Luego de la brutal sequía, que en la campaña 2022/23 generó pérdidas por unos US$ 21.000 millones y un desplome de la cosecha de más de 50 millones de toneladas, contabilizando los tres principales granos, maíz, soja y trigo, la llegada de algunas lluvias hacia mitad del año y el fin del ciclo Niño, caracterizado por escasas precipitaciones, generó entusiasmo en los productores.
La llegada de La Niña, que suele ser con importantes lluvias derivó en una expectativa positiva. Se pensaba que luego de tres años seguidos de sequía, por fin podrían recomponerse los perfiles de humedad en los suelos y volver a los rendimientos y niveles de producción que hubo hasta la campaña 2021/22.
Sin embargo, los últimos informes sectoriales y meteorológicos dan cuenta de precipitaciones por debajo de los requeridos en vastas zonas del país y una campaña triguera que ya está jugada, incluso con un área sembrada menor que el año pasado. Y si las lluvias no llegan rápido puede afectar también al maíz temprano.
Un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) destaca que “las malas condiciones al momento de las siembras consolidaron un nuevo año de caída en el área sembrada, alcanzando un mínimo de los últimos 8 años con 5,4 millones de hectáreas a nivel país”. El año pasado habían sido 5,9 millones de has.
Así, el principal cereal de invierno no logra desarrollarse adecuadamente por falta de agua en muchos campos, lo que afecta los rindes. En este contexto, la estimación de producción fue ajustada a la baja por la entidad, hasta 15 Mt (millones de toneladas).
El último relevamiento de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires señala que el 66% del trigo está bajo condición hídrica adecuada, pero el 34% restante oscila entre una condición regular y la sequía.
“En condiciones regulares a malas hay casi 2 de los 5,4 millones de hectáreas implantadas con trigo en Argentina, por lo que, de no consumarse las lluvias necesarias en las zonas críticas, podríamos esperar nuevos recortes productivos”, indicó la Bolsa de Comercio rosarina.
Un país, dos realidades
“Tenemos una caída en el área sembrada, aproximadamente 100.000 hectáreas menos que la campaña previa”, señaló Eugenio Irazuegui, analista de mercados en la corredora de granos Zeni, en diálogo con Forbes Argentina.
Esto responde a una reducción en el oeste del área agrícola, fundamentalmente Córdoba, San Luis y el norte, aunque el resto del área agrícola viene “bastante bien”, indicó, por buenas precipitaciones. Abarca la región mesopotámica, el este de Buenos Aires, la Cuenca del Salado y el sudeste de Bs As, la región más importante en la producción de trigo.
A nivel de producción, si bien puede haber revisiones, hoy ya se está hablando de 15,5 Mt, pero es casi un millón de toneladas menos de lo que se estimaba hasta hace un mes atrás.
“En Corrientes, en localidades como Ituzaingó cayeron 350 mm de lluvia y en Oberá (Misiones) 250 mm, por lo que hay excesos e inundaciones, pero acá en Rosario el agua no llegó”, explica el ingeniero agrónomo Cristian Russo, jefe de Estimaciones Agrícolas de la Bolsa de Comercio de Rosario.
Ahora todos miran al cielo y el almanaque. Es que se necesita que las lluvias lleguen en cantidad y rápido, para salvar lo que queda de la cosecha. “Está todo el mundo asustado”, asegura Russo y detalla que es muy distinto si las lluvias llegan el 5 de octubre, el 10 o el 20.
En el análisis de Russo si las lluvias cayeran la próxima semana “el trigo se salva a último momento y evita irse a la B”. Si en cambio, las precipitaciones caen el 10 “va a haber pérdidas”, pero si es después del 20 habrá impacto mayor en el trigo y además “no se va a poder sembrar el maíz temprano”.
En ese caso es muy probable, que mucha gente se pase a soja, un cultivo que requiere mucho menos perfiles de humedad en los suelos y finalmente, habrá menos maíz.
Ventas a cuentagotas
Consultado sobre las ventas al mercado, Irazuegui consideró que hay “muy poco trigo nuevo vendido”, algo así como 1,5Mt, siendo que a esta altura del año ya suele haber más trigo comprometido. Entre las razones que explican esta baja está el precio a cosecha que “hoy está más bajo que en la campaña pasada” y también el factor político, buscando que se despeje hasta las elecciones.
Además, el experto sostiene que “hay prudencia de parte del productor”, dado que, por la experiencia de la campaña pasada “no compromete mercadería, hasta no tener un poco más de certeza a nivel de producción”.
Por su parte, la analista de mercados agrícolas Lorena D'Angelo señaló que “si consideramos una producción cercana a las 15Mt, las exportaciones potenciales podrían estar cerca de las 8Mt”.
Pero las dudas que genera el clima “hacen que no solamente se vea interés ausente por parte de los exportadores, sino también incertidumbre por parte de los productores argentinos, que continúan sin realizar muchos negocios del cereal de forma anticipada”, sostiene la experta.