Alejandro Elsztain, CEO de Cresud: "Está muy líquido el mercado argentino"
Alex Milberg Director
Alex Milberg Director
Aejandro Elsztain es el CEO de Cresud desde 1994, pero también es vicepresidente de BrasilAgro (compañía con operaciones agropecuarias en Brasil, Bolivia y Paraguay) y ocupa el cargo de vicepresidente de Futuros y Opciones, que brinda servicios comerciales a los productores agropecuarios. Además, es VP II de IRSA y VP Ejecutivo de IRSA Propiedades Comerciales.
¿Sigue siendo negocio ser productor agropecuario en la Argentina?
Claro que sí. En la Argentina no hay duda del negocio agropecuario, siempre lo fue y continúa siéndolo. Sin duda es buenísimo ser un productor agropecuario en la Argentina.
¿Y la compra y venta de campos sigue jugando un rol central en la estrategia de negocios de Cresud o depende del momento?
Cresud es una empresa agropecuaria que nace en Argentina, con más de 85 años de historia. Desde el principio nos dimos cuenta de que solamente como productores agropecuarios al mercado no le alcanzaba lo que nos pedía. Nuestro modelo de negocios desde el principio fue entender que teníamos que ir a comprar tierras, en la máxima producción posible, y cuando ya estuvieran maduras teníamos que venderlas. La historia fue cambiando y hoy nuestra historia ya es mucho más productiva: al inicio era un 75% de real estate y un 25% productivo, y estos últimos dos o tres años es al revés, 70% productivo. Estamos en cuatro países, sembramos 270.000 hectáreas, y también hacemos el real estate. Cuando la tierra está madura volvemos a empezar: la vendemos a los productores, la compramos mayorista, la vendemos minorista, financiamos en el tiempo y volvemos a empezar.
Así que está migrando nuestra estrategia pero continuamos vendiendo estancias, unas 10/15.000 hectáreas por año. Nuestro portafolio es de 850.000 hectáreas. Estamos vendiendo 1.000, 2.000, 3.000 hectáreas fraccionadas, pero el negocio productivo está cada día siendo un negocio más importante. Y ahora tenemos un negocio que es muy trascendente que quizás no es tan conocido.
¿Cuál?
Nuestras inversiones en negocios de servicios. A fines de los 90 Cresud compró Futuros y Opciones, una empresa de Rosario, con la fantasía de desintermediar el agro. Y en 20 años se transformó en la empresa que ayuda a los productores desde el insumo hasta la exportación, los asesora. FyO y Agrofy (marketplace del agro) fueron dos de nuestras inversiones recientes.
¿El productor medio en la Argentina sigue encontrando oportunidades de compra y venta de campos?
El productor en general no vende, somos una rara avis. Pero a la gente yo le recomiendo que tengan un poco de esto, del mundo de lo real, lo tangible, lo noble.
¿Qué pasó con los valores? ¿Es un momento para comprar?
A nosotros nos gusta ser contracíclicos, en general compramos cuando nadie quiere comprar y vendemos cuando todo el mundo lo quiere.
¿Qué están haciendo ahora?
En Brasil estamos vendiendo. Tuvimos la suerte de entrar en 2006, comprábamos por 1.000 reales la tierra y hoy después de desarrollarla, ponerla en producción, tener márgenes agrícolas y ganaderos, estamos vendiéndola en 50.000 reales. Encontramos ganancias que están más para salir que para entrar, y los márgenes están muy altos.
¿Y en Argentina?
Argentina no tuvo este recorrido alcista, al revés. Hoy tiene precios bastante baratos, pero la rentabilidad de comprar un campo contra los márgenes actuales tampoco es tan atractiva. Tenés que estar apuntando a otro escenario en donde el margen mejore. La tierra cotiza en dólares (y en dólares blue, diría) y, cuando produce, produce en otro de los dólares. Está muy líquido el mercado argentino.
¿Cómo es la experiencia en otros países?
Latinoamérica es un buffer especial del mundo, no hay otra región con la calidad y cantidad de tierra. Y veíamos que lo que habíamos aprendido en Argentina, de poner en producción zonas que no lo estaban, ¿por qué no en Latinoamérica? En Argentina venían restricciones y en otros lados iban a promoverlo. Usando nuestro recorrido argentino fuimos al mercado de capitales de Brasil a contar lo que íbamos a hacer pero no teníamos ni un empleado, ni una oficina, ni un campo. Brasil nos dio US$ 280 millones, nosotros pusimos US$ 20 millones, y el resto fue el mercado de capitales brasileño y extranjero. Hoy es una empresa con un patrimonio de casi US$ 1.000 millones, y probamos también en Paraguay y Bolivia.
“Brasil nos acompañó”. ¿Se imaginan “Argentina nos acompañó”?
Yo espero que así sea. Así se armó este agtech del agro. Hoy tenemos más empleados en el nuevo mundo que en el viejo mundo. FyO y Agrofy tienen 700 empleados; el viejo mundo (el productivo, con 260.000 hectáreas y 80.000 cabezas) tiene 600. Espero que Argentina lo mantenga, lo sostenga, lo proteja, lo subsidie, lo cuide. No vamos a poder hacerlo solos.
¿Qué ventajas o incentivos tiene la Argentina para seguir siendo un país donde pensás en producir granos y carne?
La calidad de la tierra argentina es incomparable. Lo que pasa es que en el mundo de la tecnología se está aprendiendo mucho. El mundo está corriendo y el valor de la tierra lamentablemente en algún punto se está perdiendo porque se compensa con insumos, fertilizantes. Entonces, seguir solamente hablando de la tierra negra productiva de la Argentina no está bueno, la Argentina es mucho más. El mundo va a necesitar más comida para los 9.000 millones que vienen. Hay que seguir mejorando para las otras zonas.
"La Argentina hoy tiene precios bastante baratos, pero la rentabilidad de comprar un campo contra los márgentes actuales tampoco es tan atractiva. Hay que apuntar a otro escenario"
¿Cuál es el secreto para que en una familia que comparte un proyecto de negocios importante todo fluya lo más armónicamente posible?
Son empresas públicas, aclaro. No es una empresa típica familiar, todas cotizan en la bolsa.
Todo unicornio era una pyme en algún momento.
Entendimos la bondad del real estate combinado con el mercado de capitales desde el inicio. Mi hermano es un genio en el mercado de capitales y pudo convencer a los inversores con esta teoría de que China iba a demandar y Sudamérica lo iba a suministrar. En la empresa somos tres o cuatro familiares y muchos miles de empleados no familiares.
¿No hay una regla de oro?
No tenemos una regla. ¿Sabés lo que nos gusta? Los desafíos. No tenemos miedo de ir a comprar 30.000 hectáreas en Balsas, Brasil, a 12 horas de distancia de nuestras casas. Confiamos mucho en nuestro criterio, tenemos mucho análisis y mucha visión. Mi hermano es un visionario tremendo y a mí me gusta mucho el método del rigor, gente analítica. La combinación de los dos factores funcionó muy bien en la historia, y por eso nos expandimos tanto. Aceptando los errores cuando nos equivocamos, sabemos perder y volvemos a empezar. La regla es: nos gusta probar, sabemos que para tener gente buena hay que ir por mucho más.
Frente a contextos de preocupación, ¿cómo hacés para que no interfiera en tu día a día?
No hago lobby, no tengo mucha aparición pública. Me dedico a entender lo que pasa adentro y voy a donde nos dejan hacer. Nunca estoy trabajando por lo que no se puede, soy más un convencido de que hay que ir hacia donde van las olas. Ahora hay mucho para expandir en FyO y Agrofy. Eso es a lo que me dedico: a tratar de potenciar a las personas y no ver cómo convenzo a alguien de lo que estamos haciendo. Soy un convencido de que lo que hacemos está bueno para el mundo.