El Fondo Monetario Internacional (FMI) lanzó este lunes un guiño sobre la devaluación fiscal sectorial que anunció el Gobierno sobre el dólar ahorro y las importaciones. Ese paquete fue acordado entre ambas partes en el marco de la actual negociación en busca de frenar la sangría de divisas en el Banco Central de la República Argentina (BCRA) y la caída en la recaudación que generó la sequía.
Sucede que ante ese escenario el país incumplió largamente con las principales metas previstas en el acuerdo con el organismo: déficit fiscal, acumulación de reservas y emisión monetaria. Ante la necesidad de hacerse de recursos, el ministro de Economía y precandidato presidencial, Sergio Massa, optó por encarecer el acceso a dólares ante de convalidar un salto discreto del tipo de cambio oficial.
Un vocero del Fondo señaló este lunes que las medidas anunciadas por las autoridades argentinas son positivas para fortalecer las reservas y consolidar el camino del orden fiscal, variables fundamentales para fortalecer la estabilidad económica". Ese fue un guiño para dar a entender que los pasos que siguió el Gobierno fueron consensuados con los técnicos del organismo.
De hecho, este domingo el FMI comunicó que había alcanzado un principio de acuerdo técnico con los funcionarios del Palacio de Hacienda que viajaron a Washington sobre la quinta revisión del programa argentino. Horas más tarde se conoció la unificación del dólar solidario o ahorro con el conocido como tarjeta y la aplicación del impuesto país para importaciones tanto de bienes (7,5%) como de servicios (25%).
En definitiva ese fue el atajo que encontró el equipo económico para no aplicar un típico salto del tipo de cambio oficial en un contexto de suma fragilidad y acelerar los ingresos al fisco. Esperan recaudar $1,3 billones hasta fin de año, aunque los cálculos privados arrojaron cifras más modestas. De todos modos el resultado será un aumento de la inflación y un efecto en la actividad, que por estas horas analizan las consultoras y las principales cámaras empresarias del país.
La distorsión de los principales fundamentos macroeconómicos, proceso que profundizó la sequía, es lo que no dejó alternativa a Massa a resignarse a más aumentos de precios y menor actividad de cara al proceso electoral. Un reflejo de eso fue que el primer semestre dejó un resultado de déficit gemelos, es decir, fiscal y comercial.
Al respecto, el estratega en jefe de Cohen, Martín Polo, señaló: Los fundamentos de la economía se deterioran cada vez más. Mientras que la inflación sigue batiendo récords -pese a la moderación que experimentó en el margen- el nivel de actividad intensifica su caída al registrar en mayo una baja de 5,5% interanual, a causa de la sequía y la pérdida de poder adquisitivo de los salarios.
En el frente externo, remarcó Polo el déficit comercial se continúa ampliando: en junio llegó a USD 1.800 millones y cerró el primer semestre con un desequilibrio de más de USD 4.400 millones, cuando en el mismo período del año pasado había marcado un superávit de US$ 3.300 M -esto fue determinado por la caída del 25% anual en las exportaciones mientras que las importaciones bajaron 9% respecto al mismo periodo del 2022.
Ese desplome generó un importante desvío en la meta de reservas pactada con el FMI para la primera mitad del año. En concreto, la acumulación del BCRA debería haber alcanzado los US$9.077 millones para la que se volvió a aplicar el dólar soja y se endureció el cepo importador.
Desde Invecq señalaron que el Gobierno estuvo muy lejos de cumplir con ese criterio de desempeño: Cerraron el primer semestre en negativo por US$5.300 millones. La diferencia fue abismal: se incumplió por más de US$14.000 millones (incluso pese a que, en la revisión de marzo, el Fondo redujo la meta en US$ 1.800 millones. La sequía estuvo en el centro de la escena. La pérdida de más de US$24.000 millones de la cosecha valorizada de trigo, maíz y soja afectó de manera considerable el escenario cambiario
En cuanto a las cuentas públicas, junio marcó un déficit primario de 0,4% del PBI ($610.000 millones), cerrando la primera mitad del año con un rojo de 1,1% del PBI (casi $1,9 billones), mayor al de 2021 y 2022, incumpliendo la meta con el FMI que limitaba el déficit a 0,7% del PBI. La caída se explica porque los ingresos descendieron un 9% en términos reales, superando la caída del gasto que lo hizo al 6% real, concluyó el estratega en jefe de Cohen.
Esa dinámica influyó en que el Gobierno debió recurrir a la maquinita de imprimir billetes del Banco Central para financiar un rojo fiscal más alto luego de siete meses consecutivos sin recurrir a esa herramienta. La autoridad monetaria le envío $1,35 billones en concepto de Adelantos Transitorios (AT) entre marzo y junio. De esta manera, el Gobierno incumplió con creces la meta acordada con el Fondo, que permitía un financiamiento directo de $372.000 millones en el 1° semestre (la asistencia fue un 264% superior), apuntó Invecq.