La semana pasada terminó una vendimia que siembra esperanzas en todo el entramado vitivinícola, desde viticultores hasta bodegueros, buscando recuperarse de un 2023 para el olvido. Hay buenas expectativas, pero los desafíos son mayúsculos.
La caída del poder adquisitivo amenaza al mercado interno, de modo que la alternativa es la exportación, pero la suba de costos de producción complica y aún resta un ordenamiento de la macroeconomía y bajar la inflación.
Necesitamos acuerdos de libre comercio para bajar aranceles y poder competir asegura el enólogo Walter Bressia, propietario de Bodega Bressia y presidente de Bodegas de Argentina, entidad que nuclea a 250 empresas de todas las zonas vitícolas del país, que abastecen al 75% del mercado interno, y muchas de las cuales, además exportan.
En diálogo con Forbes Argentina, alertó sobre el riesgo de que la devaluación de 2% mensual se quede corta pero se entusiasmó con poder recuperar este año un 10% las exportaciones.
- ¿Cómo está hoy la actividad vitivinícola?
No es el mejor momento, está complicado. La producción de uvas viene bien, tenemos más producción que el año pasado, que había sido un año de muy baja producción, la más baja en 60 años. Este año tendremos un 30% más de producción y con muy buena calidad de uva. El tema es comercial. Desde 2023 venimos con un arrastre en la caída del consumo por diferentes razones, pero fundamentalmente por el reacomodamiento que estamos transitando en la economía, con precios que se han venido actualizando, tanto de insumos como de vinos. Eso nos deja un poco complicados.
El año pasado subió muy fuerte el precio de la uva, también los insumos, botellas, corcho, etiquetas y teníamos Precios Cuidados, que no permitía actualizar precios en la medida que se nos producían los incrementos, así que veníamos mal.
¿Ahora los costos están para arriba, el vino sube pero el bolsillo no acompaña?
Exacto. Lo bueno es que se están recuperando los canales de venta, que se habían roto porque había diferentes precios en el supermercado, en el almacén de la esquina, en el restaurante, había mucha distorsión de precios. Ahora se está encauzando y es bueno, aunque llevará un tiempo, hasta que se reacomode otra vez el bolsillo.
¿Cuánto tiempo piensan que puede llevar?
Recién entre mayo y junio podemos empezar a ver algo de estabilización, sobre todo si baja la inflación.
La buena noticia para el sector es que finalmente los vinos quedaron sin retenciones.
Sí, eso nos tenía muy preocupados, porque además de tener un costo de producción alto, sumarle una retención como la que se hablaba (NdR: de 4,5% de retención, en septiembre 2023 pasó a 0% y el nuevo gobierno pensaba llevarla al 8%), nos dejaba fuera de mercado. También hemos tenido el inconveniente de no poder girar divisas al exterior para cancelar los compromisos que teníamos con proveedores, que ha hecho que cayeran las ventas. Afectó sobre todo las acciones de promoción, distribución y publicidad que se hacen afuera y no se podían pagar.
El panorama cambió con la resolución del Banco Central, que establece que las deudas anteriores al 10 de diciembre se van a pagar de una forma y las posteriores pautadas también. Esto va a mejorar nuestra imagen hacia afuera y va a darle un poco más de confianza también a los importadores para retomar la senda de importación de vinos argentinos.
¿Cuál es la llave para exportar más?
Necesitamos que la macroeconomía se reacomode y tener una inflación normal y de ahí en más, recuperar esos mercados, porque los espacios que se van perdiendo, lamentablemente, los ocupan otros jugadores. El vino argentino se ha ganado un lugar y es reconocido.
Como país necesitamos mejorar las relaciones arancelarias respecto de los países a los cuales exportamos, porque estamos pagando 5%, 6% y hasta un 8% por los aranceles que nos cobran los países importadores, por no tener acuerdos bilaterales. Estamos atados a un Mercosur, con el que hay que negociar en bloque, y la verdad que es muy difícil. Al no poder negociar en forma bilateral, se nos encarece el producto afuera.
¿Qué países tomaron los mercados que fue perdiendo Argentina?
El competidor directo es Chile, que tiene un mercado importante, pero nosotros estábamos por arriba de Chile en determinados segmentos de vino y hoy los vinos chilenos se han posicionado en esos lugares, con precios y con estabilidad de precios en el tiempo. Otros países fuertes en exportaciones son España y Australia, que han ocupado los destinos a los que más vendíamos, como Estados Unidos y el Reino Unido.
¿Este Gobierno pro mercado y aperturista, llega en el momento justo para impulsar las exportaciones?
Creo que sí, estamos esperanzados en eso. La vitivinicultura argentina tiene una balanza comercial muy positiva, exportamos el 70% más de lo que importamos. Se importan productos enológicos, y lo que es madera (barricas, cubas), todo lo que necesitamos para la crianza de nuestros vinos. Pero comparado con las exportaciones la balanza comercial da un amplio superávit.
En 2023 las exportaciones fueron US$ 680/700 millones. ¿Qué esperan para este año?
De US$ 800 millones que teníamos hace dos años, caímos a 700 millones y la idea es repuntar este año.
¿El sector pide una baja impositiva o medidas puntuales para crecer?
El vino paga 62% de impuestos en todos los niveles de gobierno. Recuperamos algo cuando exportamos, con la devolución de IVA y el reintegro por exportaciones de los impuestos internos, pero básicamente es esto. Si pudiéramos avanzar -estamos trabajando con legisladores y con la canciller Diana Mondino- en acuerdos bilaterales de libre comercio, para negociar la baja de los aranceles en diferentes países, podríamos ser más competitivos.
El riesgo actual es que la devaluación mensual del 2% (crawling peg), quede corta respecto de la inflación y de este mix del dólar exportador (80% oficial, 20% MEP). Mientras la inflación vaya desacelerando y se acomode el mercado interno, vamos a retomar rápidamente la senda de crecimiento.
¿En qué segmentos de vinos Argentina está mejor que Chile?
Desde sus comienzos exportadores, las bodegas chilenas quedaron posicionadas en el mundo con un excelente producto y relación precio-calidad muy conveniente. En cambio, Argentina se posicionó por arriba de eso y en otro segmento de precios. Hoy en el mundo Argentina tiene un mejor reconocimiento que Chile en la relación calidad-precio.
Chile es muy fuerte en la gama de vinos entre US$ 2,5 y US$ 3 la botella, que llega a las góndolas de los supermercados en EE.UU. entre 7,99 y 8,99 dólares. A esos valores nosotros hoy no podemos llegar porque estamos con vinos de 3,50 a 4 dólares promedio. Eso hace llegar los vinos entre 10,99 y 12,99 dólares al público.
Además de EE.UU. y Reino Unido ¿qué otros destinos tienen potencial para importar vino argentino?
China está creciendo, los países nórdicos son consumidores importantes, Canadá, Bélgica y Alemania también son importadores de buenos volúmenes de vinos argentinos. Y Brasil y Perú vienen traccionando muy fuerte en el mercado latinoamericano.
¿Cuánto podrían crecer las exportaciones este año?
El año pasado caímos 23% en las exportaciones y veníamos con una caída del 12% el año anterior, o sea que estamos casi 30% abajo. Si pudiéramos recuperar un 10% de las exportaciones este año sería muy importante.
El PEVI 2020 (Plan Estratégico Vitivinícola) estableció una meta de US$ 2.000 millones de exportaciones. Llegamos a US$ 900 millones en el mejor momento, después bajó a 800 millones y ahora a unos 700 millones. Hoy hay un PEVI 2030, no se pierden las esperanzas de que podamos llegar, pero hay que trabajar mucho para triplicar las exportaciones.