El Banco Central de la República Argentina (BCRA) finalizó el primer semestre con las reservas internacionales netas en mínimos históricos debido, en gran parte, al impacto de la sequía. Es en ese marco en el que la autoridad monetaria enfrentará un segundo semestre en el que suele haber una menor oferta de dólares y un incremento en la demanda, la cual crecerá este año a partir de la incertidumbre electoral. Con un escaso poder de fuego, el gobierno busca evitar una devaluación brusca antes del 10 de diciembre y morigerar el impacto de la actividad, pero dejará una herencia muy pesada a la próxima administración.
El BCRA acumuló entre enero y junio un saldo vendedor en el Mercado Único Libre de Cambios (MULC) de US$ 3.142 millones, según los últimos datos oficiales de la entidad. Desde la consultora Ecolatina señalan que esos guarismos representaron el segundo peor primer semestre de los últimos 20 años, solo por detrás de la crisis cambiaria que tuvo lugar en 2018.
Hay que tener en cuenta que la vigencia del tipo de cambio diferencial de $ 300 al que accedió el complejo sojero permitió que ese resultado no fuera aún peor. De todos modos, el efecto de las inclemencias climáticas hizo que el último “dólar agro” no representara el mismo alivio que sus dos ediciones anteriores en 2022, ya que el BCRA solo pudo comprar US$ 1.483 millones.
El 30 de junio, el Ministerio de Economía habilitó un pago al Fondo Monetario Internacional (FMI) por US$ 2.700 millones, para el cual utilizó Derechos Especiales de Giro (DEG) por US$ 1.600 millones y yuanes de libre disponibilidad provenientes del swap con China por US$ 1.100 millones. Esa maniobra reflejó la falta de dólares para enfrentar los compromisos pactados en el acuerdo firmado en marzo del 2022.
Luego de afrontar ese vencimiento, las reservas internacionales netas de la autoridad monetaria cerraron el primer semestre en negativo por US$ 5.300 millones, un mínimo histórico al menos desde la salida de la convertibilidad. Además, Ecolatina precisó que con el pago de US$ 1.000 millones a bonistas privados de la primera semana de julio ese rojo escaló a US$ 6.300 millones.
Ese resultado implicó el incumplimiento de la meta de reservas pactada con el FMI para el cierre del primer semestre. El país debía tener en sus arcas US$ 6.800 millones por encima de los US$ 2.325 millones que había en diciembre de 2022, según la última revisión con el organismo, en la que además se había flexibilizado el target. Obviamente, el Gobierno espera un nuevo alivio en las exigencias del acuerdo firmado en marzo del año pasado.
Los riesgos del segundo semestre
Los economistas consultados por Forbes coinciden en que Argentina ingresó al segundo semestre en una situación de extrema fragilidad para afrontar una mayor demanda estacional de divisas y la típica dolarización de carteras de los años electorales. El principal objetivo del Gobierno es evitar una devaluación antes de que finalice su mandato, mientras aumenta “la cuenta” que deberá afrontar la próxima administración.
El jefe de Investigación de Ecolatina, Santiago Manoukian, manifiesta su preocupación por la fragilidad macroeconómica en la que se encuentra el país. “Las reservas internacionales netas son el verdadero poder de fuego del BCRA y se encuentran en un nivel preocupante. La situación marca una fragilidad cambiaria y, sobre todo, macroeconómica que limita la posibilidad de evitar un salto discreto del tipo de cambio. Ese es el principal objetivo del Gobierno para mantener sus chances de cara a las elecciones”, sostiene el economista.
En ese sentido, Manoukian advierte que en la segunda mitad del año habrá una menor disponibilidad de soja acopiada que reducirá la efectividad de un nuevo tipo de cambio diferencial para la soja. “El segundo semestre suele ser de una estacionalidad negativa para las compras del BCRA en el mercado de cambios. Las únicas excepciones fueron 2018 y 2022. La merma respecto del primer semestre suele ser de US$ 4.000 millones, un valor que empeora en los años de cepo y/o electorales”, precisa el jefe de Investigación de Ecolatina.
Para el economista de Econviews, Alejandro Giacoia, no solo la pérdida de al menos US$ 20.000 millones en exportaciones agrícolas que se espera para este año será la culpable de la merma en la oferta de divisas. Según afirma, en ese proceso jugarán un papel importante el atraso del dólar oficial frente a la inflación y la alta brecha cambiaria.
“En diciembre, si el nuevo gobierno corrige el atraso cambiario, puede haber una mejora en la oferta. Por el lado de la demanda, el tipo de cambio real tan bajo lo que hace es incentivar a pagar todas las importaciones posibles, por eso aparece el BCRA con la cantidad de regulaciones e impedimentos que hay. Es muy probable que las importaciones sigan restringidas”, afirma el economista.
El principal objetivo de Sergio Massa desde que se hizo cargo del Palacio de Hacienda en agosto del año pasado es no convalidar una devaluación. Esa intención se mantiene más vigente que nunca ahora que además de ministro de Economía es el principal candidato presidencial del oficialismo.
“Seguramente habrá un punto en el que la situación de las reservas se haga insostenible, pero no sabemos cuál es. Cuando uno ve niveles tan negativos como el actual, tendería a pensar que la devaluación tiene que ser inminente, pero hace meses que venimos así y por ahora el Gobierno logra evitarla. Pienso que va a endurecer el cepo todo lo que necesite para llegar a fin de año sin un salto cambiario”, comenta Giacoia.
El camino hasta las primarias también luce complicado para el oficialismo. Al respecto, desde Aurum Valores apuntan: “La agenda de vencimientos estará muy cargada hasta las PASO con stock de reservas exhaustas. Vencen US$ 4.407 millones”.
La nueva pesada herencia
En este contexto, el equipo económico del Gobierno está dispuesto a utilizar todas las herramientas a la mano para que la falta de dólares tenga el menor impacto posible en la actividad. Para eso se busca cerrar un nuevo acuerdo con el FMI que despeje la posibilidad de ingresar en atrasos en los pagos de deuda, agilizó la utilización del swap de monedas con China y los desembolsos de organismos internacionales, y aumentó la deuda comercial por importaciones.
“Con el swap apareció un crédito de US$ 10.000 millones, similar a lo que representó el déficit comercial con el gigante asiático en 2022. Junto con eso es importante mantener el crédito comercial: la deuda con importadores de bienes estaría superando los US$ 35.000 millones, mientras que sumando la correspondiente a servicios ya se ubicaría por encima de los US$ 45.000 millones. Recordemos que en 2022 el aumento en la deuda comercial (bienes y servicios) fue récord en US$ 10.400 millones. Eso deja disponibles algunos recursos para controlar la brecha, pero es algo que complicará al próximo gobierno”, detalla Manoukian.
Por su parte, Giacoia proyecta que la economía local sufrirá una recesión en 2023 por el impacto directo de la sequía y por la falta de dólares para importaciones. “Sin importar, las empresas no tienen insumos, los comercios tienen menos oferta de bienes y así hay menos actividad. La deuda comercial que se acumule este año, posiblemente mayor a los US$ 10.000 millones, en algún momento deberá pagarse. Esa será otra de las herencias que reciba el próximo gobierno dado que se traduce en mayor demanda de dólares”, explicó el economista de Econviews.