El vaso medio vacío del gran momento de Vaca Muerta y su fuerte crecimiento es el tiempo perdido en materia de política energética y el colapso que tuvo la producción durante más de veinte años. Recién este año se igualarían los niveles de producción de petróleo de 1998 y los de gas de 2004, años donde se registraron los récords históricos de cada sector.
Tras a un pico de 847.000 barriles diarios a fines de la década del 90, la producción argentina fue cayendo poco a poco hasta el alarmante piso de 497.000 barriles registrado en 2017. Es decir, un 41% menos.
En el caso del gas, el desplome fue un poco menor (-20,3%), pero mucho más acelerado en el tiempo. De los 143 millones de metros cúbicos día del 2004, se llegó a un piso de 114 MMm3/d nueve años más tarde que hizo disparar las importaciones energéticas a niveles insostenibles y fue uno de los puntos centrales que motivó la expropiación de YPF por parte del gobierno de Cristina Kirchner.
La administración de aquel entonces culpaba al capital privado por los malos resultados, producto de un bajísimo nivel de inversión, y apostaba a que, con el direccionamiento estatal, la industria vuelva a volcar las utilidades generadas en proyectos locales y no en otros países como venía sucediendo bajo la gestión Repsol.
Sin embargo, muchos analistas sostienen que esta desinversión fue una reacción natural ante la intervención de los precios. Como la Argentina estaba desacoplada de los valores internacionales y otorgaba una menor tasa de ganancia que otros países, era lógico que las empresas privilegien otros proyectos de inversión.
"El declive productivo es responsabilidad de políticas cortoplacistas. Primero, hubo un divorcio de los precios domésticos respecto a los internacionales, fundamentalmente, a partir de la caída de la convertibilidad. Los precios fueron sometidos a la arbitrariedad política. Segundo, se rompió la institucionalidad del sector. Las reglas empezaron a ser sustituidas por legislaciones de corto plazo y en muchos casos de emergencia y se intervinieron los entes reguladores de gas y electricidad, que quedaron bajo control político. Tercero, la estrategia. Cuando tenés precios políticos y reglas expuestas a regímenes de emergencia, la estrategia de las empresas del sector pasa a ser táctica de corto plazo", explicó a Fobres el ex secretario de Energía y ex presidente de YPF, Daniel Montamat.
Afortunadamente, el buen recurso del no convencional neuquino dio paso a un nuevo período virtuoso donde los volúmenes de hidrocarburos se incrementaron aceleradamente. "La producción de petróleo cerró 2024 con un récord en más de 20 años, alcanzando un promedio anual de 708 mil barriles diarios. En diciembre, la producción mensual llegó a 758 mil barriles diarios, lo que deja un arrastre estadístico del 7% para 2025", subrayó un informe de la consultora Delphos Investment.
En verdad, para superar la marca del 1998, se debería crecer un 12% desde el nivel de diciembre, lo que equivale a 89 kbbl/d adicionales. Por lo tanto, si la oferta en el resto del país se mantiene constante, la provincia de Neuquén necesitaría un crecimiento del 19% para alcanzar el récord, pero el sistema de oleoductos pone en obstáculo en ese camino.
Desde hace años que la capacidad de evacuación de crudo se encuentra saturada. De ahí que se iniciaron las obras del Proyecto Duplicar de Oldelval y del oleoducto Vaca Muerta Sur. El primero de ellos estaría listo durante el primer semestre de este año y el segundo se habilitará por etapas entre fines de 2026 y principios de 2027.
"La finalización del Proyecto Duplicar elevará la capacidad total de evacuación de Vaca Muerta a 810 kbbl/d, lo que, sumado a los 220 kbbl/d de producción fuera de la Cuenca Neuquina, incrementará la capacidad de producción y transporte nacional hasta 1.030 kbbl/d. Esto implica que, en un escenario de utilización plena, Argentina podría alcanzar un nuevo récord de producción en 2025. Según estimaciones de Oleoductos del Valle, el caudal en la Cuenca Neuquina podría alcanzar los 680 kbbl/d en diciembre de 2025. Si se suma nuestra estimación de 210 kbbl/d de producción en el resto del país, el volumen total de producción nacional ascendería a 892 kbbl/d", proyectaron en Delphos.
Bajo estos parámetros, las exportaciones de petróleo pasarían de los 5.473 millones de dólares registrados en 2024 a unos 8.750 millones en 2025 en un escenario conservador y llegarían a 12.830 millones bajo una perspectiva optimista, de acuerdo al análisis de Delphos.
Por el contrario, si se traza un sendero pesimista de caída del precio del barril de los 75 dólares actuales a unos 58 dólares en el marco de la política de drill baby drill de Donald Trump, las exportaciones podrían descender a 5.715 millones. Aunque hoy parece una tesis bastante improbable.