10 promesas: Felices Vacas, la empresa que quiere liderar la revolución foodtech
Cecilia Valleboni Forbes Staff
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Cuando Roberto Cantoli y su socio, Gastón Luque, se hicieron veganos tenían una dificultad: no había una oferta de productos en el mercado que cumpliera con sus necesidades y tampoco había mucha variedad en el mundo de la gastronomía. “En la Argentina, la oferta era casi nula. Y, a contracara, en el mundo y cuando viajaba, me encontraba con que había góndolas enteras. Además, queríamos hacer cosas ricas y accesibles, para que no haya excusas”, rememora Cantoli, que se hizo vegano en 2012. Sin muchos conocimientos del rubro alimenticio -tiene expertise en el mundo financiero y fue dueño de un restaurante -, decidió fundar Felices las Vacas, una empresa que produce y distribuye alimentos de origen vegetal.
“Craneamos la idea en una charla informal. Tuvimos una dietética en Recoleta, pero nosotros queríamos poner una fábrica. Nuestro objetivo era tener la pata de elaboración. Empezamos a hacer pruebas y le fuimos dando forma hasta que de repente nos convertimos en socios”, cuenta. Así, con US$ 22.000 de inversión inicial de capitales propios, compraron las máquinas para empezar a producir su primer producto, la leche de soja, en una pequeña fábrica en Villa Adelina. “El objetivo siempre fue ser una empresa láctea alternativa. Crecimos, reinvertimos y hoy estamos en una planta modelo en Pacheco. Queremos producir todo tipo de alimentos, siempre con el enfoque vegano”, cuenta el emprendedor. La fábrica, inaugurada recientemente, está valuada en US$ 1 millón y está equipada con maquinaria de última tecnología. “Empezamos muy de cero, con producción totalmente artesanal, y en la nueva planta logramos un nivel de profesionalización muy alto”, destaca Cantoli.
“Nuestro objetivo siempre fue ser una empresa láctea alternativa. Queremos producir todo tipo de alimentos, pero siempre con el enfoque vegano”.
Hoy, la firma tiene un portfolio de 40 productos, que van desde leches, quesos, yogures, untables, smoothies y alfajores hasta carne vegetal. Por mes, producen 300.000 unidades y tienen en total 30 empleados. Uno de sus productos estrella es el dulce de leche de almendras. “Se produce de una forma similar al tradicional, pero su desarrollo fue un proceso muy largo, de prueba y error. Hasta que logramos la versión colonial y repostera, que son increíbles”, cuenta con entusiasmo. El último gran lanzamiento fue una muzzarella vegana, que quieren hacer llegar a todas las pizzerías del país. En tanto, mirando hacia adelante, Cantoli hace hincapié en los sustitutos cárnicos -ya sea de pollo, pescado, carne picada, chorizo o jamón-, que son un pilar fundamental de la revolución foodtech. “Hay un mercado muy atractivo y con mucho potencial de crecimiento”, refuerza.
Con distribución propia, la firma llega con sus productos a dietéticas y almacenes de barrio que son su principal canal de comercialización. Además, está presente en dos supermercados -Jumbo y Makro- y espera cerrar el año en las góndolas de Coto y Carrefour. “En los últimos años, la tendencia hacia alimentos veganos es cada vez más fuerte. Nuestra misión como empresa es desestigmatizar el veganismo como estilo de vida y darle al común de la gente productos que sean ricos y gustosos. Nuestro target no son solo los veganos, sino cualquier persona. Queremos atraer al público que consume por rico y no solo por los ingredientes que contiene”, asegura.
Con crecimiento sostenido desde sus inicios, en 2019, Felices las Vacas facturó $ 60 millones. “Este año proyectamos llegar a los $ 280 millones”, asegura. Y añade: “La pandemia no frenó el consumo, pero sí tuvimos que readecuar nuestros procesos y adaptarnos rápidamente a los protocolos que exige la emergencia sanitaria”, enfatiza. Cantoli sabe que la alimentación más saludable y consciente es una tendencia fuerte y ya tuvo acercamientos de tres compañías multinacionales. Una de ellas, del rubro lácteo, estuvo muy cerca, pero las negociaciones no llegaron a un acuerdo final. “Fue nuestro primer rechazo”, dice el emprendedor, que no saca la vista del largo plazo, y añade: “Reinvertimos el 90% de las ganancias. No queremos estancarnos y estamos todo el tiempo pensando cosas nuevas. Queremos ir siempre por más”.
Fundación: 2013.
Inversión inicial: US$ 22.000.
Facturación: 2019: $ 60 millones.
Facturación 2020: $280 millones.