La biomedicina del futuro
La palabra “vacuna” es la que más titulares globales ocupó en 2020. Y seguro va a mantener su protagonismo por mucho tiempo más. Pero hace ocho años, cuando aún carecía de semejante atención, el biomédico australiano Mark Kendall presentó un método revolucionario sin pinchazos.
“Inventé el Nanopatch para cambiar la forma de administrar las vacunas. Las agujas y jeringas. se remontan a 1853 y siguen siendo la principal modalidad. Lo que se me ocurrió no fue solo sustituir la aguja, sino también mejorar su funcionamiento al diseñar el dispositivo desde cero para administrar la dosis exacta a las células inmunitarias justo debajo de la superficie de la piel. Y, al mismo tiempo, obtener vacunas de tipo seco, que no necesitasen refrigeración”, explicó el científico, que lleva más de 20 años dedicándose a aplicar sus conocimientos sobre ingeniería a la búsqueda de soluciones para problemas sanitarios mundiales.
El proyecto, que surgió de inmiscuirse en los vericuetos de la tecnología espacial, recibió el Premio Rolex a la Iniciativa en 2012. Con ese impulso, el investigador logró hacer realidad su desafío más ambicioso: que su invento funcionara en un lugar con dificultades, como fue el ambiente rural de Papúa Nueva Guinea.
“Cada año se producen unas 14 millones de muertes por enfermedades infecciosas, y la mayoría ocurre en los países en desarrollo. La razón principal es la falta de acceso a vacunas. El galardón de Rolex me permitió utilizar el Nanopatch en esas partes del mundo y dio sus frutos: hemos logrado crear vacunas mejoradas sin agujas y que no necesitan refrigeración”, admitió el profesor de la Universidad Nacional de Australia.
Son autoadhesivos que penetran la capa externa de la piel y aplican la cantidad justa de vacuna de forma más precisa que una aguja hasta alcanzar las células clave del sistema inmunitario. Con las ventajas extra de que no requiere de los clásicos condicionantes de transporte y que puede colocarla cualquiera.
La posibilidad de que se pueda autoadministrar es esencial en un escenario de pandemia. En la actualidad se están llevando a cabo ensayos clínicos con el parche para varias enfermedades, incluida la gripe, el sarampión y la polio.
Los avances de la ciencia, la investigación biomédica y el emprendimiento científico fueron decisivos en el último tiempo con la aparición del COVID-19. En este contexto se volvió esencial el rol de startups biomédicas como la fundada por Kendall, WearOptimo.
“Hoy la empresa está aplicando todo lo que hemos aprendido en fabricar dispositivos funcionales y posibles para medicina de precisión. La idea es suministrar el medicamento adecuado en el momento y el lugar adecuados”, señala el australiano.
A la idea de garantizar un tratamiento a medida el científico sumó el desarrollo de los parches y así se originó otro gran hallazgo: un dispositivo microponible que permite el diagnóstico y el seguimiento instantáneos de los pacientes. Se parece a un sticker pequeño que, equipado con capas de sensores electrónicos, leen los signos vitales de manera mínimamente invasiva y sin dolor.
“Si somos capaces de medir la trayectoria individual y de ajustar el tratamiento, lograremos un gran cambio. Ese es uno de los motivos por los que inventamos los microwearables, que monitorizan de forma constante”, agrega.
Del tamaño de una estampilla, los discretos triángulos de plástico que se pegan como una curita cuentan con sensores electrónicos inteligentes. Detectan todo lo que ocurre en el cuerpo de quien los lleva puestos e informan directamente al celular del paciente, a su médico o al hospital.
La importancia de este dispositivo la vivió en carne propia cuando un familiar sufrió un infarto. Kendall se lanzó a imaginar si se hubiera podido diagnosticar antes de que se desencadenara. Lograr eso evitaría gran cantidad de las 20 millones de muertes por enfermedades cardiovasculares.
Por eso, hoy el dispositivo WearOptimo da la alarma cuando se presentan daños en el tejido muscular del corazón. “Nuestro microwearable tiene la capacidad de detectar que se está produciendo un infarto antes de que aparezcan los síntomas”, observó el investigador. Esto permite a los médicos actuar a tiempo para salvar una vida.
Además de prevenir desenlaces letales, este poderoso sticker está diseñado para permitir a los médicos ajustar el tratamiento a la condición del paciente en cada momento. Los procedimientos “a medida” abren un abanico que va desde quimioterapia hasta la optimización de la cura en pacientes con Coronavirus.
“Los Premios Rolex a la Iniciativa me animaron a ser más innovador y valiente en lo que emprendía. También me pusieron en contacto con personas increíbles, incluyendo a expertos que ven más allá del horizonte en los retos que están por venir”, afirmó el galardonado.
Kendall asegura que está lejos del arquetipo de científico, con anteojos y bata que trabaja aislado como si fuera un robot. “No somos digitales sino analógicos, así que es imposible trabajar solos. Ese factor humano es el mecanismo que hace que las cosas funcionen”, asegura. Su objetivo es sacar cuanto antes las ideas del laboratorio y ponerlas en acción. Y, mientras la humanidad demuestra una capacidad de batir todos los récords en el desarrollo y fabricación de las vacunas, el australiano se abre paso con una nueva tecnología que mejora la manera en la que los tratamientos médicos se implementan en el mundo.
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