14 días al principio y después tuvimos que parar otras dos semanas en julio por los intercontagios. Tuvimos un 40% de la venta que deberíamos haber tenido”, expresó Carlos Fernández, director de la firma e hijo del fundador.
Si bien la marca cuenta con otros productos dentro de su portfolio, como los conitos, bizcochitos y galletitas, los alfajores se llevan el 80% de la facturación. “Lo que más afectó es que los colegios estuvieran cerrados, pero también incidió el tema económico. La gente al tener menos dinero para gastar suprime algunas cosas y quizá si compraba mi alfajor ahora consume uno más barato”, analizó. Este año la compañía pensaba festejar su 60º aniversario pero debió dejar de lado esta campaña.
Para el 2021, Fernández dice que lo único que tiene planeado es “rezar”. Y ahonda: “El primer semestre del año que viene va a ser similar a este año. Fue muy difícil. Ahora en noviembre cayó la venta y diciembre y enero son los meses más difíciles. En nuestro caso va a influir lo que suceda con las escuelas, sin embargo, todavía no sabemos qué va a pasar. Nos tendremos que preparar lo mejor posible pero será difícil”.
Según un informe de la Unión de Kiosqueros de Argentina (Ukra) publicado por Página 12, durante las primeras semanas de cuarentena obligatoria cerraron la mitad de los 100.000 kioscos registrados en el país. Las golosinas y los chocolates son los productos más solicitados (49%) en este tipo de comercio, de acuerdo a un estudio de la consultora Voices! en 2018, seguido por las galletitas (42%) y las bebidas sin alcohol (39%).
Entre los premium, Havanna exhibió un desplome del 20% en su facturación dentro del segmento alfajores, galletitas y Havannets. De acuerdo a sus últimos estados contables, entre enero y septiembre de este año registró ventas por $ 1381 millones para esta categoría versus los $ 1738 millones del mismo período en 2019.
Dentro de los históricos, uno que marcó su regreso fue el Grandote. Su fabricante Productos La Nirva, manejada por Grupo Blend, se encuentra concursada desde 2018, con producción paralizada y deudas con su personal. Sin embargo, en noviembre, los trabajadores de la compañía anunciaron su constitución como cooperativa para retomar la elaboración del clásico. Desde marzo que los empleados realizan acampes y protestas en la planta, lo que derivó en una denuncia penal por parte de su dueño, Matías Pérez Paradiso.
En el caso de Fantoche, que elabora alrededor de 1 millón de unidades por día, apuntan a cerrar el año con un crecimiento del 5% en las ventas. Los alfajores representan un 35% de su negocio, escoltado por las galletitas, pan dulces y budines. “Pensamos que las ventas se iban a resentir pero el consumidor respondió bien sin haber colegios abiertos ni kioscos que son el principal canal de venta”, comenta Claudio Messina, director de marketing de la empresa.
La compañía fue noticia a inicios de la pandemia en el país debido a múltiples contagios asintomáticos en su fábrica. “Tuvimos un gasto más amplio por las medidas de seguridad, pero pudimos mantener la rentabilidad”, afirma. Asimismo, Fantoche lanzó su tienda online la cual espera potenciar el próximo año. Messina asegura que “si bien la venta online de alfajores es chica, se trata de un servicio que busca dársele a los consumidores”.
Aunque la venta de sus alfajores clásicos se mantuvo, sí señaló una caída en la variante Sport, con menos calorías y reducida en azucares. “bajó un poco el volumen ahí porque no había clubes ni gimnasios abiertos”, detalla. En tanto, dentro del segmento lanzaron una línea de mini alfajores con la licencia de La Granja de Zenón y un especial cuádruple, sin embargo, este no tuvo venta directa.
“La idea el próximo año es seguir esta línea y hacer algo nuevo con alfajores, pero es un mercado incierto. Al no saber si va a estar o no la vacuna no sabemos si la realidad que vivimos ahora es lo que va a ser en 2021 o si va a empeorar como en Europa”, concluyó.