En algún sentido, el cambio de gobierno en Argentina en diciembre pasado puso al Mercado Común del Sur (Mercosur) ante la necesidad de reinventarse y caminar con una nueva hoja de ruta, acorde a los cambios dramáticos que sufrió el mundo desde la pandemia y, mucho más, desde la invasión de Rusia a Ucrania.
Con una historia de más tres décadas en las que primaron las decisiones por absoluto consenso y con un perfil más bien proteccionista que aperturista, los tiempos y la geopolítica mundial cambiaron y hoy imponen al bloque sudamericano la necesidad de aggiornarse para no perder en la pelea global por los mercados, los negocios y las inversiones.
Hasta el gobierno de Alberto Fernández la Argentina tenía, tal vez, la política más "cerrada" entre los cinco socios comerciales, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela. Pero la llegada de Javier Milei al gobierno nacional le dio a la posición argentina una mirada aperturista, en sintonía con Uruguay y Paraguay, mientras que Brasil, históricamente tiene una economía más cerrada y pensando más en el mercado interno subregional, remarcan los analistas.
"El Mercosur es el nivel máximo de la geopolítica de Argentina, pero hoy está paralizado", señala Diego Guelar, exembajador argentino en la Unión Europea, en Brasil, en Estados Unidos y en China, y lo justifica diciendo que "no hay un solo tema en que los embajadores de Argentina y Brasil vayan juntos a hablar a Beijing, Bruselas o Washington".
"Estamos en una etapa del Mercosur en la que deberíamos pensar en cambios importantes, y en particular Argentina debería repensar el destino del bloque", asegura Dante Sica, exministro de Producción y Trabajo de la Nación y socio fundador de Abeceb.
Nuevos tiempos
Sica destaca que Argentina hoy es un gran productor de alimentos, pero también de energía, minería y la Economía del Conocimiento, que son estratégicos a nivel global, lo que cambia el escenario y coloca al Mercosur, "ya no como una plataforma de mercado sino pensado como concepto de comercio estratégico", remarcó el exministro.
Coincide en este punto Diego Guelar, quien admite el potencial de Argentina como proveedor global de alimentos y de energía, en momentos en que la demanda mundial tras desatarse la guerra en Ucrania, puso a estos recursos en el centro de la escena, a los que sumó a los minerales, pero tal vez lo que reviste mayor relevancia es el rol que puede jugar allí el Mercosur en su conjunto.
"Argentina y Brasil juntos serían actores fundamentales del cambio climático, juntos representan además la mayor reserva de agua a nivel mundial, tienen una gran biodiversidad y son los mayores productores de alimentos", recordó Guelar. En ese sentido, conjeturó que el bloque sudamericano debería avanzar hacia una suerte de G4, conformado por el Mercosur + China, Estados Unidos y la Unión Europea.
Para Sica el Mercosur tiene que tener "mayor velocidad en cerrar acuerdos internacionales y flexibilidad para negociar, algo que no tuvimos en 20 años". En esa lógica hay que leer las oportunidades que aparecen en el mundo, que también están modificando la forma de producir y comerciar.
"Hoy se está repensando el concepto de integrarse a cadenas globales de valor y yendo más bien hacia cadenas regionales", explicó Sica.
La exsecretaria de Comercio Exterior de la Nación, Marisa Bircher, sostiene que "hoy el Mercosur está en una etapa de reevaluación, que implica poder tomar decisiones más rápidas, más flexibilidad, que se pueda dialogar bilateralmente, aunque se mantenga la idea de trabajar juntos como bloque".
Consultada sobre qué gana Argentina con la apertura o la posibilidad de negociar en forma bilateral, que es el gran tema que hoy divide aguas al interior del Mercosur, la experta en comercio y relaciones internacionales señaló que un objetivo es lograr mayor competitividad con economías abiertas, pagar menos aranceles por acuerdos comerciales, evitar el impacto de medidas para arancelarias y también desarrollar mayor institucionalidad a la hora de comerciar.
"Nos quedamos en una etapa muy inmadura de comercio, tenemos pocos acuerdos comerciales, no se puede cerrar el acuerdo con la Unión Europea, aunque el tema ahora está en Bruselas, y tenemos aranceles promedio del 10% o más". Esto es lo que en muchos casos nos saca de mercado frente a países que entran con arancel cero en el marco de un acuerdo de libre comercio.
Imán de inversiones
Los analistas valoran en términos generales la nueva de la actual Cancillería, en el sentido de promover una mayor flexibilidad en el Mercosur a la hora de negociar, y el impulso a la apertura y hacia una economía con menos trabas y con mayor inserción internacional.
"Hace nueve meses Argentina estaba desahuciada, hoy está intentando recomponer los desequilibrios de la economía y el objetivo es salir de la crisis", destaca Guelar, quien pone el acento en "salir del cepo, porque hoy no hay inversión y el cepo es la bandera de largada de la inversión".
En este sentido, Marisa Bircher, que hoy dirige la consultora Biglobal especializada en comercio y negocios, apunta que "para las inversiones el RIGI (Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones) es una señal contundente al mundo porque da beneficios fiscales por ley y con un marco jurídico estable".
La única limitante, en su opinión, es que el RIGI establece un piso de inversión de US$ 200 millones, que dejaría afuera a las pymes, aunque se estaría trabajando en un proyecto ad hoc.
En retrospectiva, Dante Sica recuerda que a lo largo de estos años la agenda del Mercosur "ha sido básicamente la agenda de Brasil, que la impuso a fines del siglo XX, promovió el cierre de las economías y el bloque no creció en competitividad".
Y enfocando en la necesidad de abrir la economía y la pretendida mayor flexibilidad del Mercosur, desatacó: "Estamos en un nuevo ciclo del comercio global y Argentina no puede darse el lujo de perder de nuevo, o tener otros 20 años de aislamiento".