Azores, el nuevo "Hope Spot" en el Atlántico
La inmensidad del Atlántico Norte que rodea el archipiélago Azores esconde una multitud de tesoros. Un botín de naturaleza. Ahí viven 24 especies de cetáceos -incluidos delfines, cachalotes y la ballena azul, el animal más grande del planeta-, centenares de especies de peces, tortugas marinas y jardines de coral y esponjas. En estas nueve islas, misteriosamente deshabitadas cuando llegaron los portugueses en el siglo XV y en las que prácticamente no hay animales terrestres autóctonos, las aguas bullen de vida.
Por eso, no extraña que este lugar frondoso, salvaje, volcánico y remoto se haya convertido en un flamante "Hope Spot" (un área marina considerada importante de ser preservada) designado por Mission Blue, socio de Rolex como parte de su iniciativa Perpetual Planet.
La compañía suiza sumó su apoyo para generar, junto con la organización que se encarga del cuidado de los océanos, una red mundial de áreas marinas protegidas. Son zonas muy importantes desde el punto de vista ecológico y consideradas vitales tanto para la preservación de la fauna como para los habitantes del lugar, quienes dependen de un mar sano. "El archipiélago de las Azores es un imán para la vida. Se trata de un lugar verdaderamente mágico. Declararlo como un Hope Spot tiene toda la lógica del mundo? pregúntenles si no a las ballenas", declaró la legendaria oceanógrafa y exploradora Sylvia Earle, fundadora de Mission Blue y Testimonial de Rolex.
Este paraíso perdido en el océano entre Europa y América, donde se cultivan las mejores ananás del planeta, las rutas están tapizadas con hortensias y se habla un acento que les resulta complicado hasta a los propios portugueses, presenta ecosistemas marinos únicos y frágiles. Es uno de los grandes santuarios de cetáceos que quedan y se encuentra entre los mejores lugares del mundo para el avistamiento de ballenas.
La economía de las Azores dependió durante más de 150 años de la captura y explotación de las ballenas, en especial del aceite que se extrae de su grasa, que se utilizaba para alimentar las lámparas que iluminaban millones de hogares en todo el mundo, elaborar jabón y hasta para margarina. Hasta que en 1987 se prohibió la caza comercial de estos gigantes del mar. Entonces, los azorianos tuvieron que reinventarse. Tardaron poco en darse cuenta de que el turismo podía ser mucho más rentable que pelear con animales tan grandes como una casa y así surgieron las empresas para el avistamiento de cetáceos.
Hoy, las Azores se convirtieron en uno de los destinos que más interés despierta entre los viajeros con ganas de fundirse con la naturaleza. "Las islas Hawái de Europa", las denominan algunos. La mayoría de las 240.000 personas que habitan el archipiélago trabajan en el ecoturismo. Sus pobladores son conscientes de la importancia de mantener el mar saludable. Por eso, en la zona se reforzaron las políticas que protegen a las aguas de la pesca, la edificación en la franja costera, el transporte marítimo y la agricultura.
Y en 2019 se logró ir todavía más allá. Ese año, el gobierno regional lanzó el programa Blue Azores. Firmado junto a las fundaciones Océano Azul y Waitt Institute, se dedica a valorar el capital natural del archipiélago y garantizar una plena protección del 15% del mar. El compromiso es vigilar el cumplimiento de las leyes, realizar expediciones científicas, promover una gestión sustentable de la pesca e impulsar el plan "educación azul" en las escuelas, entre otras actividades.
La semilla de esta pequeña revolución que se vive en estas islas de mitad del Atlántico germinará con más fuerza gracias al apoyo que ahora reciben por parte de Mission Blue. "El archipiélago de las Azores ha sido calificado como Hope Spot en reconocimiento a los esfuerzos y la colaboración prestada por el Gobierno, la Universidad de las Azores, las organizaciones y los miembros de la comunidad. Todos ellos trabajan unidos a favor de una mayor protección de los océanos y de una extensa y creciente red de áreas protegidas que se extiendan desde la superficie del mar hasta las profundidades del lecho marino", observó Earle.
Cada uno de estos "lugares de esperanza" cuenta con un "valedor" procedente del ámbito de la conservación. Es el encargado de coordinar las actividades en la zona reuniéndose con gobiernos y emempresarios, organizando eventos de difusión y trabajando con niños de todas las edades. En Azores, fue designado para ese rol Christopher Pham, especializado en ecosistemas de las profundidades marinas y contaminación por plásticos. "La inclusión de las Azores como Hope Spot es un paso significativo en nuestra misión de promover la protección de este lugar único", analizó el experto.
Con las miradas globales puestas en la preservación de su ecosistema, el archipiélago de Portugal podrá potenciar los encantos de su mar turquesa intenso que tanto atrae a los viajeros, y reforzar sus políticas de conservación.
Mission Blue amplía su alcance y la comunidad crece. Lleva más de una década emprendiendo acciones para proteger los ecosistemas marinos más importantes. Ya tiene más de 130 Hope Spots en zonas de los océanos, y el objetivo es contribuir a proteger el 30% de los mares del mundo para 2030.
Para lograr la ambiciosa misión, cuenta con la ayuda de Rolex, que, con esta alianza, potencia su iniciativa Perpetual Planet. Busca crear conexiones reales entre la gente y los mares que hoy merecen especial atención. Y pone el foco en conservar los ecosistemas de las profundidades con la intención de que permanezcan en los años por venir.
Que Mission Blue y la marca están en la misma sintonía es evidente. Así lo confirma Earle: "Al igual que Rolex, siento que ha llegado el momento de ponernos firmes en aras de un planeta perpetuo para que las maravillas del océano en su inmensa diversidad no se pierdan para las generaciones futuras. Todos juntos podemos cambiar las cosas".