Sus imágenes generan un impacto instantáneo. Captan mundos subacuáticos inexplorados, fugacidades irrepetibles y comportamientos de animales huidizos. Ponen el foco en la belleza que habita los océanos. Pero más allá de lo artístico de sus fotos, lo que buscan Cristina Mittermeier y Paul Nicklen es despertar conciencia.
Ellos son una pareja de fotógrafos conservacionistas -así se autodenominan- con la misión de ayudar a las personas a valorar el océano. A lo largo de más de 45 expediciones, documentaron más de 765 especies y capturaron más de 7 millones de imágenes. Se convirtieron en influencers eco en las redes: tienen 9 millones de seguidores (combinando las cuentas) solo en Instagram.
Descubrieron que sus imágenes podían generar conciencia y exponer las amenazas que acechan a los ecosistemas, desde la contaminación por plásticos hasta el cambio climático, y cómo esto afecta las vidas de la fauna y de las personas que viven junto al mar. Durante dos décadas he explorado el océano y nuestro planeta como fotógrafa profesional. En ese tiempo, aprendí mucho. Que las historias del océano tienen más poder que los poderosos y que esas historias pueden inspirar, educar e impulsar cambios en todos nosotros. Nos ayudan a relacionarnos, a dar forma a nuestras ideas y nos orientan, apunta Mittermeier.
Hoy, la dupla recibe el apoyo de la Iniciativa Perpetual Planet de Rolex para continuar con la difusión de sus fotos que sensibilizan, abren el diálogo sobre la protección del océano y crean estrategias y contenido que impulsa al público a actuar, trabajando en la fusión de arte, ciencia y conservación.
Mundo submarino
El océano es fuente de vida, belleza y maravillas, y es esencial para la supervivencia del planeta y de nuestra especie. Como fotógrafa y narradora, he dedicado mi vida a explorar y a entender el océano. Y puedo decir que no hay nada como lo que se siente cuando te rodea su inmensidad, su misterio, su riqueza. Es un lugar mágico con el poder de conectarnos a todos, confiesa Mittermeier.
Aquella niña de Cuernavaca, una población en el interior de México, veía fascinada en la televisión los capítulos de El mundo submarino de Jacques Costeau. Su pasión estaba definida, por eso se volcó a estudiar biología marina. Pero muy pronto se dio cuenta de que la ciencia no era el camino de expresión que imaginaba. Superpoblación, sobrepesca, polución, calentamiento, cambio climático: todo eso está matando los corales y amenaza a las especies. Dejé la biología con la esperanza de convertirme en una portavoz para el océano y sus comunidades. Para contar su historia mediante una cámara, recuerda Mittermeier.
Existen varias imágenes que marcaron su trayectoria como fotógrafa y activista medioambiental, pero hubo una que se viralizó por todas las latitudes. En 2017 se convirtió en la prueba más feroz de los efectos del cambio climático su foto de un oso polar famélico arrastrándose por la tundra estéril del Ártico canadiense.
Parte de la misión de Mittermeier también consiste en generar comunidades de defensores del océano. En 2005, creó la Liga Internacional de Fotógrafos de Conservación -la primera organización de su género- para ayudar a fotógrafos y cineastas de todo el mundo a impulsar iniciativas de conservación.
En 2014 dio un paso más allá y, junto a Nicklen y al también fotógrafo Andy Mann, cofundó una ONG denominada SeaLegacy, dedicada al marketing, educación y comunicación global para la protección del océano. Desde esta plataforma formó parte de muchas iniciativas de conservación, que incluyen campañas para expandir el área marina protegida de las Galápagos y la prohibición de la pesca con redes de enmalle en la costa de California. Espero hacer mi parte para garantizar que las generaciones futuras puedan experimentar la belleza y las maravillas del océano, se sincera Mittermeier.
Del Ártico al mundo
No es fácil capturar el nado de centenares de peces martillo, el momento justo en el que una foca leopardo intenta devorar a un pingüino o el salto de una orca. Nicklen puede pasar horas entre el hielo para lograr que un animal se le acerque y poder fotografiarlo.
En el mundo polar se siente en su casa. Cuando tenía cuatro años se mudó a la Isla de Baffin, en el norte de Canadá. Pertenecía a una de las únicas tres familias no inuit de esa pequeña comunidad. Sin televisión ni teléfono, jugaba la mayoría del tiempo en el hielo marino, contemplando focas, osos polares y narvales. Aprendí sobre el océano de los mayores. Al crecer en ese entorno pude observar el ecosistema y cómo funcionaba todo en conjunto, asegura Nicklen.
Al igual que su pareja Mittermeier, comenzó su carrera como biólogo de la vida salvaje pero dejó su trabajo para centrarse en la narración visual. En lugar de redactar largos informes, optó por volcar sus observaciones científicas en forma de imágenes: Recopilaba datos que sugerían un futuro aterrador. Sentía que todo era en vano. ¿Cómo iba a ayudar a este lugar sólo con documentar su extinción? Sentía impotencia. Tenía que hacer algo y decidí emprender otro camino, cuenta.
En el intento por lograr las mejores fotos, vivió todo tipo de aventuras. Desde una expedición de tres meses en canoa por el Ártico hasta buceos que casi lo dejan sin aire y congelado y exploraciones en la que fue atacado por osos grises.
Aunque muchas de esas experiencias lo dejaron al borde de la muerte, Nicklen no para; continúa nadando, observando y compartiendo imágenes de la naturaleza que se encuentran entre las más destacadas del mundo. Tanto es así que recibió más de 30 premios prestigiosos, incluidos al Fotógrafo de Vida Silvestre del Año de la BBC y seis premios World Press Photo de fotoperiodismo. En 2019, se convirtió en uno de los miembros más jóvenes del Museo y Salón de la Fama de la Fotografía Internacional.
Durante mi carrera, en tres décadas fui testigo de los efectos de la sobrepesca, choques con ballenas, contaminación y el impacto devastador del cambio climático. He visto hábitats destruidos, especies al borde de la extinción y ecosistemas con daños irreparables. He visto cómo comunidades costeras tenían que mudarse tierra adentro. Me afectó tanto todo eso que no puedo mirar hacia otro lado. Tengo que luchar. El tiempo se agota. Y aún con todas esas calamidades debo mantener la esperanza, asegura.
Llamado a la acción
A través de imágenes asombrosas Mittermeier y Nicklen muestran cómo el cambio climático está provocando la desaparición de especies, destrucción de hábitats y desplazamiento de personas. Sus historias visuales funcionan como llamados a la acción, generan un gran apoyo a la protección del Ártico y otras regiones del mundo, del océano y su biodiversidad.
Con cada imagen que inspira a otros, cada expedición exitosa, cada plan de conservación y cada colaboración como la de Rolex y su Iniciativa Perpetual Planet, que apoyan la misión de SeaLegacy, pienso que no es demasiado tarde. Espero que cada persona tenga la capacidad de lograr cambios a su manera y que juntos podamos mejorar las cosas, observa Nicklen. Y concluye: Se necesita un esfuerzo colectivo para lograr cambios significativos. Para proteger nuestro futuro y al mar. Y que la historia del océano se pueda seguir contando.