Cuando cursaba la escuela primaria en Inglaterra, Andrew Bastawrous era curioso e inteligente. Sin embargo, sacaba muy bajas notas. El misterio se resolvió cuando, a los 12 años, en un examen de la vista se descubrió que tenía una discapacidad visual grave. Los anteojos lo llevaron a mejorar sus calificaciones y lo ayudaron a poner el foco en su objetivo futuro: ayudar a las personas que tienen dificultades para acceder a una consulta médica.
Cumplió esta promesa con la invención del Portable Eye Examination Kit Vision (sus siglas en inglés Peek, que significa ojeada) una aplicación y un dispositivo que puede transformar cualquier smartphone en una clínica oftalmológica móvil. El carácter inédito de su proyecto hizo que Rolex le diera el premio a la Iniciativa 2016.
En todo el mundo, 36 millones de personas no pueden ver, y casi el 90% vive en países en desarrollo. Además, el 80% son ciegos por causas curables o que se pueden prevenir. Un diagnóstico temprano podría cambiar la vida de estas personas. Siento que esto es profundamente injusto. Habiendo crecido en el Reino Unido me sentía culpable y enojado de haber recibido lo que mucha gente no tiene, confesó Andrew, decidido a hacer todo lo que pudiera para cambiar esa situación.
Convertido en oftalmólogo y cirujano ocular, en 2012 se trasladó -junto con su esposa y su hijo pequeño- a Kenia para intentar ayudar a personas de zonas rurales con problemas de visión. Sus sueños eran enormes, pero África le impuso más desafíos de los que había imaginado. Quiso proveer a las comunidades de los equipos profesionales que se encuentran en los mejores hospitales y se encontró con que trasladarlos y ponerlos en funcionamiento era tarea compleja. Había caminos de tierra casi intransitables y falta de electricidad.
Lo que Bastawrous notó fue que con lo que sí contaban esos lugares sin infraestructura era con cobertura móvil. Así llegó a la idea de reemplazar esos costosos equipos por celulares capaces de realizar pruebas de visión de gran calidad sin necesidad de especialización. Pensé que debía ser sencillo recrear los test que hacemos en la clínica en un smartphone. La idea fue simplificar el proceso para que cualquier persona pueda realizarlo en el lugar que sea, aseguró.
Ojeada clave
El de Bastawrous es uno de los ejemplos de proyectos innovadores que están cambiando la manera en la que los tratamientos médicos llegan a los lugares más remotos del mundo con la ayuda de los Premios Rolex a la Iniciativa.
Este dispositivo se expandió por zonas en las que una visita al oftalmólogo antes era impensable. Y los resultados fueron contundentes. En los primeros 9 días que puso a prueba el Peek Vision, con la ayuda de maestros de esas áreas rurales consiguió examinar a 21.000 estudiantes y detectar 900 casos de problemas en la visión.
También es sumamente elocuente la historia de Mama Phillip, una mujer de 60 quien fue atendida con esta tecnología innovadora. Había quedado ciega veinte años atrás. Estaba apática, muy flaca y su familia creía que tenía demencia. El diagnóstico luego de ser examinada: cataratas. Pudo curarse con un simple procedimiento quirúrgico.
Este dispositivo permite incluso mirar adentro del ojo con el teléfono y obtener información confiable y compartirla con especialistas que evalúan si esa persona necesita o no tratamiento, señala Bastawrous. Detecta cataratas, glaucoma y otros problemas y envía una notificación al centro de salud más cercano. Además, la cámara del teléfono también puede simular cómo ve el mundo la persona que hizo la prueba. Algo que ayuda a los padres a comprender por qué su hijo podría necesitar tratamiento.
Peek Vision es una herramienta pionera desde donde se la mire. Su costo implica apenas una centésima del de los equipos que se usan habitualmente y, a la vez, resulta potente, precisa y portátil. La capacitación para hacer el test requiere de apenas unos minutos. Por eso, puede ser utilizada por personas sin formación especializada en salud ocular.
Gracias a su Premio Rolex, Bastawrous podrá ampliar el proyecto y establecer un centro de excelencia y formación sobre Peek en Kitale, Kenia. Además, su iniciativa logró extenderse a Botsuana, Tanzania e India y generó una base de datos e informes para que los servicios de salud puedan aportar mejoras a largo plazo para combatir la crisis global de pérdida de visión. No puedo creer que vivamos en un mundo donde ya sabemos cómo proporcionar tratamientos y no se lleven a cabo. Es sumamente injusto, admite el oftalmólogo. Y va por más: su gran anhelo consiste en poner a disposición de todo el mundo esta tecnología salvadora.
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