El próximo 15 de noviembre, en el Día de la Educación Técnica, la Fundación Observatorio Pyme (FOP) celebrará sus 25 años de trabajo en la Conferencia Bienal Convergencia productiva entre PyME y Grandes Empresas: transformación digital, educación técnica y eficiencia energética en cada nivel territorial. En el marco de ese evento, y junto la Embajada de Italia en Argentina entregará el Premio FOP a la pyme Capacitadora de Estudiantes de Escuelas Técnicas con el objetivo de reconocer a las compañías que reciben a los estudiantes de las escuelas secundarias técnicas para realizar prácticas profesionalizantes en sus instalaciones.
El tema -y la necesidad de un debate- está en agenda. Según datos del Ministerio de Educación de la Nación, en Argentina existen 52.000 estudiantes de último año en la Escuela Secundaria Técnica. De ellos, soloe el 30% puede realizar sus prácticas profesionalizantes en una empresa, mientras que el resto las hace en organismos públicos o desarrolla proyectos dentro de la escuela.
En los últimos 16 años, la búsqueda de personal técnico no universitario entre las pymes manufactureras descendió del 63% a 24%, mientras que el porcentaje de empresas que tienen alta dificultad para contratarlos se elevó de 38% a 47%.
De acuerdo a los datos relevados por FOP, la dificultad de reclutamiento entre las pymes manufactureras se debe principalmente a la poca experiencia por parte de los candidatos y a la escasez de soft and hard skills. En este contexto, es necesario fomentar una mayor vinculación entre escuelas y empresas para aumentar la productividad de las pymes y construir un mejor futuro para los jóvenes en el mercado laboral, mejorando su nivel de empleabilidad.
En un mano a mano con Forbes Argentina, Vicente Donato, al frente de la FOP, trazó un balance sobre lo que fue 2022 para las pymes.
-Se acerca la Conferencia y como novedad lanzaron este premio….
En la Argentina, las empresas más chicas tienen muchas dificultades para reclutar personal técnico. Eso es debido a que la oferta de técnicos en el país es bastante escasa. Solo el 18% de los estudiantes secundarios se inscriben en las escuelas técnicas, mientras que en México es el 28% de los estudiantes, en Europa llega al 30%; en algunos países, como Austria, al 40; en Italia es el 35%, es decir, estamos muy atrás. Y no es tanto porque falta de interés, sino porque no hay suficiente capacidad de las escuelas; no tienen capacidad de absorción: se inscriben 900 chicos, por ejemplo, en la escuela de la UBA de Villa Lugano y pueden tomar 90 por el tema de infraestructura y de profesores.
Entonces, ¿qué estamos haciendo? A los técnicos es importante formarlos. Que las pymes tomen a los estudiantes en prácticas profesionalizantes en el último año para que se formen es muy importante y para eso estamos incentivando a las empresas a abrir las puertas. Instauramos este premio, que es una misión a Italia, a las dos regiones más poderosas, más industrialmente dotadas y con mayor nivel de formación técnico-profesional: Emilia Romagna y Lombardía. Este premiado va a participar de una misión totalmente solventado por la FOP con todos los gastos
-Ya también estamos terminando el año, ¿qué análisis hacés de la coyuntura para el sector pyme?
La salida de la pandemia fue muy fuerte. El segundo trimestre de 2021 fue una gran salida de la pandemia. Ese ritmo de salida, naturalmente, no podía sostenerse porque básicamente la producción y el empleo estaban aumentando porque más empresas se incorporaban a la presencialidad. Pero fue una gran salida y una gran sobrevivencia a la pandemia, gracias a que el gobierno nacional hizo una política pública de sostenimiento de las empresas con los ATP. La Argentina tuvo un nivel de sostenimiento de las empresas de los más importantes del mundo, casi a nivel de los países más desarrollados. Eso lo tenemos medido en un trabajo que hicimos en conjunto con el Banco Mundial: lo medimos a nivel internacional y ahí nos sacamos el sombrero por la intervención oportuna.
Ahora, ¿qué pasó? Se acentuó muchísimo la divergencia de productividad, es decir, la divergencia de productividad entre las empresas medianas y grandes y las más chiquitas (las pequeñas y las micro), es decir las empresas de menos de 50 ocupados con respecto a las de 50 y más, te diría de 100 ocupados para arriba. El mundo de las medianas y las grandes y el mundo de las pequeñas y las micro se fue diferenciando en productividad tremendamente.El diferencial de salarios se amplió un poquito, pero el diferencial de productividad se amplió un montón.
-¿Qué es lo que ocurre entonces?
Las empresas muy chiquititas están perdiendo enorme rentabilidad porque justamente tienen esa dificultad de gestión y ¿cuál es la consecuencia de esa pérdida de rentabilidad relativa? Emplean menos. Las medianas y grandes, si vos te fijás, generaron empleo. Estas no. Las otras se recuperaron. Las empresas más chiquitas están desempleando, está cayendo la ocupación. Ahora, en lo último en la salida de la pandemia, recuperó un cachito, pero ni por las tapas lo que se recupera en las medianas y grandes.
De manera que tenemos esta pérdida de productividad relativa, menos empleo, cierre de empresas e informalidad. Esos son instrumentos que las compañías están teniendo para enfrentar esto, entonces algo hay que hacer ahí.
- ¿Qué se puede hacer? Porque también esta es una crisis atípica, al menos en l que se ve en CABA: restaurantes llenos, consumo, mucho movimiento.
Efectivamente es así y es parte de este diagnóstico: es una economía cada vez más dual. Estas grandes empresas y medianas son dinámicas, aumentan la productividad y el empleo, mientras que en las más chicas están justamente los empleos de menor calificación. Estamos yendo hacia un subdesarrollo. ¿Qué es el subdesarrollo? Es dualidad.
Entonces, ¿cómo entendemos el aumento de la pobreza en la Argentina y esta disminución de la cohesión social? Las empresas más chiquitas hace diez años que no generan empleo dinámico como lo han generado en el pasado. Las que están cayendo, y son un montonazo, son las que están abajo de todo. Para entender lo que pasa, tenés que ver la productividad por tamaño de empresa y por cantidad de firmas que pierden la productividad. Ahí vas a ver realmente lo que está pasando en la Argentina, que es una economía que se dualiza cada vez más. El desarrollo es lo contrario de la dualización, es la convergencia, es decir, niveles de productividad de todos los actores que se van acercando, nunca van a ser iguales, pero están cerquita.
-¿Cómo salir de esta situación?
Salimos de está si entendemos cuál es el problema. Es decir, aquí hay que hacer una política pública con un diagnóstico correcto. Entonces, si no atacamos el problema del empleo en los segmentos más chiquitos, vamos a seguir con planes. Obviamente, hay un tema de orden macroeconómico y tenemos que ordenar un poco las finanzas públicas, tratar de ordenar un poco la política monetaria, alinear la política monetaria con la política fiscal. Pero eso no es largo plazo, eso es lo que tenemos que hacer ahora.
Todas esas recetas de convertibilidad de la moneda, poner la dolarización de la economía, para mí (desde mi perspectiva) no son coherentes. Lo sostenible es la generación de empleo. ¿Y cuál empleo? No es que no estamos orgullosos de los unicornios, pero no es el empleo de los unicornios lo que nos va a salvar de los millones de personas que están en la pobreza, en la marginalidad, en la informalidad.
Para salir de esta de modo sostenible y centrar la cohesión social del país que supimos tener hace muchos años, hay que atacar el foco del problema que es la productividad y la sostenibilidad. Ahora, ¿cómo se aumenta la productividad? Hay varias cosas que hacer en paralelo: en principio, hay que tener una política tributaria compatible con el nivel de productividad bajo que tienen estas empresas, es decir, si las empresas tienen la misma carga fiscal, las mismas contribuciones patronales, después se puede discutir cómo hacerlo, pero si la misma carga fiscal es para un tipo que tiene una altísima productividad y un señor que está en el subsuelo y… vamos a tener problemas.
Pero, como título general, es clave tener una política tributaria compatible con los bajos niveles de productividad que tienen las empresas muy chiquititas. Después, tener programas de política industrial orientados a digitalización, formación técnica del personal y mejora de la gestión, que es lo que va a dar sostenibilidad al diseño macroeconómico, porque vos hacés el equilibrio macroeconómico y si no resolvés esto en dos años estás igual.
-Dentro de la arena política ¿ves algún espacio que esté teniendo esta visión?
Lo veo diferenciado. Lo veo mencionado marginalmente. Alguien habla, sí, pero con ideas muy confusas al respecto sobre cuáles son los botones que hay que tocar; se habla marginalmente y sin un diagnóstico tan preciso y técnico como el que tiene la Fundación. Pero no es de genios el diagnóstico, es que hacemos 9000 encuestas por año, recogemos la data fresca de lo que ocurre, vemos dónde aprieta el zapato y cuáles son los problemas.
-El año que viene hay elecciones y da la impresión que esta discusión de fondo no está o, por lo menos, no se tomó con la profundidad que requiere.
Yo no la veo, exactamente. Yo no veo un debate calificado sobre el argumento. Veo mucho sesgo macroeconómico y poquísima atención a los temas más profundos de la microeconomía de un país que tiene sus particularidades.
Otro elemento es la participación del crédito del sector privado en el PBI. Acá es del 7%, en Chile es del 90%. ¿Y entonces como funciona este capitalismo sin sistema financiero? Porque ese es el título: este es un capitalismo sin sistema financiero, ¿nos damos cuenta de lo que eso significa? Creo que no.
El sistema financiero es la rueda del capitalismo, el sistema financiero es la invención del capitalismo para hacer girar rápido la rueda.
Entonces, tenemos que aprender (porque tampoco es que vamos a construir el sistema financiero de hoy para mañana) cómo funciona un capitalismo sin este sistema, es decir ¿cómo funcionan estas empresas? Ese es el punto.
Tenemos que estudiar y hacer unos modelos microeconómicos que no están en los libros de texto, porque en los libros se da por sentado que existe el sistema financiero. Esta es una microeconomía distinta.
-¿En qué se parece este presente a otras dos grandes crisis que tuvo este país como la de 2001 y la de 1989?
La diferencia es que este dualismo económico no existía. Esa es la gran diferencia. Hoy tenemos millones de personas que están fuera del sistema. Vos pensá: salimos del 2001 intactos, es decir, cayó el producto, pero el sistema económico estaba razonablemente armado, mucho menos armado de lo que estaba en los 80. En los 80 tuvimos un problema de hiperinflación por el tema de la deuda externa, tuvimos que emitir para justamente comprar los dólares y resolver ese problema. Pero la novedad hoy es que este es un país muy distinto, el país del 2000 era distinto al del 87, pero tenía todavía una estructura económica, fijate cómo salimos rapidísimo.
-Y los superávitis gemelos…
Sí, era una economía… Está bien, viento de cola, materia prima, lo que quieras… Pero la economía estaba de alguna manera más estructurada de lo que está hoy. Ahora lo que tenemos es un grupo de campeones de los cuales estamos orgullosos (campeones industriales, campeones tecnológicos, campeones informáticos, campeones del sector agricologanadero) y después tenemos un mar de desestructuración. Es decir, la clase media empresarial desapareció, entonces estamos en una economía muy dualizada y nosotros queremos seguir haciendo políticas públicas como si eso no existiera y eso ya existe y es un condicionante de primer nivel. Esta es una economía dual, cada vez más dualizada.
- ¿Y creés realmente que esto se puede revertir?
Yo creo que sí, por supuesto. Pero, si no tenemos una visión de dónde estamos parados… Obviamente el litio, el petróleo, la energía son grandes recursos y son una bendición del cielo, pero eso no va a ocupar a los millones de personas que tenemos estructuradas en planes y pobreza. La única manera de generar empleo para esa gente es que crezcan estas empresas chiquitas que en todo el mundo son las que generan trabajo. Entonces todas esas actividades nuestras importantísimas, nos van a dar respiro y nos dan una perspectiva. Pero ahora no nos da empleo eso y sin empleo vamos a tener divergencia social. Entonces, si no atacamos eso vamos a estar en problemas.
¿Soy optimista? Por supuesto, sobre todo porque en un país como Argentina, haciendo las cosas bien, no nos puede ir mal.
-¿Y la inflación? ¿Cómo evitar que siga acelerando?
Eso es un problema monetario y fiscal. La receta es bastante clara, ahora, al ritmo que le ponés, eso ya es tema de macroeconomía, si eso es shock o no es shock o es gradual. Coherencia monetaria y fiscal, eso es la base. La inflación es un problema de coyuntura, no es un problema irresoluble o muy complejo como es la productividad; es un problema más simple. Mirá, te digo una cosa interesante de nuestros indicadores que los estamos mirando ahora: la confianza venía para abajo, estamos en el subsuelo, ¿vos sabés qué tuvo un repunte en el último trimestre? Efecto Massa. Pero no la persona, sino que alguien tomó el comando y rogamos que le vaya bien, pero increíblemente pegó la vuelta.
La producción no está mal, está desacelerándose, pero tenemos problemas microeconómicos de primer nivel, tenemos problema con la mano de obra, no hay trabajadores, no tenemos un abastecimiento fluido de recursos por el tema de importación; no es que está mal, pero hay trabas.
Entonces uno de los problemas que estamos viendo es que las empresas tienen dificultades para satisfacer la demanda y además, dicen: "Por primera vez en la vida, la gente me quiere pagar antes, porque tiene liquidez y no sabe qué hacer". Estamos en esa situación.