Una destreza gimnástica salió mal y David Mzee se dañó el cuello. Era el año 2010, estudiaba en la Universidad de Zúrich, Suiza, y sus sueños de convertirse en profesor de educación física se truncaron. Quedó en silla de ruedas sin poder mover sus piernas. Pero siete años después su situación cambió. Le implantaron un novedoso sistema de estimulación eléctrica medular. Y tras entrenar a diario durante seis meses, logró caminar por sí mismo. Fue realmente increíble. Antes me resultaba imposible. Algo así te cambia la vida, admitió.
Suena a milagro pero hay mucha investigación, creatividad y tecnología detrás. Este sistema que logra dar esperanza a millones de personas con lesiones en la médula espinal es el logro que alcanzó el neurocientífico francés -residente en Suiza- Grégoire Courtine después de 20 años de trabajo ininterrumpido. Su gran descubrimiento lo convirtió en ganador del premio Rolex a la Iniciativa 2019.
Cuando una persona tiene una lesión en la médula espinal, normalmente tiene que afrontar meses de rehabilitación. Después, la recuperación toca un techo. La fisioterapia ayuda un poco pero al final se estanca y la mejoría no continúa. ¿Qué significa esto para los pacientes? Que tienen que asimilar con dolor la pérdida de sus piernas, afirma Courtine. Por eso es tan revolucionario su estudio que primero demostró su éxito en ratas en 2014, después funcionó en monos en 2016 y ahora llegó a los seres humanos.
Precisión suiza
El fanatismo por practicar escalada y otros deportes extremos despertó la curiosidad temprana de Courtine por estudiar al detalle la ciencia detrás de poner el cuerpo en acción. Desde muy joven, hice mucho deporte. Así entré en contacto con la investigación sobre cómo el cerebro, la médula, controla el movimiento. Trabajé con hombres de mi edad que también hacían deporte, pero habían quedado en sillas de ruedas por un accidente. Estar frente a esas personas con las que me identifiqué tanto me motivó a buscar durante casi dos décadas una manera de que volvieran a caminar, declaró este profesor del Centro de Neuroprotésica en la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), en Suiza.
Gracias a ese cachetazo de realidad sus esfuerzos tuvieron éxito. Descubrió que lo que debía generar era un puente. Un conector electrónico capaz de reconectar al cerebro con la médula espinal lumbar del paciente. Mi proyecto consiste en construir un puente digital entre el cerebro y la médula para que el paciente controle la estimulación eléctrica. Con sólo pensar en el movimiento, es capaz de inducir la estimulación, detalló Courtine.
El puente se implanta quirúrgicamente. Se trata de un parche de electrodos, una suerte de bypass, que se ubica en el lugar de la lesión. Funciona con la llamada estimulación de patrones. Con ayuda de tecnología inalámbrica y sensores en los pies de los pacientes, un programa informático envía pulsos eléctricos que intentan facilitar los movimientos voluntarios residuales imitando las señales naturales del cerebro. Los estímulos se dan cuando se requieren, tal como un cuerpo sano manda señales. Así se facilita la reactivación de las conexiones nerviosas que quedan en la médula espinal lesionada.
De alguna manera, este sistema despierta a la cadena de órdenes cerebrales que se sumergen en un estado de sueño profundo después de una lesión medular. Cada uno de los 9 hombres que hasta ahora recibieron el tratamiento experimental -tras sesiones intensivas de ejercicios de rehabilitación con estimulación eléctrica epidural- aprendieron a mover los músculos antes inactivos. Y todo indica que la estimulación eléctrica hace que los nervios vuelvan a crecer y formar redes.
El hallazgo de Courtine marca un antes y después. Hoy se pueden dejar de ver las lesiones medulares como una barrera infranqueable entre el cerebro y los músculos. Courtine cree que es momento de seguir dando nuevos pasos: El próximo objetivo: que este sistema sea una terapia para todos los pacientes del mundo. Es un mensaje de esperanza para ellos, para su futuro.
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