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Por tratarse de una importante área de reproducción de especies migratorias, la Península de Osa, en Costa Rica, se suma a la red de Hope Spots, zonas protegidas por Rolex en alianza con la organización para la conservación de los océanos Mission Blue.

4 Febrero de 2022 12.00

Arenas blancas, palmeras espectaculares y un mar que está decidido a regalar a los surfistas las mejores olas de sus vidas confluyen en la Península de Osa, Costa Rica. Además de sus atributos turísticos, National Geographic describió a la región como "el área biológicamente activa más intensa del mundo". Cuatro especies de tortugas marinas reptan en sus playas para desovar en el Pacífico. Al este, tiburones martillo, ballenas jorobadas, ballenas de Bryde, delfines mulares y delfines manchados remontan el fiordo del Golfo Dulce para parir. 

Pero el ecosistema de Osa es frágil. A sus mares lo acechan desde la pesca industrial y la contaminación por plásticos hasta el vertido de residuos agrícolas sin procesar. Carlos Mallo Molina, el fundador y director ejecutivo de Innoceana, una ONG para la conservación de los océanos en Costa Rica, espera que el impacto negativo vaya en retirada a partir del nombramiento del Corredor Biológico Marino de Osa como un Hope Spot de Mission Blue, que trabaja junto con Rolex para lograr ambientes marinos saludables. 

Este nuevo "lugar de esperanza" presenta un diverso grupo de ecosistemas que resultan esenciales para la supervivencia de la vida marina, entre ellos los arrecifes de coral de la Isla del Caño, importantes áreas de reproducción de especies marinas, manglares y uno de los mayores humedales de la costa pacífica de América Central. "En estas zonas puedes encontrar de todo literalmente? arrecifes de coral, arrecifes rocosos, mantos de rodolitos, aguas pelágicas repletas de cetáceos, fondos marinos desconocidos. A la isla del Caño la llamo la catedral del mar. Es un lugar poderoso que te transmite energía de la naturaleza", agrega Mallo Molino. Él es el "valedor" local, quien representa a Mission Blue en la Península de Osa junto a dos personas de Innoceana. Su misión es reunirse con líderes gubernamentales y llevar a cabo actividades científicas relacionadas con la conservación, en colaboración con organizaciones locales, asociaciones de comunidades, empresas y autoridades. 

Reproducción garantizada

Imán para los viajeros, la Península de Osa permite sumergirse en un oasis tropical y conectarse con la naturaleza. Rodeada de aguas, congrega a una multitud de animales marinos. Los tiburones martillo, las tortugas, las mantarrayas y varias especies de cetáceos, incluyendo los delfines, se reproducen en la costa del Pacífico Sur de Costa Rica. Y también es un santuario para la ballena jorobada, que realiza una extraordinaria travesía de 10.000 km desde la Antártida hasta el país centroamericano. Mientras que los mangles de los humedales actúan como viveros para tiburones pequeños y sitios de anidación de tortugas verdes, golfinas, carey y vulnerables tortugas laúd. 

"Si queremos establecer una protección eficaz de la vida marina que migra a través de las aguas de Costa Rica, es necesario aplicar un resguardo exhaustivo de la totalidad del área", detalla Mallo Molina. 

Crédito: Carlos Mallo.

La clave para los buenos resultados de Mission Blue es el empoderamiento de la población local. Y así provocar una oleada de apoyo comunitario a la conservación marina. "Restaurar el ecosistma marino de la península de Osa enriquecerá a la comunidad económica, física y mentalmente -declara Mallo Molina-. Los pescadores artesanales dispondrán de un entorno mejor con unos arrecifes de coral y unos manglares sanos. Gracias a la prohibición de la pesca industrial, las zonas de buceo ganarán en atractivo, lo que fortalecerá al sector local del ecoturismo. Todos los seres vivos saldrían ganando, incluidos los humanos". 

Con la comprensión de que la biodiversidad del lugar es una atracción, los pobladores saben que crear áreas protegidas aumenta su prosperidad. Derriban presuntas disyuntivas entre proteger la naturaleza o proteger a las personas. Por eso, hoy en Osa son cada vez más quienes se vuelven defensores apasionados del medioambiente que antes explotaron. 

Bajo la lupa 

Ya son más de 130 los Hope Spots que forman la red mundial creada por Mission Blue y Rolex en su compromiso por explorar, recuperar y proteger los océanos. Este nuevo estatus de "lugar de esperanza" le da visibilidad global a la urgencia de proteger las aguas de Osa. 

"El ecosistema aloja zonas de reproducción y alimentación para varias especies de ballenas y miles de otros organismos como tiburones, atunes y las pequeñas criaturas en las que se basa todo el resto? Al apoyar la protección total de este corredor de vida junto a la Península de Osa, la vida misma mejorará", asegura Sylvia Earle, exploradora marina de renombre y fundadora de Mission Blue. 

Crédito: Yulian Cordero. 

La ONG Innoceana planea concientizar a la comunidad sobre cuestiones relacionadas con el océano a través de un Centro de Formación y Educación Marina. La idea es convertirlo en un punto de encuentro para actividades gubernamentales y comunitarias relacionadas con el Hope Spot. Además, albergará a los investigadores encargados de estudiar los 212 peces, 14 especies de tiburones, cuatro variantes de tortugas y 38 aves marinas de la zona.

Grandes cambios se esperan. La restauración del ecosistema dará lugar a fitoplancton, mangles sanos y arrecifes de coral en abundancia. Como rebote, este Hope Spot puede impulsar una mejora económica en la zona. Un arrecife sano aumenta el número de especies marinas, lo cual es una ventaja para los pescadores artesanales y un gran atractivo para buceadores, practicantes de snorkel y ecoturistas. Y cada vez está más cerca de cumplirse el propósito de Mission Blue para contribuir a que se proteja hasta el 30% de los océanos del mundo antes del 2030, que es el objetivo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

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